Luego de que el domingo la isla viviera las mayores protestas de su historia reciente, una de las grandes interrogantes era qué pasaría el día -o los días- después.
Sin embargo, a lo largo de este lunes, y por horas, era difícil saber a ciencia cierta qué estaba pasando allí: rumores de nuevas protestas aparecían y se deshacían en redes sociales.
Luego se sabría que al menos una persona murió tras un intenso tiroteo en un barrio pobre de La Habana en las protestas que tuvieron lugar el día después.
Varios cubanos entrevistados por BBC Mundo en tres diferentes provincias comentan que ellos mismos no tenían idea si algo estaba sucediendo a dos cuadras de sus casas.
“Las calles están llenas de policía en cada esquina desde anoche. Prácticamente lo único que ves pasar son patrullas (autos de policía)”, contó Mairelis, desde Centro Habana, en la capital.
La falta de información, según dijeron, tenía también otra causa: “Además, no tenemos internet. Hoy no me he podido conectar”.
El sitio de monitoreo de internet NetBlocks reportó horas más tarde que internet había sido restringida en la isla, principalmente para plataformas como WhatsApp, Facebook, Instagram y Telegram desde los servidores del proveedor estatal (único), perteneciente a la compañía Etecsa.
“Es probable que las restricciones específicas limiten el flujo de información desde Cuba luego de que miles de personas se manifestaran contra el gobierno socialista”, indicó un análisis de NetBlocks.
Datos de TOP10VPN, una compañía que investiga privacidad en internet, muestran que el costo del actual “apagón” en las redes para Cuba, que vive una de las peores crisis económicas de su historia, ha sido de más de US$13 millones y ha afectado a al menos a 7 millones de personas (en un país de 11 millones).
“Tumbar internet o incluso bloquear el acceso a redes sociales o aplicaciones de mensajería viene con un costo pesado”, dice a BBC Mundo Simon Migliano, jefe de investigaciones de TOP10VPN.
Para muchos cubanos, según contaron a BBC Mundo, la única mención sobre lo que había pasado el día anterior fue la oficial.
Y la tuvieron desde la propia televisión y radio estatales: todos los canales y emisoras de la isla se enlazaron en “cadena nacional” desde la mañana y hasta el mediodía para presentar un programa especial en el que habló, otra vez, el presidente Miguel Díaz-Canel.
El mandatario, que había llamado a sus seguidores el domingo a salir a la calle para hacer frente a los manifestantes, usó el espacio para calificar de “mercenarios” y “delincuentes” a los que habían participado en las protestas en su contra.
“El domingo es el día de descanso de las familias, quisieron alterar la tranquilidad en medio de una pandemia. ¿No es cruel, brutal, genocida? Ante ello, han tenido la respuesta que merecían, como la han tenido en Venezuela”, dijo.
Según numerosos testimonios y videos en redes sociales, las protestas fueron duramente reprimidas a golpes, con gas pimienta y hasta disparos en ocasiones, mientras decenas de personas fueron arrestadas.
De hecho, el desconcierto sobre lo que sucede ha sido mayor para decenas de familiares de los que participaron en las marchas que, un día después, no saben nada de sus seres queridos.
Desde la mañana del lunes, estaciones de policía de la capital y varias provincias se llenaron de personas que buscan noticias de los suyos.
“He ido dos veces a la estación y no me dicen dónde está mi hijo. Estoy desesperado”, le dice a BBC Mundo Ariel González, padre de Ariel González Falcón, un estudiante de medicina de 21 años que fue arrestado durante la protesta.
“Sé que le pegaron un poco porque me lo dijeron otros compañeros de él que estaban allí. En la estación me dijeron que no podían decirme dónde estaba porque no fue la policía quien hizo el arresto, sino otra ´institución´“, afirma.
Según un recuento del sitio independiente de asistencia legal Cubalex, alrededor de un centenar de cubanos fueron arrestados el domingo, entre ellos líderes opositores y reconocidos artistas (incluido el líder del contestatario Movimiento San Isidro).
Sin embargo, señalan que, dado el escaso acceso a internet, las denuncias de los familiares son más difíciles de recibir.
“Nos llegan nombres a cada rato. A algunos los han liberado, pero debe aumentar el número”, le dice a BBC Mundo Laritza Diversent, directora de Cubalex.
Varios medios independientes de Cuba han reportado que las detenciones han continuado en algunos lugares, pese a la aparente calma que se ha reportado el lunes.
Carlos Alberto, un joven que le contó a BBC Mundo el domingo que había estado en la protesta en La Habana, aseguró este lunes que estaba escondido en casa de su novia por temor a ser arrestado.
“A otro socio mío lo fueron a buscar a su casa. Tengo miedo que me pase lo mismo. No hicimos nada malo. Estábamos pidiendo libertad y con esta actitud ellos demuestran lo que son: una dictadura”, opina vía telefónica.
En sus mensajes tras las protestas y en publicaciones de medios oficiales el gobierno de Cuba ha tratado de presentar las protestas como resultados de una campaña diseñada desde Estados Unidos.
Según dijo Díaz-Canel, Washington lleva a cabo “una política de asfixia económica” con el fin de “provocar estallidos sociales, incomprensiones e insatisfacciones” en la isla.
“Alientan a que se vaya de una manera desordenada a expresar y plantear lo que podemos hacer por los canales de comunicación que tenemos”, dijo.
En la tarde del lunes, medios oficiales comenzaron a publicar reportes en los que dicen que una reciente campaña en redes sociales para denunciar el colapso del sistema de salud por el coronavirus “fue lanzada desde el exterior”.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, cuestionó por su parte el mensaje del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien antes había llamado al gobierno de la isla a “que escuche a su pueblo y sirva sus necesidades en este momento vital, en lugar de enriquecerse”.
“Haría bien el presidente norteamericano en escuchar al pueblo de Cuba en su llamado al cese del bloqueo [como llama el gobierno cubano al embargo]”, dijo.
Las autoridades de Cuba tradicionalmente señalan a EE.UU. y su embargo de los principales problemas de la isla y acusan a los opositores de ser “mercenarios a sueldo del imperialismo”.
Pero si nadie tenía idea de qué podría pasar la mañana después de las protestas, la gran incertidumbre es qué pasará en los días y semanas por venir: cómo responderán los cubanos… y el gobierno.
En la convocatoria a sus seguidores, Díaz-Canel había pedido a los “revolucionarios” y los “comunistas” no solo que salieran a hacer frente a las protestas el domingo, sino también “desde ahora y en todos estos días”.
Con anterioridad, el gobierno cubano ha mantenido presos por meses en las cárceles a artistas y otras personas que han realizado protestas: es el caso de Maikel Castillo, que lideró una protesta en abril, y de Luis Robles, un joven que lleva preso desde diciembre por pararse en una calle de La Habana con un cartel para pedir la liberación de un rapero también detenido (Denis Solís).
El número de manifestantes ahora, sin embargo, es mayor y las circunstancias son diferentes.
Y es que, para muchos analistas, las protestas del domingo son la muestra de que el pueblo cubano ha perdido el miedo.
Y si bien las posibles causas van desde el hartazgo hasta el colapso del sistema de salud por el coronavirus, la asfixiante crisis económica o el poder de las redes sociales, las manifestaciones no pueden verse separadas de un proceso de descontento social que se ha hecho cada vez más evidente desde finales de 2020.
Entonces, una huelga de un grupo de jóvenes artistas (también contra la detención de Solís) que fue desmantelada a la fuerza por la policía no solo dio paso a una insólita protesta de jóvenes en La Habana, sino que también cimentó el papel de las redes en la crítica al gobierno.
Poco después, “Patria y vida“, un tema musical que implicaba a algunos de los artistas que participaron en la huelga, se volvió una especie de himno y su título se volvió ahora una de las consignas más coreadas en las protestas.
Otra manifestación en abril pasado para evitar la detención de Maikel Castillo movilizó San Isidro, uno de los barrios más pobres de la capital.
Nada cambió aparentemente con ninguna. Pero posiblemente, la protesta del domingo no hubiera sido posible sin ninguna de ellas.
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