Redacción América (EFE).- En 2016 el republicano Donald Trump dio la sorpresa en Pensilvania al ganar en este estado “péndulo” o “bisagra” a su rival de entonces, Hillary Clinton, donde los demócratas llevaban seis comicios seguidos triunfando ,y ahora espera repetir esa historia ante Kamala Harris.
No le resultará fácil, porque en 2020 volvió el predominio demócrata, con la victoria de Joe Biden gracias a una ventaja de 82.166 votos sobre el expresidente Trump en este estado que forma parte del llamado ‘muro azul’, junto a Míchigan y Wisconsin, donde el voto obrero es clave para el partido de la vicepresidenta Harris.
Como uno de los siete estados “bisagra”, Pensilvania no muestra una intención de voto definitiva por ninguno de los candidatos, lo cual puede inclinar la balanza a favor de Trump o Harris en una elección con márgenes minúsculos.
Pensilvania, con unos trece millones de habitantes, de los cuales casi diez millones están habilitados para votar, asignará diecinueve de los 538 votos del Colegio Electoral, lo que representa un 3,5 % de los sufragios necesarios para conquistar la Presidencia de EE.UU.
Si bien la ventaja conseguida por Biden cuatro años atrás no fue muy grande en este estado, resultó casi el doble de la que logró Trump en 2016, cuando los 44.284 votos que le sacó a Clinton constituyeron el menor margen de un ganador de las últimas cinco elecciones.
Ahora en 2024 esa brecha podría ser menor, según muestran los sondeos, que exponen una ventaja ínfima de 0,4 % de Trump sobre Harris, de acuerdo con la media que calcula la web FiveThirtyEight.
Más amplia es la diferencia en la recaudación de donaciones individuales, donde la candidata demócrata se ubica a la cabeza, con 24,2 millones de dólares frente a los 9,1 millones de Trump, según el reporte de la Comisión Federal de Elecciones (FEC, por su sigla en inglés).
Conscientes de lo abierta que está la campaña en Pensilvania, tanto Trump como Harris han echado mano de todos los recursos para conquistar a los votantes, entre los cuales el 6 % son latinos y el 11 % son afroamericanos.
Precisamente el presidente estadounidense es una de las figuras más notables que ha impulsado a Harris en Pensilvania, donde Biden ha intentado mostrar a Trump como enemigo de la clase trabajadora y dijo que si vuelve a la Casa Blanca, favorecerá a las grandes empresas y obstaculizará la labor de los sindicatos.
Liz Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney y detractora de Trump dentro del Partido Republicano, también se ha sumado a los esfuerzos de la vicepresidenta por cautivar el voto moderado y la ha acompañado en diversos eventos en ese estado.
Trump ha respondido a estos esfuerzos con la que quizás sea una de las postales más curiosas de la campaña: el republicano se puso un delantal y repartió patatas fritas en un local de McDonald’s ubicado a las afueras de Filadelfia, desde donde acusó a Harris de inventar que de joven trabajó para esta cadena de hamburguesas.
Por otro lado, habrá que ver si en las urnas se traduce el rechazo que ha causado entre la comunidad puertorriqueña de Pensilvania, que alcanza los 470.000 -la mayor entre los estados “bisagra”-, el comentario de un comediante en un mitin de Trump, en el que calificó a Puerto Rico como “una isla flotante de basura en medio del océano”. EFE
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