Las redes sociales en época electoral son auténticos campos de batalla. Basta que se publique un comentario desfavorable sobre el candidato que apoyamos o uno auspicioso sobre su contendiente para que se dispensen insinuaciones, acusaciones e insultos a mansalva.
Si usted, como yo, piensa que esta actitud beligerante, que nos invade en la víspera, es desgastante y evitable, y quiere hacer algo al respecto para no ser parte de ese círculo vicioso, lo invito a leer los siguientes consejos. De algo pueden servir.
¡A otro lado! Si su deseo es propiciar una discusión, debate o presentar una postura crítica, absténgase de hacerlo en redes sociales. Pierde el tiempo. 280 caracteres no son suficientes para exponer con fluidez ideas que ameritan ser desmenuzadas o presentar argumentos complejos. Hay foros adecuados para hacerlo y Twitter no es uno.
Repita este mantra todos los días: «mi opinión no es la realidad, ni es única, ni es tan importante para el resto; la suya tampoco».
Su personalidad e historia determinan la forma en que interpreta la realidad y las ideas. Si usted es una persona informada y bienintencionada, seguramente estará convencida que su candidato es la mejor opción o, por último, el menos malo. ¿Qué le hace pensar que quienes no votarán por ese candidato están equivocados? ¿Es que acaso todos son ignorantes o tienen una agenda oculta? ¡No sea soberbio, deles el beneficio de la duda!
Recuerde que una vez que su comentario se ha hecho público, le pertenece al Internet, por ello antes de que la cólera se apodere de usted y le provoque una hemorragia dactilar, inhale y exhale para promover la oxigenación del cerebro, apague su dispositivo, camine un rato, piense en otra cosa y cuando esté calmado, si aún no ha desistido de la idea, conteste. Tenga presente que un desafortunado trino, publicado en un momento de ira, puede retratarlo de una manera injusta para toda la vida.
Quienes no quieren participar en un cruce de ideas fructífero, generalmente se delatan de inmediato, ya sea ridiculizando al emisor, o exagerando o tergiversando su idea. Los más toscos simplemente lo insultarán. Si usted valora su tiempo, no lo pierda discutiendo con estas personas, o mejor dicho: trolls.
Las redes sociales como Facebook, Instagram, YouTube y Twitter utilizan complejos algoritmos basados en modelos de predicción del comportamiento, a partir de la experiencia e interacción del usuario con la aplicación, y de este modo nos recomiendan con pasmosa precisión a quién debemos seguir, qué debemos ver, qué tenemos que comprar, etc. Este algoritmo, particularmente aplicado a Twitter, crea cámaras de eco, donde reverberan las opiniones calcadas y no existen disidencias ni matices. Si se reconoce dentro de esta burbuja y quiere salir de ella, siga también a quien no piensa como usted. Hasta para defender con solvencia una idea, resulta útil conocer la posición contraria.
Tome conciencia del tiempo que le dedica a leer respuestas, menciones y comentarios. Puede que en el rato menos pensado haya perdido varias horas de su día en una actividad insulsa. Aproveche sus momentos de ocio en el mundo real, pues las redes sociales no lo son.
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