Ya nada parece funcionar para conseguir que los niños se duerman: ni un cuento, ni un baño relajante o un vaso de leche caliente. La frustración se apodera de muchos padres, quienes se preguntan qué están haciendo mal. ¿Qué podemos hacer para que la hora de irse a la cama no se convierta en toda una pesadilla?
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