Jorge Fuentelsaz y Patricia Martínez Sastre |
Jerusalén/Madrid, 15 oct (EFE).- El funcionario Zaher al Waheidi lidera la Unidad de Información del Ministerio de Sanidad gazatí, encargada de contar e identificar a las más de 42.200 personas que el Ejército israelí ya ha matado en Gaza.
Su obsesión: la precisión y verificación de las víctimas anónimas de esta guerra.
“Fuentes”, “verificación”, “contraste”, “hojas de cálculo”, “recolección de datos” son algunas de las palabras que más repite al teléfono Al Waheidi en una entrevista con EFE desde Gaza, insistiendo en la “exactitud” de las cifras que su Ministerio, controlado por el brazo político de Hamás, ofrece mensualmente.
Términos técnicos que, en la conversación, se intercalan con otras palabras que dejan entrever la realidad al otro lado del teléfono: “trozos de cuerpos”, repite Al Waheidi, causados por bombas pesadas capaces de desintegrar organismos humanos, “cadáveres” entre toneladas de escombros, al menos 10.000 personas “desaparecidas”.
“El registro y cálculo del número de asesinados es fruto de tres fuentes”, detalla Al Waheidi entre ecos e interrupciones de la señal telefónica.
La primera, la red de hospitales con una base de datos centralizada en el Hospital Al Shifa, en ciudad de Gaza, y “hojas de cálculo” elaboradas en cada uno de los demás centros que, en numerosas ocasiones, los funcionarios han tenido que recoger a mano.
La segunda, un nuevo sistema que permite a las familias proporcionar información sobre víctimas o desaparecidos a través de un enlace electrónico, que luego es verificada por médicos, jueces y policías.
Y la tercera, víctimas en morgues y recogidas por los equipos de emergencia como la Media Luna Roja Palestina.
“Cuando estalló la guerra (el 7 de octubre) fue fácil reunir información hasta el 10 de noviembre de 2023”, cuenta a EFE este funcionario, ingeniero de formación, que lleva 15 años trabajando en el Ministerio.
“Desde de ese día, el centro principal de recolección de datos del Ministerio colapsó por […] los ataques contra el Hospital Al Shifa, que destruyeron la base principal de datos así como la copia de seguridad”, dice.
El Ejército israelí asedió a principios de noviembre y tomó el control del Hospital Al Shifa, tras asegurar que sus instalaciones escondían un sofisticado “centro de mando y control” subterráneo de Hamás. Hubo decenas de muertos, pacientes y civiles desplazados fueron expulsados, pero el Ejército nunca demostró la existencia de dicho centro de comando.
A este le siguieron ataques contra otros hospitales del norte de Gaza: Al Ahli, Al Arabi, Al Awda, el Indonesio, Kamal Adwan… Un ‘modus operandi’ que la ONG Human Rights Watch urgió que fuera investigado como un crimen de guerra -ya que los centros médicos normalmente están protegidos por el derecho humanitario- y que, según Al Waheidi, provocó que el registro de fallecidos tuviera que realizarse a mano.
“En el Hospital Al Ahli, el registro se empezó a hacer manualmente cuando la conexión con la base de información centralizada (en Al Shifa) se cortó. Pero algunos días si llegaban muchos cadáveres era imposible registrarlos ni siquiera manualmente” y tan solo se apuntaba el número de muertos sin identificarlos.
Como consecuencia, llegaron a tener 20.000 cadáveres sin identificar, un cifra que según explica Al Waheidi fue descendiendo paulatinamente desde mediados de enero hasta alcanzar ahora los 6.000, o alrededor del 14 % del total de 42.200 fallecidos.
Israel, pese a desestimar en público la cifra de muertos proporcionada por las autoridades gazatíes, la usa como fiable en sus reuniones sobre la guerra. Pero dice que entre los muertos hay al menos 17.000 milicianos de Hamás, cifra que el grupo islamista calificó de equívoca.
Además de los fallecidos en bombardeos y ataques de artillería israelíes, existe una segunda categoría de muertes ‘indirectas’, todavía aún más silenciosas y provocadas por enfermedades o infecciones que no dejan de propagarse en la Franja.
Al Waheidi subraya que el ministerio no contabiliza este tipo de decesos provocados por agentes secundarios y que no están incluidos en la lista total. Según sus estimaciones, sin embargo, “al menos 8.000 personas han muerto por causas indirectas (asociadas) a la guerra”.
Los principales desencadenantes, enumera, son el cierre de pasos fronterizos como el de Rafah, que hasta la incursión militar israelí en mayo permitió que pacientes gazatíes fuesen tratados en el extranjero y la entrada de ayuda humanitaria.
Ante el bloqueo y la escasez de alimento, al menos 36 gazatíes han muerto de inanición y deshidratación en esta guerra, la mayoría de ellos bebés, y otros 3.500 niños están en riesgo.
Pero también menciona la escasez de medicamentos y la casi imposibilidad de tratar a miles de pacientes con hemodiálisis, cáncer o problemas cardíacos. A ello se suma la rápida transmisión de enfermedades contagiosas -como diarreas, gastroenteritis e infecciones respiratorias- entre cientos de miles de gazatíes desplazados, hacinados y con escasa agua potable.
“Cuántos pacientes de oncología no han podido ni siquiera ser diagnosticados […] Se han suspendido las pruebas de cribados para tumores. Existen muchas historias terribles”, se lamenta Al Waheidi.
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