Miami (EFE).- Los tripulantes de la misión Polaris Dawn, que esta semana hicieron historia al completar la primera caminata espacial privada y regresar a la Tierra, dijeron que se sintieron como exploradores del siglo XV en el Atlántico yendo “al fin del mundo”, y percibieron el espacio como un entorno hostil.
Pero esa sensación de amenaza “no debería interpretarse como un impedimento”, por el contrario, es una llamada para “estar a la altura del desafío”, dijo en una teleconferencia Jared Isaacman, comandante de la misión, quien protagonizó junto con la especialista Sarah Gillis la primera caminata espacial privada.
El piloto Scott Poteet y Anna Menon, ingeniera principal de operaciones y oficial médica de vuelo, completaron la tripulación, que se estuvo preparando por dos años y medios durante los que tuvieron que enfrentarse a “muchos altibajos”.
El grupo tuvo que adaptarse, explicó Isaacman, a un entorno espacial austero con desafíos físicos, mentales y emocionales únicos”, y si “mirar la Tierra fue especial, ver una nave espacial en la oscuridad del espacio fue algo impresionante”, añadió.
La misión despegó el martes pasado desde Cabo Cañaveral (Florida) y marcó también el hito de superar los 1.400 kilómetros de distancia de la Tierra, el viaje tripulado más lejano desde las misiones Apolo hace más de 50 años.
Durante su misión en órbita, la tripulación participó en la primera actividad extravehicular (EVA) usando trajes especiales desarrollados por SpaceX, la compañía del multimillonario Elon Musk.
Los tripulantes alabaron el resultado final del novedoso traje espacial de SpaceX que usaron, los datos que aporta para, ahora de vuelta en casa, “hacerlos mejores hasta que tengas trajes que la gente pueda usar algún día en la Luna o Marte”.
Describieron en la conferencia las pruebas de movimientos y respiración a las que se sometieron con los trajes puestos y completamente presurizados durante 20 minutos dentro de la nave Dragon, hasta la apertura manual de la escotilla por Isaacman y la sensación de frío inmediata.
“Cuando miras hacia afuera, hacia la oscuridad del espacio y ves tu nave espacial allí, te da la sensación de que eso no va a ser fácil. Es como si este fuera un entorno duro, muy amenazante… como si no fuera pacífico”, señaló, por su parte, Gillis.
El multimillonario Isaacman y Gillis estuvieron afuera de la nave durante “el tiempo posible en función del oxígeno disponible” antes de volver a entrar en el módulo.
Ambos realizaron inspecciones de todas las superficies de sellado y placas de cierre y mecanismos bisagra de la trampilla para asegurarse de que todo estaba bien.
Tras algo más de cuarenta minutos de preparaciones finales, la compuerta de la nave se abrió y salió de ella el comandante Isaacman, enfundado en uno de los trajes de la compañía de Elon Musk que se prueban en esta misión, en la que por primera vez un astronauta no perteneciente a una agencia espacial gubernamental camina por el espacio.
La misión completó su objetivos principales: pasar por un “apogeo elevado, aprender sobre el entorno de alta radiación y realizar una prueba de claridad de visión denominada EVA, para lo que el equipo tuvo que superar desafíos como la adaptación a la microgravedad.
Los cuatro miembros realizaron 40 experimentos científicos y de investigación a lo largo de los cinco días en órbita, cuyo monto no ha sido dado a conocer y recolecta fondos para el hospital infantil St. Jude. EFE
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