Por Eduard Ribas i Admetlla |
Washington (EFE).- Ignorante, incoherente o incluso fascista. Así retratan al expresidente de Estados Unidos Donald Trump muchos colaboradores que estuvieron bajo sus órdenes y que rompieron con él, lo que abre una gran incógnita: ¿De quién se rodearía el republicano si regresara a la Casa Blanca?
En caso de ganar el 5 de noviembre a la demócrata Kamala Harris, todo apunta a que Trump conformaría un segundo gabinete más leal y radical tras un turbulento primer mandato (2017-2021) que estuvo marcado por olas de dimisiones y despidos, muchos de ellos anunciados por Twitter.
El último en arremeter contra el republicano en la recta final de la campaña ha sido su ex jefe de gabinete John Kelly, quien ha calificado a Trump como “fascista” y le acusa de ser un admirador de Adolf Hitler.
Una treintena de antiguos colaboradores han sido críticos con el exmandatario, sobre todo después de que una turba de fanáticos trumpistas asaltara el Capitolio en 2021, y solo la mitad del que fuera su gabinete lo respalda en estas elecciones.
El listado de detractores es largo, iniciando por el que fuera su vicepresidente, Mike Pence, quien rompió con Trump después de que este le ordenara frenar la transición de poderes con el demócrata Joe Biden. Pence ha dicho que no votará a Trump.
La mayoría de críticas giran en torno a dos asuntos: su desconocimiento sobre el funcionamiento del gobierno y sus tendencias autoritarias, resume a EFE Carl Cavalli, experto en partidos políticos de la Universidad del Norte de Georgia.
“Muchos funcionarios se desilusionaron porque eran asesores o políticos con un perfil más tradicional y se dieron cuenta de que Trump desconocía cómo funciona el gobierno y tampoco le interesaba”, detalla.
John Bolton, su tercer asesor de Seguridad Nacional, cuenta a EFE que trabajar con el expresidente fue como “vivir dentro de una máquina de pinball” porque “no seguía una línea política coherente”.
“No podíamos mantenerlo concentrado. Tiene muy poca capacidad de atención en la mayoría de cosas”, detalla.
Trump, magnate inmobiliario de Nueva York que se hizo muy popular por un programa de televisión en el que despedía a gente, suele argumentar que él echaba a sus colaboradores porque hacían un mal trabajo y que ahora ya sabe con quién puede confiar si vuelve a gobernar.
Por ahora no ha dado casi detalles sobre quién le acompañaría, pero parece claro que premiaría la lealtad a ciegas, especialmente después de sentirse respaldado por un fallo del Tribunal Supremo que otorgó a los presidentes una amplia inmunidad judicial.
“El primer mandato estuvo rodeado de personas que intentaron frenar sus impulsos. Un segundo mandato estará poblado de leales que atenderán sus caprichos”, opina Cavalli.
Una de las figuras principales sería su vicepresidente, J.D. Vance, un senador que se opuso a Trump en el pasado pero luego se plegó a su voluntad, hasta el punto que, a diferencia de Pence, respalda el falso relato de un fraude electoral en 2020.
El republicano planea incorporar en su equipo de transición a Robert F. Kennedy Jr., que renunció a su campaña presidencial para respaldar a Trump, y ha prometido un cargo a Elon Musk, magnate que lo defiende a capa y espada en lo que antes era Twitter.
Para secretario de Estado suenan varios nombres, incluido el del senador Marco Rubio, defensor de la línea dura con Cuba y Venezuela, que fue finalista como posible vicepresidente.
Stephen Miller, un fiel asesor de Trump que está detrás de sus políticas antiinmigración, podría tener algún cargo importante, igual que Richard Grenell, su polémico exembajador en Alemania.
En cuanto al clan familiar, Trump colocó en la Casa Blanca a su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner, pero también se distanció de ellos. En su lugar han ganado influencia el primogénito, Donald Trump Jr., y su nuera Lara Trump.
Algunas de las críticas más feroces contra Trump provienen de los encargados de seguridad del país durante su mandato, como el exsecretario de Defensa James Mattis o el que fuera jefe de las Fuerzas Armadas Mark Milley, quienes lo consideran una amenaza para la Constitución.
En un gesto inédito, Trump ha cargado en esta campaña contra la cúpula militar del país porque la ve demasiado progresista: “La despediré”.
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