Más de USD 120 millones al año serían las ganancias que las bandas criminales ecuatorianas generan por sus operaciones ilícitas desde las cárceles. El dato fue incluido en el decreto ejecutivo con el que el presidente Daniel Noboa las declaró terroristas, el 9 de enero de 2024.
Según esa orden ejecutiva, con la que se determinó la existencia de un conflicto armado interno, en Ecuador operarían al menos 22 bandas criminales que -debido a la violencia con la que actúan y sus objetivos- han dejado de ser crimen organizado para convertirse en terrorismo.
En la lista aparecen bandas que en los últimos años han tomado relevancia, como Lobos, Choneros, Tiguerones y Latin Kings. Pero, además, aparece un grupo de organizaciones criminales que son nuevas en el mapa del crimen nacional.
Por ejemplo, está el Cuartel de las Feas. Este grupo se origina en una de las calles, conocida con ese nombre, a orillas del estero en el Guasmo sur de Guayaquil. Esta banda se dedica al microtráfico en esa zona y al robo a personas.
Otra de las bandas de reciente aparición en el ámbito nacional es la de los Corvicheros, que opera en actividades de microtráfico y robo de carros, principalmente, en Manabí.
Al servicio de dos carteles
Como base para la declaratoria de conflicto armado interno, la Policía Nacional presentó a la Presidencia de la República un informe sobre los grupos armados que operan en Ecuador.
Este documento señala que entre 2014 y 2023 se ha evidenciado una consolidación del crimen organizado y ese fenómeno es el detonante para la actual crisis de seguridad.
Según este documento, actualmente las bandas se dividen en tres subgrupos. Por un lado, están los aliados a los Choneros, que forman parte de un supuesto acuerdo de paz, y que trabajan para el cartel de Sinaloa.
Al otro extremo del panorama delictivo están los grupos a los que la Policía ha catalogado como “aliados en resistencia”. Al frente de esa parcialidad están los Lobos. Este grupo de organizaciones, ahora consideradas terroristas, opera para el cartel Jalisco Nueva Generación.
Finalmente, está el grupo de bandas independientes, en donde resaltan las organizaciones nuevas como Cuartel de las feas, Corvicheros y Kater Piler. Estas operan por su cuenta y tienen territorios más pequeños y marcados.
40 años de ‘evolución’
Según el reporte policial, la primera aparición de una banda criminal en Ecuador data de 1985. Se trata de los Queseros, una organización que se dedicaba a los robos en carreteras y operaba desde Santo Domingo hacia toda la costa.
A finales de los años 90 e inicios de los 2000, aparecieron los Choneros, bajo el liderazgo de Jorge Véliz España, conocido como ‘Teniente España’ o como ‘El Chonero’, ya que nació en el cantón manabita de Chone.
La disputa criminal se tornó sangrienta cuando en 2005 los Queseros asesinaron a la esposa del ‘Teniente España’. Pero, la batalla la ganaron los Choneros y sus rivales fueron exterminados con la modalidad del sicariato. También Veliz España fue asesinado.
Por varios años, los Choneros se consolidaron como la banda criminal más poderosa del país, bajo el mando de Jorge Luis Zambrano, alias ‘Rasquiña’. Zambrano y otros cabecillas de la organización como ‘Fito’ fueron detenidos en 2011.
A los dos años escaparon de la cárcel de La Roca, en Guayaquil, pero casi de inmediato la Policía los recapturó. Con sus cabecillas en prisión, la banda, según InsightCrime, evolucionó hacia una banda carcelaria.
Desde las prisiones, los Choneros controlaban el mundo criminal y fueron creando un entramado de bandas más pequeñas, que operaban como sus brazos armados. Entre 2014 y 2020, aparecen Águilas, Fatales, AK47, Chone Killers, Tiguerones y Lobos.
Con ese poder, en las mismas prisiones, fueron eliminando a agrupaciones rivales, como es el caso de los Cubanos. Al parecer todo estaba bajo control, pero en 2020 -tras recuperar su libertad- ‘Rasquiña’ fue asesinado en Manta.
Esa muerte dejó un espacio de poder en el mundo criminal. Al interior de los Choneros, el liderato debía asumirlo Adolfo Macías Villamar, alias ‘Fito’, recientemente fugado de la Cárcel Regional del Guayas.
Pero, los líderes de las pequeñas bandas que antes fueron sus brazos armados también quisieron el poder. Con el financiamiento de Leandro Norero, Chone Killers, Tiguerones y Lobos se enfrentaron a sus antiguos aliados generando caos y miles de asesinatos en el país.
A finales de 2022, Norero y ‘Fito’ empezaron el camino para un pacto de paz que se habría concretado a inicios de 2023. Sin embargo, en ese acuerdo faltaron los Lobos, que es la banda que se mantiene en guerra y generando violencia en el país.
La atomización de las bandas
La proliferación del crimen organizado en Ecuador es un caso de estudio. La incursión del narcotráfico y sus delitos conexos en los últimos años ha provocado en el país una atomización criminal, que se ha caracterizado por una violencia extrema que ya es catalogada como terrorismo.
El 9 de enero de 2024, el presidente Daniel Noboa declaró al país en un conflicto armado interno, en el que los enemigos son 22 bandas que han sido catalogadas como terroristas.
Pero, ¿cómo llegamos a este punto? El Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado concluyó, tras un estudio, que el punto central de esta crisis de seguridad es el modo en el que el narcotráfico ha evolucionado a nivel regional.
Hasta 2010, en Ecuador convivían grupos delictivos de tipo pandilla, que no tenían una participación activa en el crimen transnacional. Estas pequeñas bandas locales se dedicaban a actividades logísticas para el narco colombiano y mexicano, como el transporte y la provisión de insumos.
Pero mientras el flujo de cocaína se fue incrementando en el Océano Pacífico, las organizaciones internacionales y las bandas locales empezaron a generar alianzas. Estos acuerdos se atomizaron a finales de 2019, coincidiendo con el asesinato de ‘Rasquiña’.
Las bandas locales buscaron más espacio en el negocio del narcotráfico y otras economías criminales como el lavado de activos y el tráfico de armas. Por esta razón, y con el apoyo -principalmente- de los carteles mexicanos, empezaron una guerra llena de violencia.
Esta guerra se libró inicialmente en las cárceles del país, en las que -desde 2021- ha habido cerca de medio millar de presos asesinados.
Pero, en el último año, la violencia también se ha volcado a las calles y ha afectado a la población civil, que ha sido víctima de atentados terroristas.
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