Desde 1875, las mujeres piden por el reconocimiento de sus derechos, entre ellos reducción de la jornada laboral, condiciones dignas de trabajo, igualdad salarial y el derecho a crear sindicatos
8 de marzo. Era pos revolución industrial en Nueva York, Estados Unidos. Es 1857: mujeres trabajadoras del sector textil -conocidas como garment workers- invaden las calles para protestar las malas condiciones laborales. Eligen el lema “pan y rosas” para nuclearse y distinguirse: pan para la seguridad económica y rosas para la calidad de vida. Es una de las primeras manifestaciones feministas por los derechos del colectivo en el mundo y la más representativa del momento. La policía las reprime. El ataque refuerza la causa. Dos años después, esas mujeres fundarán el primer sindicato para protegerse.
8 de marzo. Fábrica Cotton de Nueva York, Estados Unidos. Es 1908: cerca de cuarenta mil costureras industriales de grandes factorías se declaran en huelga. Enarbolan en las calles y en sus lugares de trabajo una serie de exigencias: reducción de la jornada laboral a 10 horas, salario equiparado al que perciben los hombres, mejora de las condiciones laborales, fin del trabajo infantil, derecho al voto, entrenamiento vocacional.
Cientos de mujeres realizan la protesta dentro de la fábrica Cotton. El dueño tomó represalias contra las trabajadoras: ordenó cerrar las puertas y abrió un incendio en el interior del establecimiento. Quería impulsar a que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Pero las llamas no se limitaron y fueron devorando las instalaciones. 129 trabajadoras quedan acorraladas por el fuego en el lugar donde trabajaban y desde donde reclamaban mejoras en la calidad de vida. Murieron en la fábrica por culpa de su patrón. Otra versión de los hechos sugiere lo contrario: que el dueño encierra a las mujeres para que no acudan a la marcha que celebra 51 años del primer esbozo del feminismo moderno.
28 de febrero. Nueva York. Es 1909. Pasan tan solo meses de la tragedia de las 129 empleadas textiles que murieron calcinadas por el fuego en la fábrica Cotton. El 3 de mayo del año anterior se realizó el primer acto en virtud a la reivindicación del rol de las mujeres en Chicago, preludio del primer Día Nacional de la Mujer en los Estados Unidos, conmemorado el último día de febrero de 1909. Dice un documento de las Naciones Unidas: “El Partido Socialista de América designó este día en honor a la huelga de trabajadores de la confección de 1908 en Nueva York, donde las mujeres protestaron contra las condiciones laborales”.
Las obreras exigían reducción de la jornada laboral, igualdad salarial (los hombres que cubrían los mismos puestos eran mejor pagos), horario de lactancia y la creación de un sindicato
Pero la ONU también supone que el primer hito feminista en el país norteamericano ocurrió en 1848. El nacimiento del movimiento ocurrió luego de que a las mujeres se les prohibiera hablar en una convención contra la esclavitud. “Las estadounidenses Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott congregaron a unos cientos de personas en la primera convención de derechos de la mujer de su nación en Nueva York. Juntas exigen derechos civiles, sociales, políticos y religiosos para las mujeres en una Declaración de Sentimientos y Resoluciones”.
La revolución de las mujeres ya había empezado. En 1910, el foco de la lucha se mudó a Europa. La Internacional Socialista, reunida en Copenhague, Dinamarca, celebró una conferencia internacional en donde estableció un Día de la Mujer de carácter global: el propósito era honrar el movimiento por los derechos de la mujer, conmemorar la huelga de las garment workers de los Estados Unidos y generar apoyo para lograr el sufragio universal para las mujeres. La idea fue aprobada por más de 100 mujeres procedentes de 17 países. No se fijó, sin embargo, ningún día específico.
Pero sí, al año siguiente, se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza: la fecha elegida para la celebración fue el 19 de marzo. Un millón de personas conquistar las calles para exigir el derecho al voto, al trabajo, a la formación profesional, a la no discriminación laboral y poder ocupar cargos públicos.
En 1911, tres años después del brutal incendio de la fábrica Cotton, un hecho similar volvió a enlutar a la clase obrera. El 25 de marzo 149 personas -mujeres en su mayoría- murieron en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist Company, en la misma ciudad estadounidense. El siniestro reveló las precarias condiciones en las que trabajaban las obreras, muchas de ellas inmigrantes muy pobres. Triangle era una fábrica de camisas que ocupaba los pisos 8, 9 y 10 del edificio Asch, ubicado en la esquina de las calles Washington Place y Greene Street, en Manhattan, Nueva York.
En el trágico incendio de la fabrica Triangule Shirtwaist fallecieron 146 trabajadoras el 25 de marzo de 1911.
La fábrica era tan grande y era tan poca la paga que los dueños temían que las empleadas robasen las prendas, por lo que ordenaron a los encargados de la planta cerrar las puertas una vez que el personal ingresara y no abrirlas hasta el horario de salida. La idea fue una trampa mortal: a las 16:45 del 25 de marzo de 1911 se desató el feroz incendio y la peor tragedia de la industria textil.
Los tres pisos fueron prácticamente devorados por las llamas. Las muertes fueron por quemaduras, inhalación de humo y aplastamiento, provocado por el derrumbe. Solo algunas pocas salvaron su vida. Una de ellas, Pauline Pepe, años después contó el horroroso momento que vivió: “Fue horrible, al descender vimos las tres escaleras en llamas. Todo estaba lleno de cuerpos. Fue terrible, nunca lo olvidaré. Jamás”.
El 11 de abril de ese año, los propietarios de Triangle fueron imputados por homicidio culposo al ser considerados responsables de esas muertes. El 4 de diciembre se inició el juicio hasta que el 27 de ese mes, la Justicia los declaró inocentes. Tras 23 pleitos legales, el 11 de marzo de 1917 fueron sentenciados a pagar indemnizaciones de tan solo 75 dólares por cada vida perdida. Más de cien mil personas acudieron en silencio al desfile funerario que organizaron el sindicato Women’s Trade Union League y el movimiento International Ladies’ Garment Workers Union.
La idea de una fecha de reivindicación para las mujeres todas y en especial para las mujeres muertas en estas tragedias de impacto mundial comenzó a penetrar la conciencia de los pueblos. La causa llegó a Rusia en 1917. Antes de que se desatara la revolución y en plena Primera Guerra Mundial, las mujeres reaccionaron a la muerte de más de dos millones de soldados en el conflicto: convocaron una huelga para el último domingo de febrero.
En 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague (Dinamarca) más de 100 mujeres aprobaron declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Las protestas y manifestaciones iniciadas aquel 23 de febrero y culminadas el 8 de marzo condujeron a una movilización general contra la monarquía y por el fin de la guerra. Los levantamientos provocaron la abdicación del zar ruso y condujeron a un gobierno provisional que les concedió a las mujeres el derecho al voto. Lo que siguió tras la revolución de octubre y de la mano de Alexandra Kollontai -feminista bolchevique- fue el voto de la mujer, divorcio legal y el aborto. Además, logró que el 8 de marzo sea considerado fiesta oficial en la entonces URSS. En 1965, el Sóviet Supremo decretó el 8 de marzo como día no laborable.
Diez años después, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. Y finalmente, en 1977, la Asamblea General de la ONU invitó a los estados a proclamar, según sus tradiciones y costumbres, a celebrar “un día al año como el Día de las Naciones Unidas para los derechos de la mujer y la paz internacional”.
Texto original publicado en Infobae
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