La Venezuela del chavismo y del socialismo del siglo XXI comienza a superar de largo al realismo mágico de Colombia. Un presidente que ve a un pajarito azul hablar; el éxodo más gran de América Latina; un país petrolero sin gasolina; un sistema electoral que conoce los resultados meses antes de la convocatoria a elecciones; un mandatario que va a comer con su esposa en el famoso restaurante en Estambul del chef turco conocido como Salt Bae, con sucursales en Dubai, Abu Dhabi, Doha, Miami y New York, mientras la gente en su país hace interminables filas para intentar conseguir la harina de las arepas; personas llevando tanques de gas en burro en las grandes avenidas de Caracas; gente saliendo a la calle con maletas de billetes, como si del pago de una tonelada de droga se tratara, para comprar un huevo; un cartel de la droga bautizado como Los Soles en el que las agencias antinarcóticos involucran a altos mandos militares.
Todo resultaría risible de no ser por la miseria a la que fue sometido el pueblo venezolano, para garantizar la impunidad de las nuevas élites que dicen representar al pueblo. Y ahora llega la historia del billete del millón de bolívares que acaba de emitir Venezuela y que el cambio real equivale a 50 centavos de dólar.
El régimen de Nicolás Maduro anunció el viernes la emisión de un nuevo cono monetario con la incorporación de tres nuevos billetes de 200 mil, 500 mil y un millón de bolívares. El Banco Central fue el encargado de publicar un tuit con la imagen de los tres nuevos billetes, con un diseño exactamente igual.
La reconversión monetaria de 2018, que quitó cinco ceros al bolívar quedó en nada, por la falta de papel moneda. Los tres billetes juntos no alcanzan ni para comprar un kilo de harina de maíz, ni siquiera alcanzan para completar un dólar. Un venezolano promedio necesita por lo menos 100 millones de bolívares y hacer varias operaciones para comprar un mercado mucho menos que básico, porque las cajas registradoras no pueden con tantos ceros.
Cada venezolano tiene que peregrinar por lo menos días al banco para tener con qué pagar el pasaje del bus. Parece un cuento de Macondo, pero es la realidad a la que ha llevado el chavismo a Venezuela, a un país donde su presidente va a Estambul a comer cordero, retocado con una lluvia de granos gruesos de sal. ¿Cuántos camiones de bolívares habrá llevado en su avión Maduro para pagar esa comida?
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