Jasmine Tookes y Juan David Borrero se conocieron en 2016 gracias a un proyecto profesional. Juan trabaja en Snapchat como director de mercados internacionales y la red social estaba por entonces a punto de lanzar en su app una nueva función llamada Group Stories. La compañía quería contar con la colaboración de Jasmine y sus amigas para promocionarla. “Resulta que estábamos todas en L.A. por un desfile, así que fui a comer un día con Juan y otro par de empleados de Snapchat”, recuerda Jasmine. “Después de esa comida, Juan me invitó a un cumpleaños esa misma noche. Hay una atracción innata entre nosotros. Desde aquella noche mantuvimos el contacto y el resto es historia”.
Ya como pareja, Jasmine y Juan empezaron a hacer una escapada cada año por su aniversario. El año pasado, Juan aprovechó dicho viaje como caballo de Troya para sorprender a Jasmine y pedirle la mano. “El 21 de septiembre de 2020 por la mañana, me dijo que hiciera la maleta porque nos íbamos”, recuerda Jasmine. “La primera parada fue el restaurante Rose Café, que es donde nos conocimos”.
Desde allí, volvieron al coche y Juan le vendó los ojos a Jasmine hasta que llegaron al aeropuerto. Cuarenta minutos después, aterrizaron en Utah donde tomaron un helicóptero rumbo a Amangiri. “Antes de ir al hotel, aterrizamos entre rocas en medio de la nada y nos sentamos a beber champán con una tabla de embutidos”, cuenta Jasmine. “Había contratado una fotógrafa para capturar el momento que andaba disfrazada de personal del hotel, y nos dijo que, después del champán, nos acercásemos al mirador que había. Cuando subimos hasta allí, miré hacia el suelo y [vi escrito]: ‘¿Te quieres casar conmigo?’. Me quedé completamente loca. No se me ocurre una forma más bonita ni más calculada de pedir la mano”.
Jasmine y Juan celebraron su boda en Quito, Ecuador, durante el fin de semana del Día del Trabajo. Y pese a los mil y un problemas logísticos que ha traído la pandemia a la planificación de bodas, organizarla fue sorprendentemente sencillo. “Por suerte, todo fue de maravilla, porque en Ecuador las vacunas se han distribuido bastante rápido. Además siempre había querido planear una boda y nunca lo he dicho pero me habría gustado ser organizadora de eventos”, confiesa Jasmine. “¡Me encanta todo el proceso!”.
En el mismo Ecuador contó con la ayuda de Carolina Muzo, tanto en la parte creativa como en los aspectos más logísticos (toda persona involucrada había recibido la vacuna y cada invitado se sometió a dos tests a lo largo del fin de semana). “Carolina fue un ángel y estuvo atenta a cada detalle”, apunta Jasmine. Desde Botania Flower Boutique complementaron su trabajo con impresionantes arreglos florales que alegraron la ceremonia y la recepción posterior.
Jasmine supo desde el principio que su look nupcial sería de Zuhair Murad. “Quería que él me hiciera el vestido desde que desfilé por primera vez en su pasarela de costura”, dice. “Le envié mis ideas y él me dibujó el vestido más bonito y más atemporal que he visto en mi vida”. Frente a la cola de 4,5 metros y el dramatismo que desprendía todo el look, Jasmine redujo al mínimo las joyas, con solo unos pendientes de diamantes de Ritani y su anillo de compromiso. Calzó unos salones personalizados en satén blanco de Sarah Flint. Su look de belleza fue obra de Leah Pike y Russian Nureev, quienes la peinan y la maquillan para casi todos los eventos. Juan vistió un esmoquin de doble botonadura de Armani. “Ambos quisimos que nuestros looks fueran clásicos y tradicionales al máximo”, cuenta la novia.
El cortejo nupcial de Jasmine llevó vestidos verde salvia de Amsale. “Fueron muy amables con mis damas de honor y las hicieron sentirse a todas súper especiales”, dice Jasmine. Como único complemento, llevaron joyas de su querida amiga Chari, de la firma By Chari.
La ceremonia tuvo lugar el sábado en una iglesia católica en el corazón de Quito. “Para mí Quito tiene algunas de las iglesias más bonitas del mundo”, dice Jasmine. “Y la que elegimos nosotros está toda cubierta de oro, fue casi como asistir a una boda real”. La hermana de la novia, Chloe, fue la niña de las flores y Roguey, su bulldog francés, llevó los anillos al altar.
Tras la ceremonia, los invitados se congregaron en una hacienda situada a 30 minutos de Quito, enclave de la bucólica recepción. “La diseñamos en Ecuador, con Lorena de Fialo Eventi”, explica Jasmine. “Enseguida entendió lo que quería. Imagínate un jardín encantado con más flores de las que hayas visto nunca. Todo fue muy romántico, a la luz de las velas, y con un violinista increíble tocando. Era más o menos como un invernadero gigante, colgaban flores del techo y todo. Como si los invitados estuviesen sentados a la mesa en su propio jardín”.
Disfrutaron de dos grandes barras de bar, una pista de baile gigantesca y un ágape delicioso a cargo del gran chef ecuatoriano Alejandro Chamorro. “En su día fue chef del Noma en Dinamarca y ahora es chef del Nuema en Ecuador, que está entre los 50 mejores restaurantes de toda Latinoamérica”, explica Jasmine. Contrataron varias bandas de música para amenizar la velada. “Las bodas ecuatorianas tienen siempre ‘la hora loca’, en la que eliges varios temas, salen bailarines y se arma”, cuenta la modelo. “Nosotros elegimos tres temas: Aladdin, ángeles y festivales. En la parte de Aladdin, repartimos entre los invitados unos accesorios muy divertidos de Aladdin, Jasmine y del genio y, más entrada la noche, les dimos alas de ángel, ¡topo el mundo se volvió loco!”. Para esta parte de la velada, Jasmine retiró la sobrefalda de su vestido de novia original y lo transformó en un vestido de fiesta, perfecto para bailar hasta la madrugada.
Texto original publicado en la revista VOGUE
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