Halloween ha dejado de ser una celebración en la que solo los más pequeños salían a pedir golosinas mediante el ‘truco o trato’, para convertirse en una festividad popular tanto entre niños como entre adultos. Hoy, la integración de nuestros animales de compañía en las actividades cotidianas es tan común que los disfraces para mascotas llenan las tiendas físicas y online, en una muestra de cómo hemos empezado a tratar a nuestros perros y gatos como miembros de la familia. Sin embargo, esto plantea una pregunta importante: ¿es adecuado disfrazar a nuestros animales para Halloween?
A medida que esta festividad de orígenes precristianos se ha extendido por todos los países, la tendencia de disfrazarlos ha crecido significativamente. En 2023, los estadounidenses gastaron aproximadamente 700 millones de dólares (alrededor de 650 millones de euros) solo en disfraces para los animales con los que conviven. Los más comunes incluyen trajes de calabaza, de perrito caliente, de abejorro, de murciélago y de araña. Si bien a muchos tutores de animales les resulta encantador y divertido ver a su mascota vestida, los expertos señalan que debemos tener cuidado al decidir si hacerles participar o no en esta tendencia.
Respetar la dignidad de los animales
Annie Grossman, cofundadora de School for the Dogs en Nueva York, sostiene que gran parte de la tenencia de animales domésticos es genuinamente egoísta: “Tenemos animales más por nuestro disfrute que por su bienestar, y no puedo imaginar una sola razón por la que un perro o un gato querría ponerse un disfraz”. En la misma línea está Candace Croney, profesora en la Universidad Purdue, de Indiana, que añade que si bien no hay estudios directos sobre cómo los disfraces afectan a los animales, en el caso particular de los perros y de los gatos sabemos que reaccionan mal a estímulos nuevos y desconocidos, por lo que no es descabellado suponer que ante los disfraces experimentan el mismo sentimiento.
Es muy importante que todos los convivientes con animales domésticos entiendan que no comprenden el concepto de humor, el uso de disfraces o el simbolismo de las festividades como lo hacemos nosotros. Por tanto, imponerles un disfraz sin una introducción adecuada puede generarlos incomodidad y ser percibido como algo negativo, lo que termina por dañar la relación de confianza entre el animal y su cuidador.
Planificación y habituación
Si hemos decidido que nuestro animal de familia participará en Halloween, es crucial que lo hagamos con tiempo y con paciencia. Lo ideal es comenzar a familiarizar al animal con el disfraz dos o tres semanas antes del día de la fiesta. La mejor estrategia es crear una asociación positiva entre el disfraz y las recompensas, con un proceso gradual que debe comenzar con la presentación del disfraz en el suelo para que el animal lo olfatee y lo explore a su ritmo. Cada vez que se acerque y lo examine de manera tranquila, se le debe ofrecer una recompensa en forma de golosinas o caricias.
Tras dos o tres días repitiendo esta acción, el disfraz se coloca suavemente sobre su cuerpo sin abrochar, como si fuera una manta. Nuevamente, se le debe recompensar si se mantiene relajado. Después de otros dos o tres días, es el momento de ponerle el disfraz completo durante unos minutos. Poco a poco, se incrementa el tiempo que el animal lleva el disfraz, siempre prestando atención a sus reacciones. Si el perro o gato se muestra relajado, se puede continuar; si se muestra incómodo o nervioso, es recomendable dar un paso atrás en el proceso. El objetivo es que el animal asocie el disfraz con experiencias positivas y no como algo impuesto.
Pautas de seguridad
Aunque hayamos logrado que nuestro perro o gato tolere el disfraz, es fundamental asegurarnos de que el mismo sea seguro. Un disfraz apropiado no debe restringir la respiración, la movilidad, ni bloquear el campo visual, olfativo o auditivo del animal. Los disfraces que incluyen detalles pequeños, como botones, pompones o piezas de plástico, pueden representar un peligro de asfixia si el animal intenta morderlos o tragarlos. Igualmente, es importante evitar disfraces que generen calor excesivo, especialmente en climas e interiores cálidos o en animales con mucho pelaje.
Además, se deben evitar los complementos que cubran la cara, como máscaras, o que afecten la movilidad de las patas, como zapatos. Si apreciamos que el perro o gato se siente incómodo, lo más recomendable es quitarle el disfraz de inmediato.
No perder de vista las señales de estrés
El bienestar del animal debe ser siempre la prioridad, y es imprescindible estar atentos a las señales de estrés que manifiesten. Si el perro se lame nerviosamente los labios, tiembla, muestra el blanco de los ojos, sacude la cabeza o echa las orejas hacia atrás, lo mejor es retirar el disfraz inmediatamente y sacarlo de la situación que le provoca la ansiedad.
En el caso de los gatos, debemos prestar atención a los gruñidos, maullidos, movimientos rápidos y furiosos de cola, orejas echadas hacia atrás, lamerse los labios, pupilas dilatadas y ondulaciones cutáneas que atraviesen su columna.
Además, en ambientes muy concurridos, como una fiesta o el encuentro con otros animales disfrazados, es posible que se produzca lo que en inglés se denomina ‘trigger stacking’ o efecto acumulativo de estímulos estresantes. Esto ocurre cuando un animal ya nervioso se enfrenta a situaciones que elevan aún más su nivel de estrés, lo que puede llevarlo a reaccionar de manera agresiva.
Alternativas menos invasivas
Para quienes desean que su animal de familia participe en Halloween sin los riesgos asociados a los disfraces, existen opciones más respetuosas con el bienestar animal. Un simple pañuelo con motivos festivos, una pajarita o una correa decorada o incluso un collar con detalles de Halloween pueden ser suficientes para incluir a nuestro perro o gato en la celebración sin comprometer su comodidad ni su seguridad.
Es igualmente importante recordar que nuestros propios disfraces pueden asustar a las animales, ya que pueden no reconocer nuestras formas alteradas debido al vestuario o los nuevos olores asociados. Para evitarlo, es recomendable que el animal también se acostumbre de manera gradual a nuestra apariencia disfrazada, para que no lo perciba como una amenaza.
Aunque puede ser tentador vestir a nuestros animales para Halloween, es esencial hacerlo con cuidado, planificación y, sobre todo, respeto hacia su bienestar. Hay formas más seguras y menos invasivas de involucrar a nuestros animales de familia en la celebración, asegurándonos siempre de que se sientan cómodos.
Texto original de 20 minutos
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