Los tiburones son uno de los animales más vulnerables del océano. Prueba de ello es que 17 especies están en peligro de extinción.
De las 400 especies de tiburones que existen en el mundo, 38 son capturadas en aguas ecuatorianas, a pesar de que en el Ecuador la pesca dirigida de tiburón está prohibida. En 2007 el Estado estableció, mediante un decreto, que solo se puede comercializar la carne y las aletas de estos peces cuando son capturados de forma incidental —cuando se los pesca por accidente durante las faenas para capturar otros peces como atún, por ejemplo.
Pese a esta prohibición, la pesca de tiburones no se ha reducido después de la entrada en vigencia del decreto, al contrario, la exportación de aletas se ha incrementado. Entre enero y septiembre de 2021, según los datos del Servicio Nacional de Aduanas del Ecuador, las exportaciones de aletas de tiburón —obtenidas a través de pesca incidental— incrementaron exponencialmente en comparación con los últimos ocho años. En 2020 se exportaron 82,18 toneladas de aletas de tiburón por un valor de $ 2.9 millones y en los primeros nueve meses de 2021, la cifra se triplicó y se exportaron 223 toneladas por un valor de $ 6.5 millones.
Pero lo más paradójico de estas últimas exportaciones del 2021 es que el 78% de ellas —173,94 toneladas de aletas que equivalen a más de 200 mil tiburones— corresponden a cuatro especies que están protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) que busca regular la comercialización de ciertas especies para asegurar que se conserven en la naturaleza.
Se trata del tiburón zorro pelágico (Alopias pelagicus) y el tiburón mako de aleta corta (Isurus oxyrinchus), considerados En Peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y del tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis) y el tiburón zorro ojón (Alopias superciliosus) ambos en la categoría de Vulnerable.
Existen vacíos legales en Ecuador que disparan las exportaciones
El viaje de estas cuatro especies de tiburón comienza en las sosegadas aguas de uno de los santuarios naturales más importantes del mundo: la reserva marina de Galápagos. Al interior de esos límites, los tiburones están protegidos, pero una vez cruzada la frontera para iniciar su migración hacia diferentes lugares de la costa continental, la suerte está echada. Redes y anzuelos podrían atraparlos en cualquier momento.
Si eso llegara a ocurrir, la carne y las aletas de esos animales que están protegidos por la CITES podrán ser exportados siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos. En primer lugar, el comerciante deberá solicitar un permiso especial a la autoridad de la CITES de su país. En el caso de Ecuador, para que el permiso sea aprobado, la autoridad CITES, que está alojada en el Ministerio del Ambiente, tendrá que cerciorarse de que la pesca fue incidental y que la comercialización de esos peces no afectará negativamente a la especie.
El problema es que, en Ecuador, existen vacíos legales que no permiten a la autoridad asegurar que estos dos requisitos se cumplen realmente.
La prohibición en Ecuador de pescar tiburones de manera dirigida y la salvedad de poder comercializarlos si es que son capturados de manera incidental, está vigente desde hace 15 años. Sin embargo, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca del Ecuador recién el 25 de febrero de 2022 suscribió oficialmente el Reglamento de la Ley Orgánica para el Desarrollo de la Acuicultura y Pesca. Pero la normativa no establece el porcentaje máximo de pesca de tiburón que se puede considerar como incidental, sino que deriva esa responsabilidad al Plan de Ordenamiento para la Acuicultura y Pesca y al Instituto Público de Investigación de la Acuicultura y Pesca. Que se establezca esa precisión es urgente, ya que expertos aseguran que, bajo la excusa de la incidentalidad, miles de tiburones continúan siendo capturados en Ecuador.
“Es necesario y nosotros hemos sido enfáticos en que se definan estos parámetros y estas cantidades para poder saber si se cumple o no se cumple con la incidentalidad”, explica David Veintimilla, ingeniero especialista en Áreas Protegidas y autoridad CITES en el Ministerio de Ambiente.
En septiembre de 2021, durante un webinar de GK Escuela, el viceministro de Pesca, Andrés Arens, fue cuestionado por Gustavo Redín, presidente de la Coordinadora Ecuatoriana de Organizaciones para la Defensa de la Naturaleza y Medio Ambiente (Cedenma), quien criticó que tras un año de aprobada la Ley de Pesca, aún no se haya emitido un reglamento que detalle los límites de la pesca incidental. Arens respondió que “esperaba que en las próximas semanas” ya estuviera listo el reglamento para ser enviado a la Presidencia. “Espero en pocas semanas tener noticias sobre la imposición de límites de incidentalidad que puedan servir para hacer mejor control”, dijo. Desde entonces pasaron cinco meses hasta que se suscriba un reglamento que no establece límites sino que deriva la responsabilidad a otra institución. La norma explica que “en el caso de los desembarques que contengan pesca incidental, esta deberá ser declarada con base a los índices de permisibilidad establecidos en el Plan de Ordenamiento para la Acuicultura y Pesca, por pesquería, y basados en criterios científicos que establezca el Instituto Público de Investigación de la Acuicultura y Pesca. Los índices de permisibilidad que establezca el Instituto deberán considerar criterios de aplicación y serán revisados periódicamente por el Instituto a fin de garantizar la sostenibilidad de la pesca”.
Existe un segundo requisito, aquel que requiere comprobar que la comercialización de un tiburón protegido por CITES no pone en peligro a la supervivencia de la especie, los países que desean exportarlo, en este caso Ecuador, deben realizar un estudio científico sobre su población llamado Dictamen de Extracción No Perjudicial (DENP). Si dicho estudio da como resultado positivo, entonces la especie sí podrá ser exportada, de lo contrario su comercialización estará prohibida.
Pero para que la conservación de los tiburones sea efectiva, no basta con que los DENP sean positivos, sino que deberían determinar un límite de cuántos animales pueden exportarse, es decir, una cuota. Así lo aseguran los expertos e incluso la propia CITES reconoce que “la utilización de cuotas de exportación se ha convertido en un instrumento efectivo para reglamentar el comercio internacional de especies de fauna y flora silvestres”. No obstante, la Convención no obliga a los países a establecer cuotas, aunque sí lo recomienda. Ni Ecuador ni ninguno de los 193 países adheridos a la CITES han establecido cuotas de exportación para los tiburones sedoso, zorro pelágico, zorro ojón y mako de aleta corta.
Así, aunque ninguna de estas cuatro especies ha mostrado signos de recuperación en los últimos años, y más bien en ciertos casos la situación ha empeorado como la del mako de aleta corta que pasó en 2019 de la categoría de Vulnerable a En Peligro según la lista roja de la UICN, las exportaciones se han disparado.
Para el abogado especializado en materia ambiental, César Ipenza, un dictamen de extracción no perjudicial que no contemple una cuota “no cumple” con el objetivo del convenio CITES que regula la extracción de los recursos para evitar su sobreexplotación. “Esto genera un problema tremendo. Si no hay cuota de exportación puedo estar sacando el mismo recurso que está en un nivel de vulnerabilidad y destruyéndolo, poniéndolo en mayor peligro incluso”, dice.
Sin un límite que regule la entrega de permisos CITES y sin una cuota que determine cuánta pesca puede ser considerada incidental, los tiburones amenazados y supuestamente protegidos se exportan cada vez más. De acuerdo con la información proporcionada por el Ministerio del Ambiente, en el 2020 se emitieron 9 permisos CITES para la exportación de aletas y cuerpos de tiburón mientras que entre enero y septiembre de 2021, se emitieron 89.
“Todo el mundo quiere culpar a la CITES”, dice Ipenza, pero lo cierto es que la Convención sólo hace “lo que los países permiten”, señala el experto. En la CITES los países miembros deciden qué acciones de conservación deben tomarse y si deben ser obligatorias o no. No hay un comité superior a los Estados que pueda determinar los métodos más eficaces para proteger a las especies, explica el abogado. “Si los países tienen intereses diversos en los recursos, difícilmente van a hacer que el convenio cumpla ese rol (de conservar)”, sostiene.
Las empresas y la falta de control
El zorro pelágico, el zorro ojón, el mako y el sedoso comparten varias características. Por las noches se acercan a la superficie, tienen alta movilidad, disfrutan de las aguas cálidas y son cuatro de las cinco especies de tiburón más apetecidas en los mercados internacionales, según indica Pablo Guerrero, el director en Conservación de Paisajes Marinos de la WWF para Ecuador. Lo dicho por Guerrero coincide con las investigaciones realizadas por el científico colombiano Diego Cardeñosa, que tomó muestras de ADN de las aletas de tiburón que se venden en los mercados de Hong Kong y Guangzhou para determinar qué especies amenazadas se comercializan.
Las estadísticas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estiman que las importaciones de aletas de tiburón realizadas entre el 2000 y 2011 por China y Hong Kong — los principales compradores de aletas— representaron un valor de 4.2 mil millones de dólares, lo que equivale al dinero que se requiere para cubrir 76 viajes de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional con SpaceX. Incluso, explica la FAO, las aletas secas de tiburón pueden alcanzar precios mayores a los $100 por kilo.
De los 89 permisos que la autoridad CITES en Ecuador emitió entre enero y septiembre de 2021 para exportar partes de tiburón, 29 corresponden a aletas de zorro pelágico, zorro ojón, sedoso y mako. De estos permisos, 17 —más de la mitad— se entregaron sólo a dos empresas: nueve a Solórzano & Ávila Exportadora del Mar Evverfish y ocho a Fish Choez y Villegas Exportadora de Productos de Mar. Esta última ha sido identificada como la exportadora que envió 26 toneladas de aletas de tiburón a Hong Kong, las cuales fueron decomisadas en abril de 2020 por las autoridades chinas y que tres meses después intentó blanquear solicitando un permiso CITES que justificara la exportación ilegal.
Este reportaje fue publicado originalmente en GK
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