Eliza Cheng nació en el corazón de California, donde existe una pequeña ciudad llamada Loma Linda, conocida no solo por su comunidad unida, sino también por ser la única Zona Azul en los Estados Unidos. Las Zonas Azules son áreas geográficas donde se registra una longevidad excepcionalmente alta entre sus habitantes, un fenómeno que ha despertado el interés de científicos y expertos en salud de todo el mundo.
Loma Linda comparte esta categoría con otras cuatro regiones del mundo: la isla de Okinawa en Japón, la región montañosa de Cerdeña en Italia, la península de Nicoya en Costa Rica y la isla de Icaria en Grecia. Estos lugares han sido ampliamente estudiados debido a la extraordinaria longevidad de su población, quienes no solo alcanzan edades avanzadas, sino que lo hacen manteniendo una salud envidiable.
En Loma Linda, la longevidad no es simplemente un accidente geográfico, sino el resultado de un estilo de vida profundamente arraigado en la comunidad. Este lugar es hogar de una gran población de adventistas del séptimo día, un grupo religioso que sigue estrictos principios de salud y bienestar. Entre estos principios se encuentran la adopción de una dieta basada en plantas, la abstinencia de alcohol y tabaco, y un fuerte enfoque en la espiritualidad y la vida en comunidad.
Las investigaciones realizadas en estas regiones han revelado que, a pesar de sus diferencias culturales y geográficas, las Zonas Azules comparten ciertos patrones de estilo de vida que parecen contribuir a su longevidad. Los residentes de estas áreas tienden a llevar dietas ricas en vegetales y bajas en alimentos ultraprocesados, practican actividad física regularmente de manera natural, y tienen fuertes lazos sociales. Además, el manejo del estrés y el sueño adecuado son componentes esenciales de su rutina diaria. Estas prácticas colectivas no solo mejoran la calidad de vida, sino que también parecen extender su duración, ofreciendo lecciones valiosas para aquellos que buscan vivir más y mejor.
“Basándome en los principios de la longevidad y la investigación de las Zonas Azules, animo a mis clientes a centrarse en una nutrición equilibrada, el desarrollo de mecanismos de afrontamiento saludables para la gestión del estrés y un sueño adecuado”, afirmó Eliza Cheng, nutricionista de la Universidad de Loma Linda, en su columna en CNBC. La experta, que basa su trabajo en el gran énfasis que su comunidad de Loma Linda pone en la salud y la nutrición, identificó el ultraprocesado que siempre evita: las bebidas energéticas.
Los ultraprocesados son productos, no alimentos; es decir, son preparaciones industriales comestibles que están elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos. Suelen tener listas interminables de ingredientes y entre ellos se encuentran materias primas refinadas: azúcares, harinas, grasas, sal, aditivos, edulcorantes, colorantes, emulsiones, potenciadores del sabor, etc.
Según detalla en su columna Cheng, las bebidas energéticas han ganado popularidad en los últimos años, promocionadas como soluciones rápidas para aumentar la energía, mejorar la concentración y potenciar el rendimiento físico. Sin embargo, advirte, estos productos pueden representar un riesgo significativo para la salud, especialmente cuando se consumen de manera regular. A pesar de su atractivo, las bebidas energéticas están cargadas con ingredientes que pueden tener efectos adversos tanto a corto como a largo plazo.
“Uno de los principales ingredientes de muchas bebidas energéticas es la cafeína. Aunque puede mejorar el estado de alerta y la concentración, su consumo excesivo puede tener efectos adversos como el aumento del ritmo cardíaco, la hipertensión y la ansiedad”, alerta la experta. y agrega: “Puede alterar los patrones de sueño, lo que puede provocar fatiga y una mayor dependencia de estas bebidas”.
Además, explica, las bebidas energéticas pueden aumentar el azúcar en sangre y la inflamación: “Una lata típica de bebida energética suele contener hasta 30 gramos de azúcar por ración. Demasiado azúcar puede contribuir a diversos problemas de salud, como una mayor inflamación y problemas dentales”.
Cheng advierte que estos productos pueden incluir otros estimulantes como guaraná y taurina. “Si bien estos ingredientes son generalmente reconocidos como seguros, sus efectos combinados con la cafeína no están tan bien investigados y pueden plantear riesgos adicionales para la salud”, alerta.
“Mi objetivo final es animar a mis pacientes a prestar atención a los alimentos que les aportan energía y ayudarlos a evitar los alimentos ultraprocesados y carentes de nutrientes clave”, afirma en su columna.
La influencia de una buena nutrición va más allá de la salud física; también afecta el bienestar mental y emocional. Una dieta equilibrada contribuye a mantener la estabilidad del estado de ánimo, mejorar la función cognitiva y reducir el riesgo de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, explica. En las Zonas Azules, agrega, esta conexión entre la dieta y la salud mental es evidente, ya que los habitantes disfrutan no solo de una vida larga, sino también de una vida plena y feliz.
¿Qué es una Zona Azul?
Una “zona azul” es un área geográfica específica donde se observa una longevidad excepcionalmente alta entre sus habitantes. Estas regiones han sido identificadas y estudiadas por su alto porcentaje de personas que superan los 90 y 100 años de edad.
Las investigaciones sobre estas zonas azules se centran en comprender los factores biológicos, ambientales, dietéticos y socioculturales que contribuyen a la longevidad y a la reducción de enfermedades crónicas.
Los 9 hábitos de las personas en las Zonas Azules para vivir 100 años
Importancia de la nutrición en la longevidad
La nutrición juega un papel crucial en la determinación de la calidad y duración de vida, un hecho que se evidencia claramente en las prácticas alimenticias de las Zonas Azules. Estas regiones del mundo, conocidas por la longevidad de sus habitantes, ofrecen lecciones valiosas sobre cómo una dieta bien equilibrada puede influir significativamente en la salud a largo plazo.
En las Zonas Azules, las dietas se caracterizan por ser predominantemente basadas en plantas, con un alto consumo de frutas, verduras, legumbres y granos enteros. Estos alimentos proporcionan una amplia gama de nutrientes esenciales, como vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, que son fundamentales para mantener un cuerpo sano y prevenir enfermedades crónicas. Por ejemplo, la fibra de los granos enteros y las legumbres no solo ayuda a la digestión, sino que también regula los niveles de azúcar en la sangre y reduce el riesgo de enfermedades cardíacas.
Además, estas dietas tradicionales tienden a incluir porciones moderadas de proteínas de origen animal, generalmente en forma de pescado o pequeñas cantidades de carne. Este enfoque equilibrado proporciona los aminoácidos esenciales necesarios para el mantenimiento muscular y la reparación de tejidos, sin los riesgos asociados con el consumo excesivo de carnes rojas y procesadas, que se ha vinculado con enfermedades como el cáncer y las afecciones cardíacas.
Texto original de Infobae
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