Rusia y Ucrania volvieron a protagonizar hoy un inquietante duelo de drones, que esta vez fueron derribados por las defensas antiaéreas de ambos bandos, mientras el frente oriental de Járkov, limítrofe con el Donbás, centra ahora los combates más cruentos.
Las baterías de Kiev lograron derribar durante la madrugada hasta quince drones «Shahed 136/131» rusos de fabricación iraní sin que se registraran heridos ni daños de consideración.
Los aparatos no tripulados acaparan desde hace semanas el protagonismo tanto en el aire, sea en Moscú, Kiev o Crimea, como en las aguas del mar Negro, lo que ha obligado a Rusia a tomar medidas extraordinarias.
El ataque fue «masivo» y la alarma aérea se prolongó por espacio de tres horas, según informó la administración militar de la capital ucraniana.
La Fuerza Aérea precisó que los ataques fueron realizados desde Briansk, región rusa que limita con Ucrania.
Kiev ya había sido escenario la madrugada anterior de un bombardeo con diez drones, que fueron abatidos pero cuyos fragmentos causaron daños a edificios administrativos.
Además, la artillería rusa atacó el jueves la capital de la región de Jersón, donde ocho personas resultaron heridas, cuatro de ellas pasajeros, cuando un proyectil alcanzó un trolebús.
Otro obús impactó esta mañana contra la catedral de Santa Catalina, según las autoridades leales a Kiev, y contra un edificio donde se encuentra el consulado griego, que está fuera de servicio desde hace año y medio.
Según la Fiscalía, 10.749 civiles ucranianos, 499 de ellos menores, han muerto desde el inicio de la contienda, a lo que hay que sumar 15.599 heridos.
Por su parte, el Ministerio de Defensa de Rusia informó este jueves del derribo de siete drones en la región de Kaluga, que se encuentra a unos 600 kilómetros de la frontera ucraniana.
El comunicado castrense, que precisó que no hay víctimas, tachó esa acción de «intento de ataque terrorista de Kiev».
Kaluga, conocida como la capital del motor en este país por acoger numerosas fábricas de la industria de automoción, es una víctima propiciatoria, ya que limita con la región de Moscú.
Kiev ha ampliado en las últimas semanas el radio de acción de sus ataques hasta llegar a Moscú, donde golpeó el pasado sábado y este martes dos rascacielos en la Moscow City, corazón financiero de la capital rusa.
En el marco de las medidas adicionales para garantizar la seguridad de las infraestructuras civiles, el Ministerio de Defensa ruso ha restringido la navegación por el estrecho de Kerch, donde se encuentra el puente de Crimea, que une la anexionada península con la Rusia continental.
Mientras, en el campo de batalla los rusos aseguran que siguen logrando avances en dirección al bastión ucraniano de Kupiansk, en la región de Járkov, cuya conquista permitiría a Moscú intentar envolver las plazas enemigas en el Donbás.
«En el frente de Kupiansk las unidades de asalto de la Agrupación de Fuerzas Occidentales llevaron a cabo acciones ofensivas en un frente amplio y mejoraron sus posiciones», informó el general Ígor Konashénkov, portavoz castrense, en su parte de guerra.
Portavoces militares de Kiev reconocen que Rusia ha desplegado unos 100.000 hombres en esa zona del frente, pero soldados ucranianos que resisten en las trincheras en Kupiansk dijeron hoy a EFE que han asestado grandes bajas al enemigo y neutralizado el grueso de las fuerzas rusas.
La otra contienda no menos mortal que libran rusos y ucranianos, la guerra del grano, también se recrudeció con el llamamiento de Kiev a Moscú para que cese lo que llama «juegos del hambre», secundado hoy por el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell.
«Moscú combate en aras de una catástrofe global. En su locura, (Rusia) desea el colapso de los mercados alimentarios mundiales, necesita una crisis de precios e interrupciones en los suministros», denunció Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, en Telegram.
Mientras el Kremlin insiste en que sólo regresará a la Iniciativa del mar Negro si se cumplen sus condiciones, Kiev se ha dirigido al Consejo de Seguridad de la ONU para que obligue a Moscú a cumplir con esos acuerdos, ya que su salida hace dos semanas y los ataques contra las terminales portuarias ucranianas han provocado ya un alza de los precios. EFE
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