El tema de salud mental es importante y ha estado históricamente descuidado en el Ecuador y en el mundo. Hoy en día existe una brecha muy grande de servicios, específicamente, en mujeres que sufren o han padecido violencia de género. Una de las razones es que muchos de los países latinoamericanos, incluido el Ecuador, tienen bajos y medianos ingresos y hace que el presupuesto en salud mental sea menor al necesario, para luchar en contra de esta problemática.
En el Ecuador un monto mínimo, el 1.6% total del sector salud está presupuestado para la salud mental y al no haber recursos implica que no se puede invertir en recursos humanos y en atención adecuada, accesible y de calidad para las personas que necesitan un acompañamiento en salud mental en general.
La violencia puede tomar muchas formas: física, sexual, psicológica, económica, patrimonial simbólica, pero cuando una mujer es maltratada y la padece no es fácil reconocerlo y se convierten en víctimas, que necesitan un acompañamiento integral y aunque la brecha es grande, las víctimas no solo requieren asesoría legal, sino también atención en salud mental.
Las mujeres que han atravesado violencia tienen mucho más riesgo de padecer un problema de salud mental (SM): depresión, ansiedad u otros problemas de SM. En general la violencia de género en el contexto de la pareja se describe como un tipo de maltrato perpetuado por una pareja intima actual o pasada de la persona.
Los jóvenes y la violencia de género
Hoy día existen avances en temas de derechos, movimientos de igualdad, los feminismos. Desde la juventud se ha logrado entender el significado de ser víctima de violencia. Hoy es un concepto mucho más cercano a la realidad de las personas que años atrás. Estos movimientos han tenido aprendizaje y desaprendizaje y cada vez es más accesible entender la violencia y estar conscientes de las formas en la que se experimenta, porque en ocasiones resulta bastante complejo.
Desde la experiencia médica existe una percepción mucho más grande y se nota cuando se realizan conversaciones intergeneracionales. Por ejemplo, cuando abuelos y abuelas tienen una percepción distinta hacia una violencia de género normalizada en la pareja, es muy distinto hablarlo con los jóvenes.
Por esta razón se hace necesario tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:
Lo primero y más complejo es que la persona reconozca que está atravesando por algún tipo de violencia o que pasó, si es pasado. No es fácil reconocerse como víctima, eso toma mucho tiempo.
Sería ideal buscar ayuda en espacios como el que ofrece la USFQ y hablar sobre el problema. Lo que pasa con el ciclo de violencia es que los perpetradores suelen alejar y despojar a las mujeres de sus círculos de apoyo. Por ello, es necesario que las mujeres puedan conectar con otras. Existe algo muy bonito cuando las mujeres se reúnen a conversar y conectar. Es una especie de empatía colectiva y de sostén.
Buscar una guía es básico, en la actualidad existen organizaciones que prestan servicios especializados para acompañar a las personas que pasan por procesos de violencia. En el Ecuador, afortunadamente, cada vez existen más y en temas legales particularmente hay bastante apoyo como: Surkuna y CEPAM que funcionan como organizaciones sin fines de lucro y otorgan acompañamiento legal y de otros tipos. Dan apoyo a la sociedad civil, a víctimas y a sobrevivientes de violencia. También existen espacios de atención a la salud mental como el de la clínica que tiene componentes terapéuticos para tratar problemas psicológicos producto de vivir un proceso de violencia de género en la pareja.
Durante el reconocimiento del problema, la terapia también es fundamental para salir del ciclo de violencia, ya que deja marcas psíquicas complejas y en las mujeres es muy difícil salir del círculo. Existen evidencias que muestran que irse de una relación problemática no es tan fácil como podría parecer desde afuera.
Es por esta razón que el acompañamiento psicológico a las mujeres víctimas de violencia es valioso, en él encontrarán un espacio para despojarse de los problemas y encontrar las fortalezas internas, la estabilidad emocional y psicológica para tomar esa decisión tan difícil.
Reconocer si es amor o violencia no es tan fácil para algunas mujeres que tienen la noción de sentirse enamoradas y llevan todo a una única razón, al amor romántico. En cuanto a este tema existen aspectos muy complejos a nivel psicológico que impulsan a que la fuerza de voluntad, de autoestima, determinación y autonomía se disminuyan a tal punto que se convierten en la razón por la cual la mujer no sale del problema y no puede ser autosuficiente.
En algunos casos la dependencia económica, amenazas y abusos psicológicos por parte del perpetrador obliga a las mujeres a estar en una relación que no sabe diferenciar.
Sin embargo, en todo este punto existe un punto importante y es que se pone mucho énfasis en lo que la mujer debe hacer cuando está en una relación de pareja violenta y es empoderarse y lograr rehacer su vida, pero no se mira también el trabajo que se debe hacer con los perpetradores, ellos también necesitan atención mental y trabajo integral.
Probablemente, un hombre calificado como machista y que lastima a una mujer lo volverá hacer una y otra vez. Es relevante hablar de intervenciones integrales y terapéuticas también para los hombres que lastiman.
Quienes perpetúan violencia deben ser intervenidos para brindarles acompañamiento en salud mental y legal, muchas de estas personas terminan judicializadas y es un proceso penal complejo, la solución es la cárcel en muchos de los casos, sin embargo, esta no es la única vía de justicia.
Por ejemplo, España lleva adelante este tipo de trabajo con los perpetradores de violencia para hacer un trabajo a la masculinidad, al machismo, en la masculinidad frágil, en las violencias. El norte es garantizar que dejen de ser personas violentas. Podría ser una referencia para aplicarlo en algunos casos de estudio.
Un nuevo comienzo
En vista de casos que atiende el consultorio jurídico de la USFQ en materia de violencia de género nace “Un nuevo comienzo”, este proyecto lo lleva adelante junto a la clínica mental de la Universidad. El objetivo es llenar estos espacios y sumarse a la atención de mujeres que son o han sido víctimas de violencia en relaciones tóxicas.
Este trabajo se hace como parte de un acompañamiento integral. La intención de la clínica es trabajar con mujeres en situación de vulnerabilidad, violencia y también otras determinantes sociales complejas y precarizadas.
El nombre fue elegido por las mujeres con las que se trabaja para validar el manual de intervención de los grupos. Todo el proyecto tiene base científica en un trabajo realizado en Reino Unido y bases de otra implementación en Venezuela y se adaptó al Ecuador.
En total serán 16 sesiones y se realizará una por semana, durante cuatro meses.
Las mujeres que quieran participar deben llenar un formulario en línea, con preguntas que no incluyen datos personales. Luego se contactarán con cada una. Los casos se manejarán con absoluta confidencialidad. En el formulario se sugiere un aporte voluntario de $5 o menos.
Finalmente, el reconocimiento de la violencia es fundamental, como acompañar entre pares, trabajar temas de límites y amor propio, son sesiones pensadas en un programa extenso, la idea es trabajar desde lo más básico hasta lograr que estas mujeres generen un plan de vida, una oportunidad para comenzar de nuevo.
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