Laura Zornoza |
Bruselas (EFE).- Al subir la escalera mecánica que lleva al tercer piso del edificio principal del Parlamento Europeo en Bruselas, el centro neurálgico de la institución, un enorme cartel dice “Welcome” a los recién llegados. Al lado, en una mesa, un paciente funcionario empieza a orientar a quienes pisan por primera vez la Eurocámara como eurodiputados electos.
Ya en la pasada legislatura, seis de cada diez eurodiputados en julio de 2019 eran totalmente nuevos en la capital comunitaria.
Algunos son principiantes en la política, pero muchos otros vienen de cargos de responsabilidad en sus países y, pese a ello, viven los primeros días con la intensidad de cuando todo es nuevo, enorme y algo abrumador.
“Hay una cosa que me gusta mucho y es que se camina bastante. En España, entre unas cosas y otras de trabajo, el despacho o las reuniones, no andas tanto. Aquí está muy bien, porque trabajas pero andas”, bromea la socialista Hana Jalloul, una de las españolas que llegan por primera vez como eurodiputadas electas.
La inmensidad de la sede parlamentaria, con varios edificios conectados entre sí por pasarelas, cientos de despachos y hasta 14 pisos de altura en algunas zonas, es una de las primeras cosas que llama la atención al recién llegado.
“Estoy aprendiendo a cada minuto. Es un edificio súper grande, con muchísimas zonas distintas y estoy aprendiendo a dónde ir para cada cosa”, comparte también Carmen Crespo (PP), que estrena escaño.
Ni Jalloul ni Crespo son nuevas en la política: la socialista ha sido secretaria de Estado de Migraciones, diputada en la Asamblea de Madrid y en el Congreso de los Diputados, mientras que Crespo viene de ser consejera de Agricultura de la Junta de Andalucía y también ejerció como delegada del Gobierno en esa región en la etapa de Mariano Rajoy.
En la Eurocámara, sin embargo, toca empezar con esa gestión de bienvenida en la que, tras registrarse en una aplicación interna, pueden coger “cita” con un funcionario de la institución que les acompaña a hacerse por primera vez la acreditación de acceso, a enseñarle las zonas clave del Parlamento Europeo y ayudarle en los primeros pasos.
“Te piden un montón de documentación, obviamente: de dónde vienes, cuál ha sido tu declaración de la renta, cuál es tu patrimonio, las incompatibilidades lógicas”, explica Crespo.
A Halloul, por su parte, los primeros días se le han pasado entre las primeras reuniones del grupo socialdemócrata o de la delegación socialista española y entrevistar a las personas que van a conformar su equipo, clave para el trabajo de los eurodiputados.
“Hay mucha burocracia que hacer, (estoy) intentando organizarme lo antes posible para tenerlo todo más o menos en una semana”, cuenta la socialista, que cree que ya ha dejado la conformación de su equipo “bastante arreglada” y que eso era lo que más le importaba.
Crespo se está apoyando mucho en sus compañeros que ya estaban en la legislatura anterior, como su paisano y amigo Juan Ignacio Zoido. “Estamos en sus despachos para poder estar con ellos y hacer todos los trámites adicionales”, explica la popular andaluza, que cree que se le puede “sacar mucho jugo” a estar en el Parlamento Europeo.
Pasado todo el laberinto burocrático, el siguiente paso es zambullirse en las negociaciones internas de sus grupos para decidir en qué comisiones parlamentarias quieren trabajar durante los próximos cinco años: hay una veintena y cada diputado pertenece -habitualmente- a una, dos o tres como miembro titular, además de ser suplente en otras.
Tanto Crespo como Halloul tienen muy claro en qué quieren centrar su atención para su etapa europea: la andaluza quiere responsabilidades en la comisión de Agricultura para llevar a Bruselas su experiencia como consejera autonómica, mientras que la aragonesa-libanesa buscará seguir vinculada a los asuntos exteriores y aportar sus tablas como secretaria de Política Internacional y Cooperación al Desarrollo del PSOE.
“Me ha sorprendido que para los temas determinados se buscan los eurodiputados de cualquier formación política para poder acordar los asuntos. Aunque tú tengas un criterio por partido, lo que está claro es que el eurodiputado tiene el poder y la posibilidad de acordar temas con otras formaciones que nada tienen que ver con la tuya. Se hace mucho más aquí que en otros parlamentos”, destaca Crespo, que ve este sistema “complejo” pero a la vez “enriquecedor”.
Para Jalloul, que antes de atender a EFE conversaba en árabe con su compañero neerlandés en el grupo socialdemócrata Mohammed Chahim, venir al Parlamento Europeo es “como venir a casa”. “Yo he trabajado muchos años fuera, siempre he tenido una vocación muy internacional. Me siento bien, me gusta, me gusta mucho trabajar y vivir fuera”, asegura. EFE
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