Por Eduard Ribas i Admetlla |
Washington (EFE).- Todavía se desconoce quién se sentará en el Despacho Oval tras las elecciones de noviembre, pero cualquier persona puede visitar una réplica idéntica a tan solo unos metros de la Casa Blanca y ponerse por primera vez en la piel del presidente estadounidense por un día.
Se trata de ‘The People’s House’ (La Casa del Pueblo), un museo interactivo que abrió sus puertas en septiembre para mostrar de una manera nunca antes vista la historia y los secretos de la residencia presidencial más importante del mundo.
Ya es posible tomarse fotos en el escritorio de madera del mandatario, pasear por la columnata del Ala Oeste o participar en una elegante cena de Estado gracias a los espacios, objetos y hologramas de la exposición.
El museo, de entrada gratuita, es una iniciativa de la Asociación Histórica de la Casa Blanca, una fundación privada creada en 1961 por la entonces primera dama, Jackie Kennedy, para restaurar la mansión ejecutiva, muy degradada en aquella época, y preservar su legado.
Además de diseñar los ornamentos navideños, esta asociación tiene una importante tarea de divulgación sobre la historia de la Casa Blanca que, con la apertura de ‘The People’s House’, ha dado un nuevo salto.
El proyecto, que tuvo un coste de 85 millones de dólares, aspira a convertirse en una de las atracciones más populares de Washington, ciudad que en 2023 recibió a 26 millones de turistas, recuperando los niveles prepandemia.
Muchos no tienen la oportunidad de visitar la Casa Blanca (la original) porque se debe pedir cita con antelación a través de un congresista o una embajada. En total, unas 10.000 personas acceden cada semana a esos tours.
Para los que no tienen esa suerte, ‘The People’s House’ ofrece una alternativa a tan solo una calle de la Avenida Pensilvania 1600.
“Creemos que es muy importante tener un lugar para enseñar la historia de la Casa Blanca al lado de la Casa Blanca”, explica a EFE Luke Boorady, director del museo.
La exhibición arranca con una gran recreación de la fachada de la Casa Blanca, edificio planeado por el primer presidente del país, George Washington, e inaugurado en 1800 por su sucesor, John Adams.
Una maqueta gigante, al estilo de una casa de muñecas, permite conocer los diferentes salones de los tres pisos de la mansión a través de tecnología interactiva.
Se puede entrar en la sala del gabinete y escuchar discursos de Abraham Lincoln o Franklin D. Roosevelt; o sentarse en la mesa de una pomposa cena de Estado amenizada con actuaciones que artistas como Stevie Wonder o Montserrat Caballé dieron en la Casa Blanca.
Los presidentes van cambiando, pero el personal de la residencia permanece, por eso hay una galería que homenajea a los cocineros, jardineros y otros empleados.
Aunque el espacio más popular es, como no podía ser de otra forma, la recreación a tamaño real del Despacho Oval, donde no hay ningún detalle sin cuidar: “Es una representación exacta del que hay al otro lado de la calle. Ha sido todo un éxito”, explica el director.
El escritorio Resolute, utilizado durante décadas por los presidentes, es una réplica que cuenta incluso con la pequeña puerta por la que se asomó el hijo de John F. Kennedy en una de las fotos más famosas del Despacho Oval.
Tanto la decoración como las cortinas y los muebles son exactamente iguales que los que hay ahora en el despacho del presidente, Joe Biden, quien al llegar al poder en 2021 colocó un busto del activista César Chávez y la Biblia de su familia.
Pero esos objetos son temporales dado que el museo redecorará el espacio el próximo año según los cambios que haga el nuevo mandatario, ya sea la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump.
Los visitantes no pierden el tiempo y aprovechan para sentarse en el escritorio y tomarse fotos mientras fingen, entre risas, llamar por teléfono a un líder extranjero.
“Siéntese, señora presidenta”, se escucha a una mujer decirle a su amiga. Las elecciones del 5 de noviembre decidirán si Estados Unidos tendrá a su primera mujer presidenta, pero en ‘The People’s House’ eso ya es una realidad.
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