La pandemia no ha terminado ni sabemos cuándo ocurrirá eso, sin embargo, con creatividad ya debemos preparar las próximas reformas fiscales y tributarias, más allá de la coyuntura, para superar la crisis y recuperar el ritmo de crecimiento; atender prioritariamente alimentación, salud, vivienda, educación; incentivar la producción y el empleo; y, honrar las deudas. Comparto algunos insumos para lo tributario:
1) Racionalizar y simplificar el régimen vigente -con sello verde-, además, relacionar la tributación nacional con la local para concretar la descentralización fiscal; están vigentes más de 100 impuestos e innumerables tasas y contribuciones, muchas de esas cargas son ineficientes. 2) Implementar mecanismos para dar oxígeno al contribuyente, se puede aplicar rebajas, facilidades y aplazamientos de algunos pagos. 3) Optimizar el gasto tributario, es decir, lo que no se recauda por la concesión generosa de ciertos beneficios, exoneraciones, deducciones. 4) Generar seguridad jurídica para atraer inversión, incentivar la producción y el empleo con apoyo efectivo a emprendedores, pequeñas y medianas empresas. 5) Discutir seriamente sobre el IVA, gravamen regresivo porque no considera la capacidad económica del contribuyente; podría implementarse un IVA con tarifas diferenciadas, para cuidar el bolsillo de las grandes mayorías; por cierto, eliminar la exención del IVA a las universidades sería privarlas de sus rentas. 6) Profundizar el análisis de la economía digital que presenta grandes oportunidades para generar ingresos al fisco: comercio electrónico, servicios, internet de las cosas, software. 7) Reforzar la Administración Tributaria para nuevos retos, luchar contra la evasión y elusión, mejorar la gestión evitando conflictos que generan pérdida de recursos de todos.
Hemos reaccionado como se ha podido al calor de la pandemia, pero es hora de diseñar los cambios para una nueva época que deje atrás la pesadilla
Texto original publicado en el Telégrafo
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Más impuestos, menos empleos; más carga tributaria, más despidos y más reducción y liquidación de unidades productivas.
Los impuestos no se crearon para dilapidar su recaudación o agrandar el aparato administrativo, como se hizo desde 2007.
El gasto administrativo y corriente superior al 10% de los ingresos (impuestos y rentas nacionales), es un engaño permanente, una lacra que se la sigue agrandando con cada “reforma tributaria”.
La tributación es herramienta de estímulo del crecimiento económico de la sociedad, siempre y cuando responda a un reordenamiento integral de las finanzas públicas; lo cual, nunca se ha hecho, sino solo echar mano de la reforma tributaria dañina y perniciosa, condenatoria y creadora de pobreza y pobreza extrema en que se debate el país, con un 65% de informalidad y un detrimento de 21% de la clase media.
En 1970, en el quinto velasquismo devenido en dictadura, se inventaron el IVA 6%, para “salvar la economía” y no fue así; posteriormente, se incrementó la tarifa a 8, a 10 y a 12%, con la misma cantaleta simplona de andar por las ramas.