En cooperación con la reserva Chakana, y el Laboratorio de Ecología y Conservación de Carnívoros de la USFQ, se desarrolló el proyecto de conservación del oso andino (Tremarctos ornatus) en la reserva Chakana. Un proyecto que contempló acciones de monitoreo, educación ambiental y prácticas de turismo responsable.
Desde 2020, Becky Zug y Santiago Molina, están al frente del equipo de la USFQ que inició el estudio de los osos andinos con la colocación de cámaras trampa en la zona de amortiguamiento de la Reserva Ecológica Antisana, en la cual se ubica la reserva Chakana. Este trabajo se desarrolla en coordinación con el equipo de conservación y guardaparques.
“A través del estudio con cámaras trampa identificamos alrededor de 20 individuos de osos andinos, adultos y cachorros. Algunos de ellos vivían en Chakana, o estaban de paso y otros vivían en otras tierras privadas. También encontramos tapires y otras especies en este paisaje. Así que confirmamos que esta es una importante zona de amortiguamiento para Antisana y queríamos seguir entendiendo cómo los osos andinos están viviendo en el área, hacia dónde se están moviendo, y cómo protegerlos mejor”, comenta Becky Zug, profesora de la USFQ y directora del Laboratorio de Ecología y Conservación de Carnívoros.
En Ecuador, alrededor del 50% de la población de osos andinos vive fuera de las áreas protegidas, así que la reserva Chakana y también las zonas vecinas juegan un papel crucial. Por eso, para tener una mejor comprensión sobre cómo se mueven los osos andinos y poder focalizar mejor las acciones de protección, los esfuerzos conjuntos se centraron en la colocación de collares GPS. Los intentos iniciaron en 2023, utilizando los datos de 2020 y 2021 para determinar dónde colocar la caja de captura.
Los guardaparques de la reserva Chakana apoyaron desde el campo, informando sobre la presencia de individuos y también fueron capacitados para la recolección y análisis de datos de cámaras trampa. Además, participó el equipo de veterinarios del Hospital Tueri de la USFQ, especialistas en medicina de vida silvestre, y Andrés Laguna, de la Prefectura de Ibarra, experto en osos que apoyó con su experiencia y con la provisión de la caja de captura.
“Atrapamos dos osos. El primero fue un osezno. Lo vimos a principios del año pasado con su madre. Alrededor de abril o mayo, ella dejó a los oseznos (que es lo que se supone que debe hacer para continúen con su vida adulta) y ellos se quedaron viviendo en Chakana. Era demasiado pequeño para ponerle un collar GPS. Pero tomamos muestras genéticas que nos ayudan a conocer la salud de la población de osos en la zona”, puntualiza Becky.
Hace pocos días, el equipo logró colocar el primer collar GPS en un oso andino adulto, que nació en Chakana, y a quien Fernando Males, guardaparque de la reserva le puso el nombre de Rayito, en 2016, cuando lo vio por primera vez junto a su madre.
“Me alegré mucho al ver que era Rayito el primero oso al que se le ponía el collar. Me sorprendió ver cuánto había crecido. Yo le reconozco por una mancha que tiene en la frente. Le he visto aquí en Chakana, desde que estaba con su mamá y jugaba en el páramo. Luego fui testigo cuando ya empezó a vivir solo, como adulto, y hace un año ya le vi con una osita hembra. Estoy muy contento de haber estado tan cerca, ver sus inmensas patas y comprender por qué es un magnífico escalador. Es bueno saber que vamos a protegerlo mejor”, dice Fernando.
“Estamos muy emocionados de ver hacia dónde va Rayo. Él se fue de Chakana durante unos cinco meses y luego volvió. Fue un verano muy seco por los efectos de El Niño y por supuesto del cambio climático. Sabemos que estos efectos van a ser más fuertes, y para proteger a los osos andinos durante este tiempo necesitamos saber cómo se ven afectados y hacia dónde van en tiempos de poca comida. Estamos realmente entusiasmados con la colocación de este primer collar y vamos a seguir intentando otra captura en los próximos meses porque todavía tenemos más collares GPS que nos ayudarán a entender mejor los corredores de movimiento de los osos andinos en esta zona”, concluye Becky.
Estos excelentes resultados nos comprometen a continuar desarrollando acciones para la protección y conservación del oso andino y de otras especies como el cóndor andino, el tapir de montaña, el halcón peregrino, el puma o el venado de cola blanca que, gracias al apoyo de donantes, tienen en la reserva Chakana, un espacio seguro de más de 5.000 hectáreas.
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