En mayo de 2020, en plena pandemia por el Covid -19, los consulados de Venezuela en Quito y Guayaquil, adscritos al régimen de Nicolás Maduro, activaron el denominado Plan Vuelta a la Patria. Era un programa que debía extenderse en toda la región que recibió a la diáspora venezolana cansada por la falta de alimentos, medicinas y hasta de servicios básicos en su país. Salían caminando días y días con la esperanza de volver a comenzar.
En medio de este plan, el régimen de Maduro comenzó a criticar a quienes se fueron y a quienes regresaban por la pérdida de oportunidades en los países que acogieron la migración venezolana en los últimos años, por el cierre de miles de negocios debido a la pandemia del coronavirus. Ni siquiera ese respiro pudo darles, porque eran traidores a su proyecto; porque se negaron a reconocer su poder ad infinitum. El tema del traidor que se va y el héroe que los recibe de vuelta. La parodia.
Este plan se inició en septiembre de 2018 con el flete gratuito de vuelos para los venezolanos que deseaban regresar al país. Tras las últimas elecciones ficticias en Venezuela, donde el régimen de Maduro obtuvo la mayoría de la Asamblea dominada antes por la oposición, los venezolanos comenzaron otra diáspora, evidente en las frontera Ecuador-Colombia y Ecuador-Perú, las puertas de ingreso al resto de a región, hasta por caminos ilegales.
La situación en Ecuador es más compleja, por el tema de las elecciones. El apoyo del régimen de Maduro a un candidato ha sido por demás evidente. ¿Pretende Maduro ser el gran elector en Ecuador?
Más allá de eso, Maduro ha demostrado su incapacidad para darle un respiro económico a su población. Uno de los mayores países productores de petróleo del mundo ni siquiera tiene gasolina. Y el plan Vuelta a la Patria se ha convertido en un Adiós a la Patria, con una Venezuela abandonada a su suerte, porque ya ni siquiera está Donald Trump como para que el chavismo pueda acusarle de todas sus desgracias, cuando su única desgracia sea su incapacidad para vivir en democracia.
Una crisis que se ha agudizado con las últimas reformas económica de Maduro que ha autorizado a la banca pública y privada a vender divisas al menudeo, prohibida desde hace 15 años; una ley que castigaba con multas y penas de cárcel a quienes transaran divisas al margen del control cambiario vigente desde 2003.
¿El control cambiario fue flexibilizado? Al parecer no, es como si el régimen de Maduro enviara nuevamente a la diáspora a sus ciudadanos con el fin de que obtuvieran divisas para sus cuentas secas, mientras puertas adentro alza los impuestos y sube el precio de la gasolina. Un aprendiz de socialista con el afán de convertirse en un aprendiz del capitalista.
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