Mientras sigue arruinando a Venezuela, el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, busca convertirse en parte del folclor latinoamericano: que se hable de él, así sea bien o mal, pero se hable. Posar en el imaginario de la gente como presidente de lo que alguna vez fue un país. En esas circunstancias el ridículo importa poco, como cuando veía en un pajarito a su mentor Hugo Chávez. Hasta pasaría por humorista de no mediar el sufrimiento de millones de venezolanos en el exilio y decenas de miles más que todavía escapan a pie de ese remedo de democracia, donde tiene el control absoluto de todos los poderes del Estado.
Su sueño no es solo afianzar su poder eterno en Venezuela, con la ayuda de unas Fuerzas Armadas cuya cúpula ha sido involucrada en casos de narcotráfico y en una puerta de entrada al continente de miembros de grupos terroristas internacionales. Lo dijo claramente el día de su posesión, después del último gran fraude contra Henrique Capriles: el poder lo entregaría solo a un chavista o una chavista; es decir, a él. El poder de sucesión pasa por él, no por ninguna elección.
¿Cómo llegó Venezuela a ese punto que parece sin retorno? Con el control de todos los poderes del Estado, que pasó por controlar las Fuerzas Armadas y los escuadrones de Inteligencia política, como en las mejores épocas de Pablo Escobar o los hermanos Rodríguez Orejuela en Colombia, que intentaron fundar un Estado dentro de otro Estado, con el lema de plata o plomo.
El aprendiz resultó mejor que su maestro, Hugo Chávez, a la hora de arruinar a Venezuela, porque ya no contento con que ese país se convirtiera en el laboratorio de la vacuna rusa contra el Covid-19, ya minimizada, ahora intenta convencer de que puede producir su propia vacuna, su Carvativir. Y para eso necesita un escenario mediático, por ejemplo, unas acusaciones contra Facebook, porque le impide subir videos donde habla sobre las maravillas de su pócima mágica.
“¿Quién manda en Venezuela, el dueño de Facebook? ¿Quién manda en el mundo, el dueño de Facebook? Abusadores. Zuckerberg, tremendo abusador. El mundo tiene que reflexionar sobre los abusos de las redes sociales -dijo-. Son gente multimillonaria que pretende imponer sus verdades, sus razones, sus abusos en el mundo”. Lo que no dice es que él también es un multimillonario a costa de la pobreza y desgracia de millones de venezolanos.
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