La obra de arte titulada A.I. God, creada por la robot humanoide Ai-Da, ha marcado un hito en el mercado del arte al ser la primera pieza realizada por un robot en venderse por más de un millón de dólares. La subasta, que se llevó a cabo en la prestigiosa casa Sotheby’s de Londres, resultó en un precio final de 1,08 millones de dólares, una cifra que supera con creces la tasación inicial de 180.000 dólares. Esta venta se considera un momento crucial dentro de la historia del arte moderno y contemporáneo, resaltando la conexión creciente entre la inteligencia artificial y el arte.
Ai-Da, quien es descrita como “la artista perfecta para discutir los desarrollos actuales de la tecnología y su legado”, según comentó Aidan Meller, creador de la robot, es capaz de generar ideas y expresar sus pensamientos en obras de arte. La robot “invita a la audiencia a reflexionar sobre la naturaleza divina de la IA y la informática”, aludiendo al sujeto de su obra, el matemático inglés Alan Turing, cuya representación invita a un diálogo sobre las “implicaciones éticas y sociales” de la tecnología avanzada.
Esta pieza de 2,2 metros (7,2 pies) de altura no solo es un retrato de Turing, sino que también se integra en un políptico de cinco paneles que Ai-Da presentó a principios de 2024 en la Cumbre Global AI for Good en Ginebra, según recoge información adicional. En este evento, su trabajo incluyó también una pintura de Ada Lovelace y un autorretrato, situando su arte dentro de un linaje de pensadores visionarios como Turing y Lovelace. El objetivo era ilustrar cómo las ideas de estos pioneros tecnológicos continúan influyendo en la creatividad humana y la identidad en una sociedad impulsada por la inteligencia artificial.
La obra de Ai-Da también se inspira en influencias del siglo XX, como las de Pablo Picasso y Doris Salcedo, explorando cuestiones como la autoridad y la fragilidad de la agencia humana a través de su estilo visual fracturado. Meller destacó que los “tonos apagados y los planos faciales rotos” de la pieza evocan los desafíos anticipados por Turing en los años 1950 sobre la gestión de la inteligencia artificial.
Una parte crucial de este evento es la reflexión sobre “¿Pueden las máquinas pensar?”, una pregunta central que propuso Turing y que Ai-Da, como reflejo de su visión, explora a través de su obra. La venta de A.I. God no solo posiciona a Ai-Da junto a los artistas contemporáneos, sino que además, su obra nos “obliga a confrontar la evolución de la definición de lo que significa crear, pensar y ser”.
Este momento en el mercado del arte no se limita a una mera transacción económica; se abre un debate más amplio en torno a los roles que la inteligencia artificial podría asumir en el futuro del arte y la creatividad humana. El impacto potencial y las promesas de tal evolución tecnológica invitan a la sociedad a reconsiderar qué significa ser creativo y cómo podría redefinirse la agencia humana en un mundo donde las fronteras entre humano y máquina son cada vez más difusas.
Ai-Da es el primer robot humanoide hiperrealista del mundo capaz de pintar y crear arte de forma autónoma, desarrollada por el especialista en arte Aidan Meller. Su creación representa un avance sin precedentes en la intersección entre tecnología y arte, utilizando algoritmos de inteligencia artificial que le permiten interrogar, seleccionar y tomar decisiones como un verdadero artista. Con una mano biónica que sostiene un pincel y ojos de cámara que capturan su entorno, Ai-Da puede observar y reproducir el mundo que la rodea en lienzos que requieren horas de trabajo meticuloso.
Más que un logro técnico, Ai-Da es también una reflexión ética. Meller destaca que su propósito no es simplemente crear un “pintor muy inteligente”, sino cuestionar el rol de la inteligencia artificial en el ámbito artístico. Según Meller, este proyecto surge como “comentario y crítica” frente al cambio tecnológico acelerado. La capacidad de Ai-Da para generar cuadros lleva a plantear una pregunta esencial: ¿queremos realmente que los robots creen arte? Este cuestionamiento se hizo evidente durante la primera demostración pública de Ai-Da pintando, en la que su creador desafió a los espectadores a reflexionar sobre la intromisión de la IA en esferas tradicionalmente humanas.
Ai-Da toma su nombre de Ada Lovelace, pionera de la informática, y fue concebida en Oxford por un equipo de programadores, robotistas, expertos en arte y psicólogos. Desde su presentación en 2019, la robot ha evolucionado de dibujar y escribir poesía a desarrollar complejas habilidades pictóricas, a través de una tecnología que se actualiza constantemente. Ai-Da incluso participó en la Bienal de Venecia de 2022 con una exhibición que exploró la relación entre experiencia humana y tecnología. (AFP)
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