Elon Musk, el hombre más rico del mundo, se dispone a recoger los frutos de su alianza con el futuro presidente Donald Trump, entre ellos ejercer influencia en el Gobierno federal más allá de un papel fiscalizador de la eficiencia administrativa, y que podrían cristalizar en ventajas para sus negocios.
El empresario evolucionó de ser un personaje que evitaba la política a entrar de lleno en la campaña de Trump, sobre todo tras el intento de asesinato del candidato en un mítin en Pensilvania el pasado julio, que supuso un punto de inflexión, ya que a partir de entonces usó todos los medios a su alcance para apoyarlo: su cara, su altavoz y su dinero.
Musk invirtió unos 130 millones de dólares en ayudar a Trump a volver a la Casa Blanca a través de su comité de acción, America PAC, pero los expertos sugieren que financió también a grupos no obligados a revelar sus donantes, y ha seducido a los votantes con recompensas monetarias si se comprometían con su causa.
El diario The New York Times revelaba este jueves que Musk ya ha pedido a Trump contratar a varios empleados de su empresa SpaceX como altos cargos del Gobierno, incluyendo el Departamento de Defensa, que es uno de sus clientes, de acuerdo con dos personas informadas sobre sus llamadas.
Oficialmente, Musk se ha postulado para liderar un inexistente Departamento de Eficiencia Gubernamental (su acrónimo en inglés es DOGE, el nombre de una criptomoneda con cara de perro con la que lleva años haciendo bromas y especulando) y ha abogado por reducir el presupuesto federal en «dos billones de dólares».
Ha sido el mercado el que ha dado una clara señal del peso que Musk comienza a ganar gracias a su cercanía con Trump: en la primera sesión de la bolsa tras la victoria del republicano, su firma de automóviles eléctricos Tesla se disparó en torno al 15 %, más que la gran banca, y eso permitió al magnate aumentar su patrimonio en unos 15.000 millones de dólares.
Trump ha expresado una «clara falta de apoyo a las soluciones respetuosas con el clima», pero Tesla, nacida como una alternativa limpia a los automóviles tradicionales, debe su subida en bolsa al convencimiento de que Musk tendrá «un papel importante en la nueva Administración, a pesar de que nada cambie para Tesla en lo fundamental», escribió en una nota el equipo de renta variable de Mirova (Natixis IM).
Musk es cofundador e inversor de numerosos negocios, pero hoy tiene responsabilidad en seis: Tesla (automóviles eléctricos), SpaceX (naves espaciales y satélites), X (red social), Neuralink (chips implantables en el cerebro), The Boring Company (infraestructuras y túneles) y xAI (inteligencia artificial).
Además, canaliza parte de su dinero a la filantropía con la Musk Foundation, que entrega becas para desarrollar sectores en los que invierte, como la inteligencia artificial y la exploración espacial, pero también las energías renovables, la pediatría y la educación científica, según su escueta página web.
Los negocios de Musk, en todo caso, son sensibles a las políticas de la Administración -se nutren en buena parte de contratos gubernamentales, y Tesla, en concreto, se beneficia de créditos fiscales por la compra de vehículos eléctricos- y a nivel legislativo ya contaba con aliados republicanos, que ahora son más y pueden propiciar regulaciones que beneficien a los diversos negocios de Musk, sea en exploración espacial o en inteligencia artificial.
El NYT compara el papel que puede tener Musk con el de otro magnate tecnológico, Peter Thiel, que tuvo influencia en el primer mandato de Trump, y recuerda que el virtual presidente ya ha moderado algunas posturas por influencia el fundador de SpaceX, por ejemplo en su recelo hacia los vehículos eléctricos, y afirmó que le ayudará.
Además del alinearse con Trump en temas económicos, Musk, autodescrito como un paladín de la libertad de expresión, se ha sumado a su ‘guerra cultural’, la cruzada conservadora contra las ideas progresistas o ‘woke’ en materia de inmigración o género, desde su red X, que probablemente seguirá usando de altavoz.
Por si hay alguna duda, arrimarse al hombre más poderoso de Estados Unidos no le permitirá acceder a la fruta más dulce del poder político, pues al ser nacido en Sudáfrica, Musk no podrá ocupar el cargo de presidente ni de vicepresidente. EFE
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