Según ha revelado recientemente el diario Folha de São Paulo, Washington ha alertado a Brasil como posible nueva ruta del espionaje industrial chino interesado tanto en las empresas de EEUU que operan en el país sudamericano como en las locales.
Es cierto que Brasil es miembro del acuerdo TRIPS de 1995, un tratado internacional promovido por la Organización Mundial del Comercio (OMC) que prevé formas de proteger los derechos de autor, los diseños industriales, las patentes y la información comercial sensible. Sin embargo, las penas en el país latinoamericano son leves – un año de cárcel como máximo – en comparación con las de Estados Unidos, donde, por ejemplo, en 2022 la química Shannon You, que trabajaba para una multinacional estadounidense de bebidas, fue condenada a 14 años de prisión y a pagar una multa de 200.000 dólares por robar información. Según los expertos, los sectores de mayor riesgo en Brasil son la producción aeronáutica, la agricultura y las tecnologías de la información. Como ya ha ocurrido en Estados Unidos, donde se ha sorprendido a chinos robando semillas, los principios activos de la Amazonia figuran entre los productos considerados sensibles y posible objetivo de las operaciones de espionaje de Beijing.
El Gobierno de Xi Jinping ha puesto en marcha dos programas denominados Made in China 2025 y 2030, con los que Beijing pretende nacionalizar la producción de tecnologías punteras, pero que en realidad se han convertido en una caja negra a través de la cual se pueden robar secretos industriales.
Como ya explicó en 2018 John C. Demers, fiscal general adjunto del Departamento de Justicia ante el Senado de EEUU, el servicio de inteligencia especializado en ciberespionaje más activo es el del Ministerio de Seguridad de Jiangsu (que es una provincia china), también conocido como el “JSSD”, dependiente del Ministerio de Seguridad del país comunista. Se sabe que agentes del JSSD dirigen equipos de hackers que llevan a cabo intrusiones informáticas en empresas de interés para Beijing u organizan intercambios culturales en China con falsos académicos que en realidad trabajan para el gobierno comunista.
En Brasil, algunos gigantes chinos de las telecomunicaciones han puesto en marcha programas que buscan “embajadores” entre investigadores, licenciados y técnicos de universidades brasileñas.
Medios de espionaje tradicionales y no tradicionales
Laura Harth, directora de campañas de Safeguard Defenders, una organización no gubernamental comprometida con la defensa de los derechos humanos en los regímenes asiáticos, explica a Infobae que “la República Popular China (RPC) emplea medios de espionaje tradicionales y no tradicionales, dirigidos a todas las esferas de la sociedad, desde las políticas públicas a los medios de comunicación, desde las empresas privadas al mundo académico, e incluso a grupos de la diáspora y disidentes en el extranjero. En resumen, ha puesto en marcha un auténtico esfuerzo de toda la sociedad, a través del cual trata de obtener información, influir en las narrativas y las políticas para alinearlas con sus ambiciones geopolíticas, al tiempo que pretende dividir y embotar a los críticos del Partido Comunista Chino (PCCh)”.
Si en Estados Unidos, de 2011 a 2018, más del 90% de los casos de espionaje económico por o en beneficio de un Estado implicaron a China, en Brasil no hay registros públicos. Según el profesor Erik Gordon, de la Universidad de Michigan, experto en comercio internacional, “es posible robar mucha información en Brasil sin que la persona esté en Brasil. E incluso si hubiera un espía chino en Brasil y fuera detenido, China probablemente arrestaría a dos o tres brasileños en China, los acusaría de espionaje y propondría un intercambio”.
El viaje de Lula a China y la consiguiente apertura política y económica a las grandes empresas chinas de telecomunicaciones han encendido la alerta internacional por espionaje a varios niveles.
Hackers chinos en Brasil y América Latina
Desde el año pasado, se han registrado en Brasil ataques de hackers chinos a sistemas de empresas como cebo para complejas operaciones de espionaje industrial, especialmente en el sector farmacéutico.
Además, un grupo de piratas informáticos chino vinculado al Estado y conocido como Nickel ha cometido con éxito ciberataques en 29 países, incluidos Estados Unidos y 16 naciones latinoamericanas y caribeñas, entre ellas Brasil. Gran parte de América Latina y el Caribe es un objetivo recurrente, dada la prolongada vulnerabilidad de las infraestructuras informáticas y la escasez de profesionales de la ciberseguridad.
Un estudio, publicado en enero por la empresa de análisis de riesgos Serasa Experian, reveló que en 2022 los brasileños sufrieron 283.051 intentos de fraude de identidad sólo en noviembre, 1.315 intentos por millón de habitantes. San Pablo fue el estado con el mayor número de intentos de fraude, 87.117, o 1.849 por millón de habitantes. De enero a noviembre del año pasado, el país sudamericano registró más de 3,6 millones de casos, uno cada ocho segundos. El ciberespionaje permite acceder a información crítica del mercado, coaccionar a funcionarios locales, robar propiedad intelectual a los competidores y realizar operaciones de influencia destinadas a reducir la resistencia local a China.
Un grupo de hackers, identificado como DEV-0147 y patrocinado por el gobierno chino, fue sorprendido en febrero intentando penetrar en varias oficinas diplomáticas de Sudamérica con un troyano de acceso remoto (RAT) llamado ShadowPad. Según los expertos, se trataría de una importante expansión del grupo, que hasta ahora se había limitado a atacar agencias gubernamentales y think tanks en Asia y Europa.
En julio, la empresa de ciberseguridad Mandiant (filial de Google) reveló que piratas informáticos patrocinados por el gobierno chino estaban explotando varias vulnerabilidades en correos electrónicos y encontraron fallos en cientos de redes del sector público y privado. Un tercio pertenecía a instituciones gubernamentales en América Latina. China contraatacó diciendo que las acusaciones eran “erróneas y poco profesionales”. En septiembre la empresa de ciberseguridad ESET reveló una operación de vigilancia llevada a cabo por el grupo de hackers GREF, también vinculado al gobierno chino. Conocido por espiar a poblaciones musulmanas uigures en el pasado, en las últimas semanas lanzó una campaña de espionaje similar en todo el mundo, incluido Brasil, en la que se hizo pasar por plataformas de mensajería populares como Telegram y Signal para extraer datos sensibles de los usuarios.
Alarma sobre los puertos
Estados Unidos también ha dado la voz de alarma sobre los puertos. “El desarrollo de las capacidades logísticas marítimas de Beijing y el uso de tecnologías logísticas comerciales chinas aumentan el riesgo de espionaje y de posibles interrupciones en las operaciones portuarias”, reza la “Evaluación de la Amenaza Nacional 2024″ elaborada en la Oficina de Inteligencia y Análisis del Departamento de Seguridad Nacional en Washington.
La amenaza china estaría representada por gigantes logísticos vinculados al gobierno de Beijing. En marzo, una investigación del Wall Street Journal había revelado que a las autoridades estadounidenses les preocupa cada vez más que las grúas portacontenedores de barco a tierra – fabricadas por la multinacional estatal china Zpmc, propiedad del gigante China Communications Construction Company, contratista de numerosos proyectos de la Iniciativa la Franja y la Ruta (también conocida como Nueva Ruta de la Seda) – puedan proporcionar a Beijing también una herramienta de espionaje comercial. Estas grúas están presentes en Brasil, las más recientes de las cuales se instalaron en el puerto de Itapoá, en el estado de Santa Catarina, al sur de Brasil, tras la reunión entre Lula y Xi Jinping.
Preocupación por una app y un radiotelescopio
El desembarco en Brasil anunciado para finales de año de una app china de comercio electrónico, Temu, lanzada al mercado internacional el año pasado, también ha hecho saltar las alarmas de los expertos en seguridad. Según el sitio de análisis Politico, preocupan las oscuras prácticas de privacidad y ciberseguridad de la app, la suspensión de su app hermana china por malware y el posible acceso de Beijing a los datos de Temu. Los datos de los clientes podrían utilizarse para dominar el mercado.
También desconcierta el plan de construir un gigantesco Bingo Radiotelescopio en el estado de Paraiba, en el noreste de Brasil, el mayor del planeta, al menos en las intenciones. El precedente de la estación Espacio Lejano, con su antena de 35 metros de diámetro operada por militares chinos en la Patagonia argentina, criticada por muchos expertos internacionales en seguridad por posibles actividades de espionaje, también ha suscitado muchas dudas sobre el radiotelescopio chino que se pretende construir en Brasil.
Las sospechas sobre Huawei
Además, queda la incógnita del gigante de las telecomunicaciones Huawei, que tiene una presencia capilar en Brasil, a pesar de que para los expertos en seguridad internacional cada vez parece más un caballo de Troya.
Hace ya diez años, el ex jefe de la CIA Michael Hayden acusó a Huawei de espionaje industrial y desde 2019 Washington prohíbe la venta de su tecnología.
En estas horas, un tuit de Aimen Dean, experto en inteligencia y autor del libro “Nine Lives, My time as MI6 spy inside Al-Qaeda”, en el que afirma que los terroristas de Hamas llevan más de 30 meses utilizando la tecnología de Huawei para evitar ser interceptados, ha encendido el debate internacional sobre el potencial de la tecnología china.
Pierluigi Paganini, CEO de CYBHORUS y miembro del Grupo de Panorama de Amenazas (Threat Landscape en inglés) de la Agencia de Ciberseguridad de la Unión Europea (ENISA) explicó a Infobae que “no se puede descartar que las agencias de inteligencia occidentales hayan invertido en buscar fallos para hackear y vigilar los teléfonos Huawei que utilizan su propio sistema operativo HarmonyOS. Sin embargo, no tenemos noticia de bugs específicos de HarmonyOS que hayan sido explotados en campañas de espionaje. En el caso de Android, por el contrario, sí ha ocurrido”.
El debate sobre la posible inviolabilidad de los teléfonos Huawei abre así inquietantes escenarios para Brasil, donde esta tecnología también podría ser utilizada por criminales, narcotraficantes y por el espionaje industrial.
Control de la diáspora china
Y también crece la preocupación por la red de espionaje en Brasil para controlar la diáspora china, como denuncia el último informe de Safeguard Defenders sobre las comisarías “Patrullar y Persuadir” de Beijing en todo el mundo, “Patrol and Persuade” en el título original en inglés.
Como explica a Infobae Laura Harth, directora de campañas de Safeguard Defenders, “las autoridades de la República Popular China colaboran – mediante cooptación o coacción – con grupos de ultramar pertenecientes al llamado “frente unido” del Partido Comunista de China para controlar a la diáspora china mediante técnicas de represión transnacional, que incluyen amenazas y acoso a familiares en el país o a quienes viven en el extranjero, campañas de desinformación y descrédito en línea, e incluso las denominadas operaciones de persuasión del retorno, mediante las cuales se persigue a las personas hasta tal punto que se ven obligadas a regresar a China”.
En Brasil, según el informe de Safeguard Defenders, existen dos comisarías chinas, una en Río de Janeiro que remite a la jurisdicción de Qingtian y otra en San Pablo que remite a la jurisdicción de Fuzhou.
“Quiero subrayar”, dijo Laura Harth a Infobae, “que aunque estas comisarías violan claramente el derecho internacional y la soberanía nacional, las operaciones descritas no se limitan a los lugares donde existen estas comisarías”.
En definitiva, las actividades de vigilancia podrían en el caso de Brasil ser capilares sobre todo el territorio y también utilizarse para otras actividades de espionaje.
“Está claro que Brasil desempeña un papel clave para China, como demuestran las declaraciones de Xi Jinping durante la cumbre de los BRICS en agosto de 2023 en Sudáfrica. Para preservar y aumentar su poder, que es en definitiva el único objetivo del PCCh, China busca construir un orden mundial alternativo”, explica Harth a Infobae. Y agrega que “es bueno recordar que este orden alternativo es uno en el que la democracia y las libertades fundamentales están ausentes, en el que los poderosos pueden aterrorizar e invadir a los países más pequeños, y en el que cualquiera que sea considerado crítico del liderazgo del régimen puede ser hecho desaparecer por el aparato estatal en cualquier momento, algo que debería resonar con las experiencias de los pueblos de América Latina y servir como una cruda advertencia”.
Con información de Infobae
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