Brasil, la mayor democracia de América Latina, eligirá a su próximo presidente en segunda vuelta después de que ningún candidato alcanzara este domingo el 50% de votos necesarios para proclamarse vencedor.
En una votación mucho más ajustada de lo que pronosticaban las encuestas y con el 99,26% de los sufragios contabilizados, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva logró el 48,26% de los votos, frente al 43,34% del actual presidente brasileño de ultraderecha, Jair Bolsonaro.
En tercera posición se ubica Simone Tebet, con el 4,17% de los sufragios, seguida de Ciro Gomes, con el 3,05%.
En esta jornada electoral, que ha trascurrido sin graves incidentes y con largas filas en los centros de votación, 156 millones de brasileños estaban llamados a las urnas.
Observadores electorales internacionales le dijeron a la BBC que esta votación fue “justa y transparente”, pese a las afirmaciones de Bolsonaro de que podría haber fraude.
También señalaron que el buen desempeño de Bolsonaro, que superó los pronósticos de las encuestas, desafía su afirmación infundada de que hay “una máquina de fraude” dentro del tribunal electoral.
Las últimas encuestas colocaban a Lula como líder en las intenciones de voto, con una ventaja de entre 6 y 14 puntos sobre Bolsonaro. Algunas dejaban incluso abierta la posibilidad de que ganara la presidencia en esta primera vuelta, algo que finalmente no sucederá.
La segunda vuelta entre Lula y Bolsonaro se celebrará en cuatro semanas, el domingo 30 de octubre.
Quien obtenga más votos en esa votación será declarado presidente electo. El nuevo presidente prestará juramento el 1 de enero de 2023.
Bolsonaro llega a la segunda vuelta con una tarea inédita en la historia electoral brasileña: superar al vencedor de la primera vuelta para ganar las elecciones.
Entre los desafíos que enfrenta el actual presidente brasileño están la ventaja numérica de Lula en la primera vuelta, el alto rechazo del electorado, el bajo potencial para atraer votantes de otros candidatos, un presupuesto de campaña restringido y una lenta recuperación de la economía.
Una prórroga
Tras conocerse los resultados de la primera vuelta, Lula compareció en público para hacer balance de la votación.
“Ayer, en la conferencia de prensa, les dije que en todas las elecciones que presento quiero ganar en la primera vuelta, pero no siempre es posible”, dijo el cantidato del PT-
También afirmó que pasar a la segunda vuelta “es sólo una prórroga” y aseguró que ganará las elecciones.
“Durante toda esta campaña íbamos adelante en las encuestas de opinión pública, de todos los institutos, y yo siempre pensé que íbamos a ganar estas elecciones y les quiero decir que vamos a ganar estas elecciones. Es tan solo una prórroga”, dijo el candidato.
Por su parte, Bolsonaro, al votar este domingo en Vila Militar, en Río de Janeiro, volvió a poner en duda la seguridad de las urnas electrónicas y se negó a responder si reconocería los resultados del Tribunal Superior Electoral en caso de ser derrotado.
“Tanta gente en la calle apoyándonos, lamentablemente no lo vieron en la prensa. Es parte de las reglas del juego. Lo que cuenta es Datapueblo (an alusión a la encuesta de Datafolha, que lo situaba 14 puntos por detrás de Lula). ¿Elecciones limpias? No hay problema. Que gane el mejor”, aseguró el mandatario.
Las dudas sobre cómo actuaría Bolsonaro ante una posible derrota, llevaron a los expertos en política brasileña a advertir que esta elección es “atípica”.
Como hizo este domingo, en las semanas previas a las elecciones, el presidente Bolsonaro puso en duda el sistema de votación, alegando, sin proporcionar pruebas, que es susceptible al fraude.
La autoridad electoral ha desestimado las acusaciones como “falsas y deshonestas”, pero muchos simpatizantes de Bolsonaro piensan que si su candidato pierde, será porque las elecciones fueron amañadas.
“El bien contra el mal”
Durante la campaña, Bolsonaro planteó los comicios como “una lucha del bien contra el mal”, se presentó como garante de los valores conservadores y cristianos, y se refirió a Lula como un “ladrón” que puede llevar a Brasil hacia un socialismo como el de Venezuela.
Lula por su parte, ha buscado ampliar su base electoral con acuerdos como el que alcanzó con su candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, un exrival suyo de centroderecha al que derrotó en las elecciones de 2006.
El líder izquierdista tampoco rehuyó de la confrontación directa con Bolsonaro, a quien calificó de “genocida” por su respuesta a la pandemia de covid-19, y sostuvo que en las elecciones se juega “la democracia contra el fascismo”.
Las mayores preocupaciones de los brasileños pasan por temas económicos como el desempleo o la inflación, así como por la salud, según distintos sondeos.
Esta elección será la primera en Brasil luego de la pandemia que golpeó con dureza al país y dejó más de 685.000 muertes mientras Bolsonaro comparaba el covid con una “gripecita” y se mostraba escéptico sobre las vacunas para combatirlo.
La economía brasileña entró en recesión en 2021 y, si bien volvió a crecer desde hace casi un año y la tasa de desempleo cayó a 9,1% en julio, la mejora está lejos de ser percibida por la población en general.
El 15% de brasileños (unos 33 millones de personas) pasa hambre y más de la mitad de la población (125 millones de personas) padece en algún grado de inseguridad alimentaria, de acuerdo a un estudio de la red Penssan.
Texto original publicado en la BBC
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