Para entender la tranquilidad de los mercados financieros ante una elección tan polarizada en Estados Unidos, entre Donald Trump y Joe Biden, como la desarrollada el 3 de noviembre, no solo hay que comprender el contexto que vive Estados Unidos en medio de la pandemia, sino el mundial.
Según las proyecciones, China es el único país que va a crecer este año. Eso nos da entender que en la coyuntura general no importa quién llegué a la Casa Blanca, sea Trump o sea Biden todo tiene que apuntar a la reactivación económica, ya sea con el programa del actual presidente o con el programa del candidato demócrata. Como dice el refrán, no importa el color del gato sino que cace ratones.
Los dos programas económicos tienen que apuntar hacia la recuperación de ese país, por eso los mercados financieros no han reaccionado con intranquilidad o han mostrado signos de preocupación. Al día de las elecciones, las bolsas en Asia cerraron con alzas generalizadas, con el Nikkei arriba 1,39% y el Hang Seng ganando 1,96%. En Europa, los principales índices avanzaron más del 2%, mientras que en Estados Unidos el mercado de futuros mostraba ganancias superiores al 1%.
Eso por un lado, por el otro lado hay que intentar entender por qué los latinos apuntan con su voto a Trump; es porque el actual presidente ha impulsado en algo el empleo. En cualquier economía del mundo, el objetivo no es perder empleos sino recuperar empleos y generar nuevos empleos.
Si Trump resultara reelegido, más o menos se puede proyectar cómo será su siguiente gobierno en los próximos cuatro años; lo mismo ocurre con Biden, si resulta que finalmente llega a la Casa Blanca también se puede avizorar cuál será su programa económico, tal vez haya algunas reformas, pero no tan profundas como para alterar a los mercados internacionales.
Los mercados hasta se sentirían más cómodos con un posible triunfo de Joe Biden, siempre que sea inobjetable. ¿Por qué? Voy hacer una analogía; por ejemplo, si alguien conoce a dos personas, a una con un carácter explosivo y otra con uno más tranquilo, ¿a quién le va a dar su confianza? Las personas de carácter tranquilo son más fáciles de llevar, aunque en algún momento podría salirse de sus casillas siempre privilegiará el diálogo antes que la imposición. Ese es el caso de Biden.
Trump, por el contrario, ha demostrado ser alguien impredecible, políticamente incorrecto, que un día puede salir con una cosa y al día siguiente decir otra. Por ejemplo, durante la campaña, cuándo fue contagiado por el coronavirus, al volver a sus actividades, prácticamente después de haber superado la muerte, todos esperaban que se tomara la cosas con calma, pues hizo lo impensable, apareció sin mascarilla y como si nada hubiera pasado. En el último debate presidencial, sin embargo, se vio a un Trump más equilibrado. Por eso los mercados, hasta podrían sentirse mejor con un potencial triunfo de Biden.
Para entender lo que vive Estados Unidos, hasta se podría hacer una analogía con la que pasó con los gobiernos de León Febres Cordero y Rodrigo Borja; con el primero se aplicó el sistema de bandas cambiarias y los ecuatorianos sabíamos que el dólar iba a flotar hacia arriba. Con el gobierno de Borja se impulsó las minidevaluaciones y cada cierto tiempo sabíamos que la moneda se iba a devaluar; los exportadores podían tener una planificación, porque era una política económica fija a seguir.
Igual ocurre con los dos candidatos de Estados Unidos; con Biden ya se sabe lo que va a hacer, con Trump todo es impredecible. Pero gane Biden o gane Trump los mercados no se van a alterar e incluso se sentirán un poco más aliviados con el triunfo de Biden porque saben que habrá un gobierno que no se va a salir de un plan. Con Trump podría darse un leve movimiento en los mercados y luego se volverían a asentar.
Cualquier inversionista en Estados Unidos tiene claro que con Trump o Biden las empresas van hacia la recuperación. Con el primero tal vez la ganancia sea mayor, con el segundo más conservadora e igual tendrán ganancias. Los mercados de valores responden a la lógica de que los inversionistas obtengan un mejor rendimiento.
En esto pesa mucho también el tema de la solidez de la institucionalidad democrática de Estados Unidos. Aunque noticias como las del posible desconocimiento por parte de Trump de un triunfo de Biden si pueden alterar esa tranquilidad, porque revelaría que no hay esa solidez institucional.
En Estados Unidos, regularmente el día de las elecciones ya se podía avizorar los resultados, nadie había hablado de un posible desconocimiento del ganador, de ahí que la elección de este 3 de noviembre ha sido diferente, atípica.
Toda esa coyuntura hay que analizarla en el contexto de los mercados financieros; cuando hay mucha inestabilidad, los inversores venden todo antes de que siga cayendo el precio de sus acciones para recuperar algo de su capital. Cuando hay estabilidad política se puede observar los mercados, ver las potencialidades de inversión en determinadas empresas. Porque se puede proyectar cómo se van a desarrollar las industrias y qué rendimientos potenciales pueden tener. A los inversores no les gusta poner el huevo en una sola canasta sino diversificar el portafolio.
Lo que esta campaña ha podido evidenciar es un cambio en la estructura del proceso electoral en Estados Unidos y en la forma cómo se están llevando las cosas.
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