Quito (EFE) · Tres libros: ‘El origen de las especies’, de Charles Darwin; la Biblia, y las ‘Mil y una noches’, inspiraron a la cineasta ecuatoriana Tania Hermida para crear ‘La invención de las especies’, una película filmada en las Islas Galápagos, que muestra una cara más humana de un archipiélago famoso por su biodiversidad.
Sin ser una saga -pues no comparte los mismos personajes– la película completa lo que Hermida llama una «trilogía«, que comenzó con el largometraje ‘Qué tan lejos’ y siguió con ‘En nombre de la hija’, en las que sus protagonistas experimentan «momentos de transición y crecimiento».
En la más reciente película, Carla, la protagonista que cambia su nombre a ‘Isla’, está de duelo y por ello queda sin palabras «en términos literales y metafóricos«, dijo a EFE Hermida, que abordó el tema «por el momento de crecimiento y mutación» que suele provocar el dolor.
Y por ello también filmó a mil kilómetros de las costas continentales ecuatorianas, en el archipiélago de Galápagos, donde ve «la mutación como estrategia de sobrevivencia».
Con el duelo como metáfora de partida de la historia, Hermida pone en valor la necesidad de adquirir herramientas para narrar.
«Al llegar a la adolescencia, al tener contacto en la isla con una serie de criaturas, (Carla) adquiere el poder de narrar y, por lo tanto, de vivir el duelo significativamente», explicó.
Carla, que cambia su nombre para distanciarse de sí misma y ver su historia con otros ojos, comparte escena con Pablo, conocido como ‘Wiki’, un diminutivo del mote Wikipedia, porque sabe de todo.
Además, con el isleño ‘Darwin’, un guiño de Hermida al científico británico Charles Darwin, que en Galápagos se inspiró para desarrollar su teoría de la selección natural y evolución de las especies.
Hermida (1968) filmó en la isla Isabela, la más grande del archipiélago de Galápagos, al considerarlo un lugar «muy fértil» en historias humanas, más allá de la riqueza científica y de la biodiversidad, que llevaron a la Unesco a declararlo en 1978 como el primer patrimonio natural de la humanidad.
«Las islas tienen el potencial de llevar rasgos de la especie humana a su extremo», dijo al señalar que en Galápagos «ha habido históricamente experimentos de convivencia de los más extremos».
Y es que en Isabela hubo una cárcel, en donde se construyó el ‘Muro de las Lágrimas’ (que aparece en la película), mientras que en lo que ahora es San Cristóbal, la isla más oriental del archipiélago, hubo el ingenio azucarero más grande de principios del siglo XX, en el que se rebelaron los trabajadores.
Esas y otras experiencias le hicieron pensar en Galápagos como «un laboratorio de convivencia humana que, en poco tiempo muestra todo su potencial destructivo, en algunos casos, y de sobrevivencia, en otros».
Filmada en 2020, en plena pandemia de la Covid-19, la película, una coproducción con Cuba, es una historia particular porque Carla, no es un personaje de las Galápagos, pero cuando llega a las islas, muta, «como las iguanas, que para sobrevivir mutaron en criaturas marinas«.
La película se estrenó ayer en el marco del Festival Internacional de Cine de San Francisco, el más antiguo de Estados Unidos, donde, además, recibirá el ‘Sloan Science on Screen Award’.
Con un juego narrativo que entrelaza los tres libros, la trama de la película se desarrolla en siete días, inspirada en el Génesis, para envolver a Carla en un proceso de transformación y creación.
De ‘Las mil y una noches’, Hermida rescató la importancia de narrar para sobrevivir en términos psíquicos: «Si no somos capaces de narrar y, por lo tanto, de enganchar al otro de la historia que estamos contando, no sobrevivimos como especie», consideró.
Y por ello, en el largometraje, que se estrenará en cines ecuatorianos a inicios de mayo, aparece en escena una curandera, la memoria literaria de las islas en la película, y cuya «forma de sanar es contar historias». EFE
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