Como consecuencia del deshielo en el Artico, los osos polares están empleando cuatro veces más de energía para poder sobrevivir, según un estudio publicado por el diario británico The Guardian.
“Los osos polares están viajando hacia tierra firme para encontrar un alimento que no es ni de cerca igual de valioso que las focas”, explicó Terrie Williams, coautora del mencionado trabajo. “El mundo ártico es mucho más impredecible para estos animales ahora”, agregó la especialista.
Si bien los osos polares se alimentan principalmente de las focas anilladas y barbudas, en los últimos tiempos esta fuente de alimento es mucho más difícil de conseguir debido a que, desde el año 1979, la plataforma de hielo marino en la que habitualmente cazan los animales se ha reducido en un 13% cada década.
En este sentido, una foca anillada adulta (Pusa hispida) o una foca barbuda adulta (Erignathus barbatus) pueden sustentar las necesidades de energía de una oso polar hembra adulta -un 20% más demandante que el oso macho- en la primavera durante aproximadamente 11,7 o 60,1 días, respectivamente.
Con lo que, para poder equiparar la energía utilizada por la foca anillada, un oso polar necesitaría consumir 1,5 caribúes (Rangifer tarandus), 37 truchas blancas (Salvelinus alpinus), 74 gansos de las nieves (Chen caerulescens), 216 huevos de gansos de las nieves (es decir, 54 nidos con cuatro huevos por nidada) o 3 millones de arándanos (Empetrum nigrum), lo que para lo autores del trabajo, es prácticamente imposible de lograr.
Aunque los especialistas han observado que algunos osos optan por alimentarse de los cadáveres de grandes mamíferos varados en las costas, la tendencia más habitual es aquella que obliga a los osos a nadar durante varios días para poder capturar unas presas que no compensan la energía perdida en la travesía. “Nadar supone un coste energético para el oso 4,3 veces superior que el tasado cuando elige caminar”, señaló Williams.
“En general, el desequilibrio energético provocado por la reducción del acceso al hielo marino se ha manifestado en la disminución de la condición corporal, la supervivencia y la abundancia de los osos polares en zonas como la Bahía de Hudson”, concluyó.
Para los autores de esta investigación, los resultados alcanzados avalan a otros estudios que aseguran que estos mamíferos desaparecerán de la faz de la tierra para finales de siglo, a la vez que arrojan una enorme preocupación por los posibles impactos de su ausencia o porque otras especies puedan correr su misma suerte.
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