Si hay algo evidente después de las últimas declaraciones del expresidente Rafael Correa sobre el supuesto pacto del correísmo con el PSC y CREO es que la estrategia era la del más sabido, en términos coloquiales. Correa lo quería todo y no cedía nada, basado en sus conocimientos de estrategia política -lo dijo en esas palabras- de que entre un sánduche de chancho y de pollo la gente va a preferir el de chancho o entre uno de pollo o de mortadela, va a preferir el de pollo y lo obvio es que entre el sánduche de chancho y el de mortadela va a escoger el chancho aunque puede escoger el de mortadela “porque las preferencias son intransitivas” (sic) y así sucesivamente, todo basado en sus preferencias culinarias: la gula.
Tras la alusión, se escuchan risas generales incluidas las del entrevistador, el exprefecto de Guayas que le prestó su movimiento político para empujar la candidatura de Andrés Araúz, desaparecido del mapa político por obra y gracia del expresidente Correa. “Por eso le han hecho sánduche a Pierina”, dice el exprefecto del Guayas en medio de burlas aplaudidas por los otros entrevistadores. Y el expresidente Correa hace mutis por el foro.
De la entrevista se desprende que el acuerdo que el correísmo intentaba montar en la Asamblea, a espaldas de los electores que llevaron a Guillermo Lasso al poder, se basaba simple y llanamente en el chantaje, en la amenaza de desestabilización por la que culparía a Pachakutik, de llegar a concretarse. ¿La ideas se agotaron? ¿Tiene un manual de Fouché en 100 palabras, como esos de para entender El Capital de Marx, de Rius?
Es de agradecer la llaneza con la que expresidente Correa explica sus planes y su sentimiento de fracaso al verse derrotado en la Asamblea por una mujer amazónica a la que sigue llamando violenta y limitada intelectualmente con su menú de los sánduches que prefiere la gente.
Su apuesta clara, de aquí a futuro, será por la desestabilización. Nunca le interesó una hoja de ruta de gobernabilidad. Dijo que Jaime Nebot prácticamente le rogó para que aceptara la alianza y le llamó después de muchos años de estar sin hablar con él.
Y, palabras más palabras menos, la única condición que puso para aceptar esa alianza era la libertad de Jorge Glas, no la de sus otros exfuncionarios que están prófugos de la justicia. ¿A cambio de qué? Pues de su asesoría, como la que lleva adelante en Venezuela, porque hay cierta dirigencia política que le da todavía una capacidad de movilización que perdió muchos años antes de dejar el poder.
El expresidente Correa fue derrotado en la Asamblea por Guadalupe Llori, pese a que su hermana dirigía la sesión inaugural, y cree intrascendente haberla metido presa durante diez meses, porque, según sus palabras, no perseguía ni interfería en la justicia, aunque recuerda cuántos meses dejó tras las rejas a una opositora política. Y ahora amenaza con la desestabilización, un proceso que debería estar a cargo de la Conaie, porque cree tener el control de los movimientos sociales a los que persiguió y censuró.
Y la prensa, la culpable de siempre será la prensa, a la que pone en la categoría de sánduches de chancho. Porque, desde su visión, es la responsable de que Adán se comiera la manzana ofrecida por Eva.
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