Un pedazo ligero de cartón llevará un poderoso grito a favor del planeta. Desde la costa del Pacífico hasta la espesa Amazonía, desde los páramos hasta los bosques del sur del país, decenas de jóvenes se unen este viernes 24 de septiembre del 2021 para hacer oír su voz ante la crisis climática.
Sus mensajes se elevarán en la huelga global del viernes por el futuro, convocada por la activista sueca Greta Thunberg y su contundente advertencia: “La crisis climática es más urgente; no ha desaparecido con la pandemia”. El debate también reúne a líderes mundiales en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En Ecuador, un grupo de jóvenes líderes que bordean los 20 años ha pasado de la voz a la acción. Agrupados bajo el Movimiento de Organizaciones Ambientalistas, son activos voluntarios en jornadas de limpieza de playas, reciclaje, reforestación, agroecología, defensa de la naturaleza.
Crecer en medio del Parque Nacional Podocarpus, en Loja, fue determinante para Claudia Sánchez. La apacible laguna y vacas pastando a su alrededor son recuerdos que moldearon su estilo de vida: es vegana, defensora de la fauna y del agua.
“Tuve la suerte de crecer en una generación a la que le enseñaron las consecuencias del cambio climático. La educación y vivir en el campo fueron esenciales para aprender el valor de la naturaleza”.
Este viernes portará un mensaje de alerta: “No hay plan B”. Para Claudia, la iniciativa juvenil que se tomará Loja y otras ciudades del mundo es un despertar para meditar en que esta y otras pandemias podrían surgir por la crisis del clima.
Los recuerdos de la niñez también motivan a Jordy Galarza, aunque son dolorosos. Vivió en Shushufindi, junto a las piscinas petroleras, y vio a personas cercanas ser consumidas por el cáncer.
Ahora, como estudiante de Biología, reflexiona en la encrucijada que afronta la Amazonía: es uno de los sumideros de carbono más grandes del planeta y hábitat de comunidades aquejadas por fuertes problemáticas sociales.
“La explotación petrolera avanza y no hay mecanismos de sostenibilidad. Se debe pensar en alternativas de economía verde para los hogares, como proyectos de agrosilvicultura o ganadería sostenible. Hay que pasar del reclamo a la acción”. Y él ya lo ha hecho en Puyo (Pastaza), impulsando la educación ambiental.
Los océanos son otro gran sumidero de carbono. Si hay algo que cure todo en la vida, Mariagracia Mendoza lo resume en una sola palabra: mar.
Así lo cree, aunque no siempre la marea traiga algo agradable. Lo ha experimentado, minga tras minga, desde 2018, en las playas de su natal Manabí, donde ha recolectado decenas de toneladas de plástico.
“Hay que inyectar conciencia ambiental. No basta con limpiar la playa; explicamos por qué lo hacemos”. El sábado, su grupo de 40 voluntarios de la organización Mingas por el Mar cumplirá un año de limpiar Crucita, cantón Portoviejo. Pedirán poner freno al tráfico de vida silvestre y a la deforestación en la provincia.
Poner pausa al consumismo y evitar la contaminación de los ecosistemas es uno de los ideales de Sofía Aguilar. Aún no termina el colegio y junto a sus compañeros de La Moderna, en Samborondón (Guayas), apuesta por frenar el uso desmedido de plásticos. “El cambio climático es real. Debemos informarnos y actuar; aún hay tiempo para hacerlo”.
Un poco lejos, en los páramos de Riobamba, Bryan Sinaluisa protege el agua. Su esfuerzo se centra en el río Chibunga, que resiste ante la voraz contaminación industrial y aún da vida a los cultivos de papa, remolacha, alfalfa…
“Se detectan metales pesados, bacterias y virus en el agua. El problema es que se piensa en producir y no en vivir; por eso estamos impulsando la producción orgánica para generar alimentos propios”.
En las planicies de la Costa, los esteros también sufren. En Quevedo (Los Ríos), Elian Intriago reclama por el abarrotado botadero de basura, ya sin espacio para recibir 150 toneladas de desechos diarios.
“Esa es una de las causas por las que nos unimos al llamado de Greta Thunberg. Queremos ser escuchados por los tomadores de decisiones para que lideren proyectos de sostenibilidad ambiental”. Pero no todo queda solo en la queja. Elian ha dado charlas sobre compostaje, uso consciente del plástico y tiene un plan para recolectar la dañina basura electrónica.
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