Ni los jugadores que lleguen a la final del Mundial se van a ir con tantas camisetas. Los hinchas siempre tienen sus historias y la de Alejandro es una de ellas. ¿De qué se trata? Se trata de que parte de su viaje al Mundial giró alrededor de cambiar camisetas argentinas y regresan a su país, Argentina con 33 cambiazos hechos.
“Arranqué casi de casualidad en el 2006. Por trabajo estaba viviendo en Bélgica y me fui para Alemania a ver el partido contra Serbia y Montenegro, el día del debut de Messi. Cuando salía, un serbio me preguntó si quería cambiar y lo saqué volando. Era mi camiseta, mi vínculo viviendo afuera. A los 50 metros me arrepentí. Me di cuenta que era el mejor recuerdo que podía tener del partido”. Y con ese empuje, empezó la idea de cambiar camisetas en los mundiales.
Ya en Brasil 2014, estaba “más organizado”. “Ahí ya cambié bastantes, me decían ‘el trocador’”. Rusia no fue la excepción hasta que llegó la chance de venir a Qatar. Y junto a su hijo Nicolás, consiguió su propio récord con 33 cambios. “Me pongo a hablar con la gente, del partido, de Argentina y de Messi. En algún momento le cuento que colecciono, quiero cambiar. En el arranque es difícil, pero ya llegando al fin de la primera fase, que muchos se están por ir, se hace más sencillo. Muchos árabes no se la querían sacar en público”, cuenta de cómo arrancó la experiencia en esta Copa del Mundo.
El desfile de camisetas es bien variado. México suplente, la de Inglaterra (original) y la de Gales (“metí las dos el mismo partido”), Arabia Saudita, España, Alemania… Pero algunas tienen más historia que otras. “Yo estaba obsesionado con la de Salah ya en el Mundial pasado. Acá iba a ser más difícil porque Egipto no venía, pero un día, en una calle media oscura, vi a uno y estaba convencido que era. El tipo daba vueltas, me hablaba en un inglés muy básico y casi que se la saqué y cambién. Mi hijo me hacía señas y yo ni bola. ¡Cuando vi el escudo! Cambié por la del Al Ahly FC de Egipto, pero era igual”.
Algunas perlitas se mezclan como la espectacular camiseta alternativa de Argelia, la de Mané de Ghana, la de Japón (“es la que más me gusta, por cómo alientan, muy buena onda”), una tipo “pijama” de Australia y de repente aparece una del Manchester… “Había uno que me recitaba todos los equipos desde Pekerman para acá, sabíamos un montón de selecciones completas. Entonces le dije a mi hijo: ‘Dale la camiseta, se la marece’ y el tipo aceptó si me daba la de él. Y bueno, tiene un valor especial”.
Se quedó con las ganas de conseguir la de Países Bajos, pero ya hubo que emprender regreso a la Argentina con los tesoros de los otros mundiales y estas nuevas 33 joyitas.
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