La historia está llena de países o industrias que han tocado fondo y han resurgido más potentes. Alemania y Japón tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial (1945). Deng Xiaoping reconstruyó China desde 1978 bajo un nuevo modelo económico tras el desastre en que la dejó Mao. Chile adoptó su exitoso modelo económico, controvertido en su momento, para sacar al país del descalabro en que lo sumió Allende, y que rindió sus máximos frutos entre 1989 y 2014, cuando Michelle Bachelet en su segundo periodo inicia su desmantelamiento.
En cuanto a industrias, la del camarón ecuatoriano es digna de estudio. Ecuador es hoy el principal exportador de camarón en el mundo. Pero a principios del siglo encajó un fulminante golpe que casi la aniquila: la peste de la mancha blanca. Además perdió la ventaja natural de tener la mejor especie de camarón, el vannamei, porque los asiáticos, nuestros competidores, la importaron y reemplazaron sus especies nativas. La producción nacional cayó a 100.000 libras en 2000 (cálculo ajustando las colas de camarón al equivalente de camarón entero).
La Aquaexpo que tuvo lugar esta semana en Guayaquil fue muy concurrida. Una sala estuvo dedicada a explicar estrategias. En una sesión les preguntaron a dos de los mayores exportadores cuál fue el punto de inflexión de la actividad, que cumplió ya 50 años. Concordaron: la mancha blanca.
La crisis fue tan profunda que un grupo de empresas del sector decidió imprimir un cambio drástico a la industria. Invirtieron en los mejores equipos, contrataron los mayores expertos programadores para tecnificar los cultivos (lo que ya habían hecho las salmoneras de Chile). El objetivo fue producir el camarón más sano, sin antibióticos, con la mejor calidad de alimento, sin contaminar las aguas, con trazabilidad. Convertir a la industria camaronera ecuatoriana en la más eficiente del mundo. Y lo han logrado. El volumen de las exportaciones es hoy 33 veces el de 2000.
La producción dio un salto en 2022 y 2023: las exportaciones pasaron de 2 millones de libras en 2021 a 3 millones en 2023. Un crecimiento espectacular para un país que ya estaba entre los cinco mayores exportadores y pasó a ser el indiscutido número uno. Hoy pasan por un momento difícil, consecuencia de su éxito: incrementaron tanto la producción que hay exceso de camarón en el mundo y los precios son muy bajos. Pero los camaroneros saben que el negocio es de alternancia entre vacas gordas y vacas flacas. La producción mundial tendrá que ajustarse para reducir la sobreoferta, y los que reducirán su participación en el mercado serán otros, pero no Ecuador.
Debemos emular esos ejemplos. Llevamos una década sin crecimiento económico. El sistema eléctrico ha colapsado, no es un problema coyuntural; estamos entrampados en reducir la producción petrolera, en frenar el desarrollo de la minería, y trabar todo proyecto de inversión. El crimen se ha tomado las calles. Es hora de echar por la borda el ordenamiento jurídico de 2008 que conspira contra nuestra calidad de vida. Exijamos a los candidatos que no ofrezcan baratijas sino que emulen a Javier Milei, que les dijo a los argentinos cómo los iba a sacar del hoyo. Será una tarea dura, requerirá esfuerzos de todos, pero la recompensa será volver a ser un país con futuro. (O)
Texto original de El Universo
https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/resurgimiento-nota/
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