Favorecen la autoestima, reducen el estrés y la sensación de soledad, mejoran las funciones cardíacas, bajan la presión arterial y disparan la oxitocina, la famosa hormona del bienestar. Tener una mascota es capaz de hacer que te sientas mejor física y anímicamente, por lo que los expertos coinciden en que las personas que conviven con un animal de compañía viven más y mejor.
En un estudio realizado por Doctor Allen R. McConnell y su equipo, bajo el título Amigos con beneficios: sobre las consecuencias positivas de tener una mascota, observó que los dueños de mascotas tenían una mayor autoestima, estaban en mejor forma física, tendían a estar menos solos, eran más conscientes, más extrovertidos, se mostraban menos temerosos y preocupados que las personas que no tenían. Otro dato curioso de dicha investigación, es que los que tienen un animal acuden un 15% menos a consultas médicas.
Todos estos beneficios repercuten directamente en tu día a día, en tus relaciones personales e incluso en tu trabajo. Piensa que, además de mejorar tu autoconcepto y ayudarte a estar mejor contigo misma, también son una fuente de cariño y favorecen que disminuyan tus niveles de estrés. De hecho, una investigación llevada a cabo por la Virginia Commonwealth University (EE.UU.) sobre la presencia de los perros de empleados en los entornos laborales, concluyó que esto mejora tanto la satisfacción del empleado, como su desempeño y rendimiento, algo que también se recoge en encuesta realizada la por la organización sin ánimo de lucro American Pet Products Manufacturer’s Association (APPMA), donde 70 millones de estadounidenses afirma que tener a las mascotas en el trabajo reduce el estrés.
ESCHUCANDO A LAS MASCOTAS
A pesar de su amor incondicional no siempre reciben los cuidados que se merecen, y así lo corrobora un estudio reciente de Fundación Affinity, realizado con más de 1.000 familias, donde observaron que quienes conviven con un animal de compañía a menudo creen que su animal es más feliz de lo que realmente es.
“Esto ocurre porque humanizamos sus necesidades, es decir, que en el fondo no tenemos una perspectiva centrada en el animal, sino que tendemos a valorar su bienestar en función de nuestra propia percepción. Por ejemplo, un perro disfruta más de un largo paseo olisqueando todo lo que encuentre a su paso que de muestras de cariño más “humanas” como son los abrazos, algo que, en ocasiones, les puede hacer sentirse incómodos. En los gatos ocurre igual, lo que para ellos es una auténtica muestra de cariño es que juguemos con ellos o tener a su disposición una torre donde trepar”, explica Isabel Buil, directora de Fundación Affinity.
¿Y si pudiéramos saber lo que la mascotas necesitan? En este sentido, resulta especialmente interesante el trabajo de la comunicadora animal Patricia Perreau, quien en su reciente libro Si pudieras hablar, nos enseña a reforzar el nexo con los animales para conectar también con nuestro corazón y nuestra propia esencia y animalidad. “No es casualidad que la palabra ‘animal’ provenga del latín animalis y signifique tener alma (‘anima’). Según indica su etimología, los animales están dotados de alma. Los animales no han olvidado que son almas, a diferencia de muchas personas que parecen ignorar que también lo son”, afirma la autora.
Es clave comprender qué siente nuestro perro o gato y qué nos quiere decir. “Hay que tener claro que convivir con un animal puede ser una experiencia extraordinaria, pero no es perfecta. Por eso, al dar el paso hacia esta gran aventura es esencial aceptar que conviviremos con un animal que es un ser en sí mismo, con sus propios deseos, preferencias, comportamiento y naturaleza. Ellos no están aquí para representar un papel de ‘compañero’ perfecto. Tener unas expectativas realistas va a ayudarnos mucho”, afirma Isabel Buil.
La Fundación Affinity ha lanzado Inseparables, una campaña de divulgación acerca de cómo puedes mejorar el vínculo con tus mascotas. Consta de 10 claves:
Déjale ser un perro o un gato. Los perros olfatean, escarban, buscan; mientras que los gatos quieren cazar, estar en las alturas, esconderse. Su mayor recompensa es verse capaz de hacer aquello que le define, que forma parte de su naturaleza. Averigua qué es lo que más le gusta hacer (que sea positivo para él) y ofréceselo.
Entender lo que siente. En cualquier relación la comunicación es un elemento básico. Para conseguirlo infórmate en webs especializadas o libros que hablen de la comunicación de perros y gatos.
Jugar le permite conectar con su esencia. Es fundamental en tu relación y para estimularles. Tú disfrutarás al tiempo que ellos practican sus habilidades de forma divertida. Pero no lo centres todo en un entretenimiento, porque en su caso forma parte de las conductas normales que un animal muestra cada día y es fuente de bienestar.
Él te adora y quizás no es por lo que crees. Debes tener en cuenta lo que es más importante para ellos: pasar tiempo juntos jugando, paseando o sintiéndose seguro en el entorno que tú le ofrezcas.
Tú eres su mundo. Necesitan tu apoyo y afecto. Dales toda tu atención, permanece pendiente de sus señales y disfruta de su presencia. Cuando estén juntos haciendo alguna actividad, intenta dejar a un lado las distracciones.
Dile lo que esperas de él. Esto les ayuda a tener un entorno más predecible y evita la frustración que se observa en muchos problemas de comportamiento. No te olvides de premiarlo si hace algo bien, una palabra de aprobación y una caricia pueden ser suficientes.
Ofrécele un entorno estimulante. Ni tú ves la misma película todo los días, ni ellos quieren oler cada día la misma calle, la curiosidad es básica en ellos. Si tienes un gato, pon a su alcance espacios donde pueda trepar y refugiarse.
Haz que se sienta seguro. Te necesita para sentirse a salvo y tanto el espacio (especialmente para los gatos), como el apoyo de la familia, son clave para ellos.
Evita que sufra. Huye de cualquier cosa que le asuste, le ponga nervioso o le haga estar intranquilo.
Las relaciones no son perfectas, esta tampoco. Olvídate de las expectativas y aprende sobre lo que puedes esperar de tu mascota.
Texto original publicado en Vogue
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