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Malala Yousafza, premio Nobel de la Paz: “Nunca me imaginé que los derechos de las mujeres se perderían tan fácilmente”

lunes, diciembre 2, 2024
Una bala no logró silenciarla, y ahora Malala Yousafzai le presta su voz a las mujeres de Afganistán.
Tiempo de lectura: 5 minutos

 

Los derechos de las mujeres se han erosionado tanto en los pocos años desde que los talibanes recuperaron el control del país que hasta cantar está prohibido.

Malala tiene una historia personal con los talibanes del otro lado de la frontera, en Pakistán, después de que un hombre armado del grupo islamista de línea dura disparara contra ella mientras estaba sentada en un autobús escolar.

La velocidad del cambio en Afganistán, si no la brutalidad, ha sorprendido a Malala, quien desde ese tiroteo casi fatal en 2012 ha hecho campaña por la igualdad.

“Nunca imaginé que los derechos de las mujeres se perderían tan fácilmente”, le dijo Malala a la emisora de radio de la BBC Asian Network.

“Muchas chicas se encuentran en una situación muy desesperada y deprimente en la que no ven ninguna salida”, dice la ganadora del premio Nobel de 27 años.

“El futuro se les presenta muy oscuro”.

Regreso

En 2021, los talibanes recuperaron el poder en Afganistán, 20 años después de que una invasión liderada por EE.UU. derrocara su régimen tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

En los tres años y medio transcurridos desde que las fuerzas occidentales abandonaron el país, las “leyes de moralidad” han hecho que las mujeres en Afganistán hayan perdido decenas de derechos.

Un código de vestimenta obliga a las mujeres a ir completamente cubiertas y unas normas estrictas les prohíben viajar sin un acompañante masculino o mirar a un hombre a los ojos a menos que tengan parentesco de sangre o matrimonio.

“Las restricciones son tan extremas que ni siquiera tienen sentido para nadie”, afirma Malala.

Naciones Unidas afirma que las normas equivalen a un “apartheid de género”, un sistema en el que las personas se enfrentan a una discriminación económica y social basada en su sexo y algo que el grupo de derechos humanos Amnistía Internacional quiere que se reconozca como un delito en virtud del derecho internacional.

Pero los talibanes han defendido las normas, que afirman que son aceptadas en la sociedad afgana, y alegan que la comunidad internacional debe respetar “las leyes islámicas, las tradiciones y los valores de las sociedades musulmanas”.

“Las mujeres lo han perdido todo”, afirma Malala.

“Ellos [los talibanes] saben que para quitarles los derechos a las mujeres hay que empezar por lo más básico, que es la educación”.

La ONU afirma que desde la toma del poder, más de un millón de niñas no asisten a la escuela en Afganistán (alrededor del 80%) y que en 2022 a unas 100.000 estudiantes se les prohibió cursar estudios universitarios.

También se ha informado de una correlación entre la falta de acceso a la educación y el aumento del matrimonio infantil y de las muertes durante el embarazo y el parto.

“Las mujeres afganas viven ahora tiempos muy oscuros”, denuncia Malala.

“Pero muestran resistencia”.

Mostrando la realidad

La activista nacida en Pakistán, que se convirtió en la persona más joven en ganar un premio Nobel de la Paz, es productora ejecutiva de una película próxima a estrenarse -Bread & Roses- que documenta las vidas de tres mujeres afganas que viven bajo el régimen talibán.

El filme sigue a Zahra, una dentista obligada a abandonar su consultorio; a la activista Taranom, que huye a la frontera; y a la empleada del gobierno Sharifa, que pierde su trabajo y su independencia.

Pero la película no trata solo de las historias de tres mujeres, dice Malala.

“Trata de los 20 millones de niñas y mujeres afganas cuyas historias pueden no llegar a nuestras pantallas”.

Bread & Roses fue dirigida por la cineasta afgana Sahra Mani, y la actriz estadounidense Jennifer Lawrence ejerció como productora.

Sahra le cuenta a Asian Network que su misión era “contar la historia de una nación bajo la dictadura talibán”.

“Con qué lentitud se han ido quitando todos los derechos”.

Sahra logró huir de Afganistán después de que el gobierno respaldado por Estados Unidos colapsara tras la retirada de las tropas en agosto de 2021.

Pero se mantuvo en contacto con las mujeres de su país, quienes le compartían videos que después ella recopiló y archivó.

“Era muy importante encontrar mujeres jóvenes, modernas y educadas que tuvieran talento y estuvieran dispuestas a dedicarlo a la sociedad”, dice Sahra.

“Estaban listas para construir el país, pero ahora tienen que quedarse en casa y no hacer casi nada”.

Aunque la película aún no se ha estrenado, Sahra cree que la situación en Afganistán ya se ha deteriorado hasta el punto de que sería imposible hacerla si empezara ahora.

“En aquella época, las mujeres todavía podían salir a manifestarse”, dice.

“Hoy en día, a las mujeres ni siquiera se les permite cantar… la situación se está volviendo más difícil”.

Las imágenes de primera mano muestran a las mujeres en las protestas: no paraban de grabar mientras eran arrestadas por los talibanes.

Y Sahra dice que el proyecto se volvió más difícil con el tiempo, ya que se les quitaban más derechos.

“Nos sentimos muy honrados de que estas mujeres confiaran en nosotras para compartir sus historias”, señala.

“Y para nosotros era muy importante poner su seguridad entre nuestras prioridades.

“Pero cuando salieron a la calle a pedir sus derechos, no fue por el documental.

“Fue por ellas, por su propia vida, por su propia libertad”.

Rebeldía

Malala dice que, para las mujeres de Afganistán, “la rebeldía es un gran desafío”.

“A pesar de todos estos desafíos, están en la calle y arriesgando sus vidas con la esperanza de un mundo mejor para ellas”.

Las tres mujeres que aparecen en la película ya no viven en Afganistán y Sahra y Malala esperan que la película sensibilice sobre lo que las mujeres que siguen viviendo allí tienen que soportar.

“Están haciendo todo lo que pueden para luchar por sus derechos, para alzar la voz”, dice Malala.

“Están poniendo mucho en riesgo. Es hora de que seamos sus hermanas y sus defensoras”.

Malala también espera que el documental genere más presión internacional sobre los talibanes para que restablezcan los derechos de las mujeres.

“Me quedé completamente impactada cuando vi la realidad de la toma del poder por parte de los talibanes”, cuenta.

“Realmente tenemos que cuestionarnos qué tipo de sistemas hemos establecido para garantizar la protección de las mujeres en Afganistán, pero también en otros lugares”.

Y aunque Bread & Roses trata historias de pérdida y opresión, la película también habla de resiliencia y esperanza.

“Hay mucho que aprender de la valentía y el coraje de estas mujeres afganas”, dice Malala.

“Si no tienen miedo, si no están perdiendo ese coraje para enfrentarse a los talibanes, deberíamos aprender de ellas y solidarizarnos con ellas”.

El título en sí está inspirado en un dicho afgano.

“El pan es un símbolo de libertad, de ganar un salario y de mantener a la familia”, explica Sahra.

“Tenemos un dicho en mi idioma que dice que ‘quien te dio el pan es quien te da órdenes’.

“Así que si encuentras tu pan, eso significa que eres tu propio jefe”.

Ese es exactamente el futuro que espera ver para las mujeres de Afganistán y, basándose en lo que ha visto, cree que lo lograrán al final.

“Las mujeres en Afganistán cambian constantemente de táctica”, apunta.

“Siguen buscando una nueva forma de seguir luchando”.

 

Texto original de BBC Mundo

https://www.ecuavisa.com/mundo/nunca-imagine-derechos-mujeres-perderian-facilmente-malala-yousafza-premio-nobel-paz-BY8405289

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