Jairo Mejía |
Chicago (EE.UU.) (EFE).- Con la nominación como candidata presidencial del Partido Demócrata, la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, llega al punto álgido de su carrera política con el desafío de mantener el impulso para ganar al expresidente republicano Donald Trump, que mantiene amplias opciones de victoria.
Harris y Trump no solo empatan en las encuestas, sino también en el número de televidentes que se conectaron a sus respectivos discursos de aceptación de la nominación de sus partidos.
Los primeros datos de audiencia dan alrededor de 22 millones de televidentes al discurso del expresidente Barack Obama el segundo día de la Convención Nacional Demócrata y seguramente ponga a Harris al nivel de los más de 28 millones que tuvo Trump el mes pasado en el punto máximo de su discurso de aceptación.
Pero la del jueves fue la noche de Harris y la aprovechó para presentarse a los estadounidenses como una persona con “sentido común”, empática, una política curtida que puede ser comandante en jefe y que está lista para abordar los problemas de la clase media.
En los detalles también mandó su mensaje a los hogares estadounidenses, con un traje azul oscuro que contrastaba con el fondo dorado del escenario y con los atuendos blancos de las mujeres de la audiencia en homenaje al movimiento sufragista.
Tanto con esa selección de vestuario, como con su discurso, Harris quiso pasar de puntillas por el hecho de que si gana las elecciones el 5 de noviembre será la primera mujer presidenta de la historia del país, algo en lo que la campaña no quiere enfocar el mensaje.
Durante cuatro días, esta convención tuvo un gran despliegue técnico y una puesta de escena muy cuidada, pero una vez que las luces se apagaban no estaba carente del mismo drama que ha plagado al partido en los últimos dos meses y que precipitaron la renuncia a la reelección de Joe Biden hace algo más de un mes.
Aliados del presidente han expresado en privado su inconformidad con el hecho que en el primer día el discurso de Biden, una emotiva despedida de una carrera política de medio siglo, se retrasara casi una hora y empezara a las 23.25 hora local de Chicago, fuera del ‘prime time’ de la costa este.
Biden entregó a Harris su apoyo y una campaña joven, bien financiada y con la inercia de lo que parecía un segundo mandato; a cambio los expresidentes Barack Obama y Bill Clinton así como la propia Kamala expresaron su apoyo al octogenario mandatario que, como incidieron, ha sido de los más efectivos en muchos años al sacar a EE.UU. de la pandemia con una fuerza que sorprende a los economistas.
Algunos analistas, sobre todo desde el lado conservador, consideraron este viernes que el discurso de Harris no vino muy cargado de propuestas políticas y que se enfocó en mostrar a una gestora competente y mesurada en contraste con Trump.
El hecho de que en uno de los compases de la gala de anoche, un espectáculo de comunicación política sin parangón en el mundo, la actriz Kerry Washington tuviera que explicar a la audiencia como pronunciar correctamente Kamala es una muestra de los desafíos a los que se enfrenta su campaña.
Con solo 74 días para las elecciones, la campaña Harris-Walz está obligada a apretar el acelerador y poner orden en un equipo que ha incorporado talento que trabajó en las exitosas campañas de Obama.
Si Harris consigue mantener el impulso de estas dos primeras semanas de campaña (el 7 de agosto presentó a su compañero de fórmula, Tim Walz) y gana en estados claves como Pensilvania, la californiana, hija de una india y un jamaicano, hará historia.
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