Falta apenas más de un mes para que se lleve a cabo la tradicional -y siempre atractiva para millones de personas- entrega de los premios Oscar, tal vez el galardón más popular del mundo del cine a nivel global. Como cada año, hay películas que acumulan varias nominaciones, actores y actrices que van por un reconocimiento postergado y otros que van por una nueva consagración. Hay directores que pueden batir algún récord inédito y otros que, ya reconocidos, llevaron su nombre a un punto todavía más alto dentro de su trayectoria artísica. Y hay, como telón de fondo de muchas de las películas de las que habla el mundo entero, libros. Libros inspiradores.
Una tragedia colectiva que recupera la historia de los sobrevivientes de los Andes, una comedia futurista que reivindica las posibilidades de goce de una mujer en plena Inglaterra victoriana y una investigación sobre el asesinato masivo de indígenas en Estados Unidos para apropiarse de sus tierras, componen las tramas de los libros que inspiraron las películas que fueron nominadas a los Oscar 2024, al igual que la biografía que rescata la figura de Robert Oppenhaimer, ideólogo de la bomba atómica.
Una mujer sin límites morales
Empecemos por la multipremiada Pobres criaturas. Se trata de una adaptación de la novela de igual nombre de Alasdair Gray (1934-2019), el narrador escocés que influyó a escritores como Irvine Welsh, autor de Trainspotting, y Anthony Burgess, de La naranja mecánica, quien consideró a Gray como el novelista escocés más importante desde Sir Walter Scott.
En la novela, Gray presenta varios relatos contrapuestos de la vida de Bella Baxter. En una versión, se afirma que el Dr. Godwin Baxter intercambió el cerebro de una mujer ahogada con el de su feto recién nacido, creando una adulta infantil sin sentido del decoro moral, que se embarca en un desinhibido viaje de descubrimiento.
En la película, dirigida por el realizador griego Yorgos Lanthimos, Emma Stone interpreta a Bella, una mujer díscola y caracterizada por su deseo en exceso, ya que no tiene filtros ni vergüenza porque su mente funciona como la de un bebé. Es una maravilla científica femenina que escapa de su esposo abusivo a través de un incidente de ahogamiento. Willem Dafoe interpreta al excéntrico y talentoso científico Godwin, quien usa a su hijo no nacido en el vientre de Bella para reemplazar su propio cerebro y así resucitarla.
Lanthimos, que vive desde hace muchos años en Londres, llegó a conocer personalmente a Gray para adaptar la novela en 2011. “Fue increíble porque es muy cinematográfica”, dijo el director en una entrevista con The Guardian. “Es complicado, pero se ve claramente que aquí hay una película. Así que en cuanto me enteré de que no se había hecho me fui a Escocia a conocerlo, y cuando llegué estaba allí en la puerta, poniéndose la chaqueta. Me dijo: ‘¡Sígueme!’ y empezó a enseñarme Glasgow, ¡muy rápido! Porque la novela transcurre en Glasgow, y ese era su mundo. Luego volvimos a su casa y me dijo: ‘Creo que eres un joven con talento y me encantaría que quisieras hacer mi película’. Volví al tren y regresé a Londres. Nunca volvimos a hablar del tema”.
Gray, que se describió a sí mismo como un “un creador de objetos imaginados”, y cuya literatura combina realismo, fantasía y ciencia ficción, escribió además de novelas y cuentos, obras de teatro, poemas y crítica literaria. Fue artista plástico y sus murales aun se observan en las paredes de Glasgow. Fue además diseñador e ilustrador de sus propios libros y de otros escritores.
La impronta de ciencia ficción y futurismo que rodea a Pobres criaturas -publicada en 1992 por el sello Anagrama- puede encontrarse en toda la narrativa de Gray: su famosa y primera novela Lanark, que está ambientada en parte en el Glasgow de los años 1940 y 1950 y en un mundo de pesadilla donde las reglas normales de la realidad parecen, como casi todo lo demás, haberse roto. Janine (1984), su segunda novela, aborda la vida de un alcohólico, profesional de seguridad, que yace en la cama de su hotel construyendo elaboradas fantasías sexuales en un intento de bloquear recuerdos dolorosos de su propia vida.
¿Culpable o inocente por la bomba atómica?
Transformado en un drama histórico, Oppenheimer -nominada a 13 Oscars- se inspiró en la biografía Prometeo americano (American Prometheus) de 2005, escrita por Kai Bird y Martin J. Sherwin durante veinticinco años, sobre el físico teórico y director del laboratorio de Los Álamos del Proyecto Manhattan, J. Robert Oppenheimer.
El libro, que ganó numerosos premios, incluido el Premio Pulitzer de Biografía de 2006, profundiza en varios aspectos de la vida del físico dentro y fuera del Proyecto Manhattan, su vida temprana, ambiciones, ideas, relaciones con otros físicos, audiencias de seguridad e impacto de la bomba.
En la película, dirigida por Christopher Nolan y protagonizada por Cillian Murphy, uno de los temas centrales es si los científicos son responsables o no, y en su íntima conciencia, del uso que los políticos puedan hacer de sus invenciones. Cuando el presidente Harry Truman (Gary Oldman, casi irreconocible), en su despacho oval con un retrato colgado del General San Martín -se lo ve en dos tomas- reciba a Oppenheimer tras el bombardeo atómico a Hiroshima y Nagasaki, será claro. “No importa quién inventó la bomba atómica, sino quién la lanzó”.
La película, de tres horas de duración, abarca la creación de la bomba por Oppenheimer cuando está al frente del Proyecto Manhattan, junto a una comunidad científica que vivió en un laboratorio secreto y una ciudad construida en medio de la estepa de Los Álamos.
Cuando el físico advierte que la carrera armamentista pone en peligro a la humanidad, se opone al arma termonuclear (la bomba de hidrógeno) y es llevado ante una comisión por cargos de espionaje, por su simpatía con el comunismo en el pasado.
En la película se lo muestra como un joven de una rica familia judía propenso a la depresión, con afinidad con las ideas de izquierda y el comunismo, partido al que jamás se afilió, aunque su hermano y su cuñada sí lo estaban.
Esa simpatía por el comunismo le traerá dolores de cabeza, a pesar de haber sido considerado un héroe estadounidense y en buena parte él mismo logrado el final de la Segunda Guerra Mundial con su invención de la bomba atómica.
Uno de los crímenes más siniestros de Estados Unidos
El libro Los asesinos de la luna: petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI del escritor y periodista neoyorkino David Grann, quien aborda la investigación de una ola de asesinatos de indios osage ocurridos a principios de la década de 1920, inspiró al icónico Martin Scorsese a filmar la homónima Los asesinos de la luna, que alcanzó 11 nominaciones.
Considerado uno de los crímenes más siniestros de la historia de Estados Unidos, Grann determinó en su investigación que el número de víctimas fue muy superior a la cifra oficial de veinticuatro dada en la época y que se extendió durante un período mucho más largo al considerado entonces —de 1921 a 1925—. La inmensa mayoría de los asesinatos no han sido resueltos.
El libro fue finalista del Premio Nacional del Libro 2017 y llegó a ser número 1 en The New York Times Best Seller list. Scorsese construye una trama que se ancla en el dilema moral que encierran los asesinatos y para ello elige a Robert De Niro, como Hale, un hombre rico que se jacta de llevarse bien con la comunidad Osage, y encarna un plan siniestro. Para lograrlo elige a su sobrino Ernest -Leonardo DiCaprio- quien luego de haber sido cocinero en la Primera Guerra Mundial, llega a Oklahoma, y lo incita a que se case con una de las nativas, Mollie (Lily Gladstone).
Por una cuestión de “tutela”, para poder acceder a su dinero los Osage tienen que contar con un consignatario blanco. Pero si Mollie y su familia muere, las propiedades pasan a ser de Ernest y de Hale, con lo cual se urde un plan que deriva en la tragedia para los indígenas, debido a la codicia, ambición y racismo de los blancos.
Un pacto de entrega que nunca se repitió
Nominada al Oscar como mejor película extranjera, La sociedad de la nieve, inspirada en el libro del mismo nombre del periodista y escritor uruguayo Pablo Vierci, conmovió por la adaptación del español Juan Antonio Bayona sobre la tragedia ocurrida hace 51 años, en los Andes, cuando un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló contra una montaña mientras sobrevolaba la cordillera en dirección a Santiago (Chile).
En el avión iban 45 pasajeros, entre ellos los miembros del equipo de rugby Old Christians Club, junto con algunos familiares y amigos, y luego de 72 días de estar perdidos, el 22 de diciembre de 1972, 16 personas pudieron regresar con vida, mientras que las otras 29 fallecieron.
Tanto el libro como la película abordan las formas de subsistir que encontraron los protagonistas de la tragedia, en condiciones inhóspitas, a más de 3.600 metros de altura y con una temperatura que por momentos descendía a 30 grados bajo cero, donde la solidaridad primó por encima de los individualismos ante una situación límite por sobrevivir.
“Tras medio siglo madurando y aprendiendo las lecciones detrás de la tragedia y la adversidad que vivieron, en un escenario desmesurado y solitario, perdidos en medio de la nada, abandonados por el mundo, quienes sobrevivieron lograron crear una sociedad diferente a todas las conocidas, marcada por un pacto de entrega mutua”, dice Vierci en la contratapa del libro.
Una película definida como “un Gran Hermano nazi”
Otra de las nominadas a mejor película es La zona de interés (The zone of interest) basada en la novela del mismo nombre del británico Martin Amis (1949-2023), publicada en 2015 y reinterpretada por el realizador Jonathan Glazer.
Polémica en su momento por su tono, se publicó tardíamente en países como Francia y Alemania y narra la cotidianidad de un comandante nazi y su familia a pocos metros del campo de concentración de Auschwitz.
La película, que se estrenará en Argentina a mediados de este mes con el título de Zona de interés, recupera la historia del comandante de Auschwitz, Rudolf Höss, y su esposa Hedwig, mientras se esfuerzan por construir una vida de ensueño para su familia en una casa con jardín y pileta junto a Auschwitz, resignificando aquel concepto de la “banalidad del mal” que concibió Hannah Arendt.
La obra de Amis -autor de catorce novelas, dos colecciones de relatos y ocho obras de no ficción- se presenta narrada desde la perspectiva de varias voces, lo que brinda al lector una visión multifacética de situaciones y personajes, para comprender los dilemas morales y psicológicos de la trama.
Glazer llevó ese recurso a la pantalla a partir de escenas captadas con cámaras fijas ubicadas en distintos puntos de la casa, lo que denominó “un Gran Hermano nazi”.
Amis, fiel a su estilo, asume en la novela un tono satírico y con elementos de humor negro para afrontar temas complejísimos y es justamente esta mirada provocadora la que le permite al autor enfatizar en su visión sobre la naturaleza del mal y la moralidad y, además, cuestiona la autoridad, la obediencia y aborda la capacidad humana para ser parte de actos atroces.
Texto original de Infobae
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