El socialdemócrata Olaf Scholz juró hoy en el Bundestag (Cámara Baja del Parlamento) su cargo como noveno canciller de la República Federal de Alemania.
«Juro que dedicaré mis fuerzas al bienestar del pueblo alemán, aumentaré su beneficio, evitaré su daño, mantendré y defenderé la Ley Fundamental y las leyes de la federación, cumpliré mis obligaciones a conciencia y haré justicia a todos», pronunció en voz alta Scholz, tal y como recoge el artículo 56 de la Ley Fundamental.
El nuevo canciller se abstuvo de incluir la frase opcional: «Que Dios me ayude».
Scholz fue previamente nombrado canciller por el presidente germano, Frank-Walter Steinmeier, en una breve ceremonia en el palacio de Bellevue de Berlín. Esta misma mañana Scholz había recibido el respaldo del Bundestag para suceder a Angela Merkel como canciller.
En votación secreta, Scholz obtuvo 395 de los 707 votos emitidos. Hubo 303 votos en contra, seis abstenciones y tres votos nulos. Para ser elegido necesitaba obtener mayoría del total de 736 escaños de los que consta el Bundestag, es decir, 369 votos.
Los partidos que forman la coalición gubernamental denominada «semáforo» por los colores que tradicionalmente representan a cada uno de los partidos: Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y Partido Liberal (FDP) suman juntos 416 escaños.
Scholz, de 63 años fue vicecanciller y ministro de Finanzas durante los últimos cuatro años en el gabinete saliente de Merkel. También ejerció previamente como alcalde de la ciudad-Estado de Hamburgo, entre otros cargos políticos.
El nuevo gabinete estará compuesto por ocho ministros y ocho ministras, dirigidos por Scholz, lo que conforma un Gobierno de nueve hombres y ocho mujeres. El nuevo canciller había reiterado anteriormente la gran importancia que concede al hecho de tener un gabinete paritario.
El nuevo Gobierno constará así de siete ministros del SPD, cinco de Los Verdes y cuatro de los liberales.
El nombramiento de Scholz pone a un socialdemócrata al frente de un gobierno alemán por primera vez en 16 años, después de que Merkel sucediera a Gerhard Schröder como canciller en 2005.
Una coalición «semáforo» es algo inédito a nivel nacional. Mientras que el SPD aporta mucha experiencia de gobierno tras integrar la coalición roji-negra de Merkel, la última participación de Los Verdes en un gobierno fue en 1998-2005 y la del FDP, en 2009-2013.
Los tres partidos juntos tienen grandes planes. Así, el salario mínimo en Alemania aumentará a 12 euros por hora (actualmente es de 9,60 euros).
En cuestiones de lucha contra el cambio climático, la mayor economía de Europa quiere asumir un cambio y extraer ya en 2030 el 80 por ciento de su energía de fuentes renovables. Para levantar más turbinas eólicas más rápido, se acelerarán los procesos de planificación.
La compra de cannabis estará permitida a los adultos en tiendas con licencia.
El «semáforo» también quiere facilitar la reunificación familiar en Alemania y los extranjeros verán facilitado el acceso a la ciudadanía alemana. Las ayudas al desempleo para los desocupados de larga duración («Hartz IV») serán reemplazadas por una ayuda más universal.
Los vecinos de Alemania se preparan para que, con el regreso de Los Verdes al Gobierno, Berlín presione más fuertemente en cuestiones de lucha contra el cambio climático. El hasta ahora co-presidente de Los Verdes Robert Habeck dirigirá, en su calidad de vicecanciller, el rediseñado Ministerio de Economía y Lucha contra el Cambio Climático.
En cuanto a las deudas públicas, se espera que el presidente del FDP, Christian Lindner, emprenda como ministro de Finanzas un rumbo más austero que su antecesor Scholz.
En lo que a la política de seguridad se refiere, algunos aliados occidentales están preocupados porque Berlín ya no rechazará de plano el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares de Naciones Unidas, aunque sí seguirá apoyando la disposición a, en caso de conflicto, equipar sus propios cazas de combate con armas nucleares estadounidenses.
Lo que podría complicarse son las millonarias inversiones previstas en la lucha contra el cambio climático y la renovación de infraestructuras.
Los escépticos ya hablan de la «cuadratura del círculo». Porque el llamado freno a la deuda, que prohíbe al Estado tomar créditos por encima del 0,35 por ciento del producto interior bruto (PIB), volverá a entrar en vigor en 2023 después de la excepción aplicada para combatir los efectos de la pandemia de coronavirus.
Los liberales, a su vez, lograron imponer en las negociaciones de coalición que no se aumente el impuesto a los ingresos y que no se establezca un impuesto al patrimonio, algo que en realidad querían SPD y Verdes.
El nuevo gobierno también debe manejar y garantizar las consecuencias del apagón nuclear y del fin del carbón sin que en Alemania se apaguen las luces durante el invierno. Las últimas seis centrales atómicas serán desactivadas, según está establecido, en parte a fines de 2021 y en parte a fines de 2022.
El nuevo ejecutivo aspira a adelantar la descarbonización progresiva fijada para 2038 a 2030. Para ello deberán ser instaladas miles de turbinas eólicas y centrales de gas, que deberán compensar el fin de la energía nuclear y del carbón y cubrir el enorme aumento de la demanda que se espera de aquí a 2030.
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