Los niveles de estés pueden aumentar si en el ambiente hay ruidos, ajetreo y alboroto. Viajar para salir de ese entorno puede funcionar, pero se tiene que saber a dónde ir. Las ciudades no suelen tener sitios lo suficientemente tranquilos para escapar del bullicio, aunque en esta lista hay una excepción.
Ya sea en medio de una abundante naturaleza, o de un desierto inhóspito “abrazar la calma a través de los siguientes lugares no solo es tendencia, sino que también invoca la promesa de inducirnos a una tremenda paz a través de paisajes y refugios donde el silencio tan solo se ve interrumpido por el vuelo de un ave tropical”.
La prestigiosa revista de viajes, Condé Nast Traveler, realizó una selección de los 5 destinos más silenciosos.
Sinharaja Forest (Sri Lanka)
En este bosque impera el silencio. Ubicado en la isla Sri Lanka al sur de Asia, Sinharaja es un santuario para más de la mitad de las especies endémicas del país. Fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1978 debido a su diversidad biológica y, diez años después, fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
Es uno de los últimos bosques vírgenes de toda la isla debido a su inaccesibilidad, lo cual salvó a toda la fauna y flora que habita allí. Gracias a la presencia de tantos animales e insectos, lo único que disturba el silencio son los sonidos que estos provocan.
Sin embargo, añaden a la serenidad de este maravilloso lugar.
Père Lachaise (París)
Ya sea para aficionados del necroturismo, o para las personas que aprecien un lugar de quietud en medio de una ciudad ruidosa, este cementerio es ideal. Irrumpe en la capital francesa que está constantemente repleta de personas y bullicio, para brindar calma.
La prestigiosa revista de viajes, Condé Nast, cuenta que allí “reposan los restos de iconos como Edith Piaf o Maria Callas” y que es “un museo al aire libre, parque de los parisinos pero también un reducto de paz y sosiego”. Sin dudas es digno de visitar si se viaja a París.
Valles Secos de Mcmurdo (Antártida)
En este paisaje helado se encuentran los valles más secos de todo el planeta. Estos valles componen la zona más grande de la Antártida que no está cubierta de hielo, debido a su aridez que proviene de los vientos fríos que caen en picada a grandes velocidades y evaporan todo tipo de humedad. Tampoco sobrevive la vegetación ni cuerpos de agua que alojen vida. Son kilómetros de un escenario estático.
Un elemento peculiar que le brinda color al panorama son las llamadas cataratas de sangre. Es un flujo de óxido de hierro que desciende por la lengua glaciar cercana a los valles. Recibió su nombre por su característico color rojo, similar a la sangre.
Dunas de Kelso (Desierto de Mojave, Estados Unidos)
No hay autos que perturben la tranquilidad. En el desierto californiano solo se escuchan el viento levantando la arena y, a lo lejos, aullidos de alguna manada de coyotes que se encuentre por ahí.
Las dunas llegan a medir 200 metros de alto. Algunas de ellas son “migratorias”, es decir, son erosionadas por el viento. Otras son estáticas y permanecen decorando el horizonte.
Cuarzo rosa, en pequeñas cantidades y finas partículas, cubren las dunas y las tiñen levemente. Es un paraíso en donde domina la calma.
Camino de Kumano (Japón)
Este sendero es representativo de Japón. Es una de las rutas de peregrinaje más populares en el país oriental. En su trayecto une a 3 santuarios conocidos grupalmente como Kumano Sanzan: Hongu Taisha, Hayatama Taisha y Nachi Taisha. Es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La vegetación que lo rodea y la paz que ofrece son perfectas para realizar este camino sumergido en espiritualidad e historia, ya que cuenta con más de mil años de antiguedad.
Texto original de Infobae
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