Ecuador anunció una renegociación en el tramo de su deuda en papeles que permitiría reducir en $1.500 millones el volumen de las obligaciones en bonos; extender en 10 años más el plazo para pagar con cinco años de gracia y bajar la tasa de interés de 9,3% al 5,2%. Son condiciones absolutamente favorables para liberar el peso en las finanzas públicas en tiempos de pandemia.
El país no supo aprovechar la bonanza que permitía contar con un precio del barril de petróleo por arriba de los $140, porque se consideró como una lotería. Así se infló el gasto público en obras faraónicas que pretendieron convertir al país en el jaguar latinoamericano, una ficción para la propaganda. Un jaguar que pese a la bonanza petrolera debió vivir del endeudamiento no solo con China, sino con el mercado de capitales cuando China cerró la llave.
El peso de la deuda en las finanzas públicas ha hecho complejo el manejo de la crisis sanitaria declarada para mitigar la propagación del Covid-19. Más todavía con una caída de los precios del petróleo a niveles nunca antes vistos, por la baja en la demanda de combustibles en el mundo. La pandemia obligó a la gente a encerrarse y consumir menos gasolina.
La renegociación de la deuda en bonos, sin embargo, no es suficiente en el contexto en el que vive el país, con una crisis sanitaria sin precedentes y una crisis económica que golpea cada día a miles de ecuatorianos por el cierre de empresas y negocios. La deuda con China debería ser una de las prioridades del equipo de Finanzas. Pero los primeros pasos se han dado, como el aclarar las distorsiones creadas en diez años de ficciones. La de la famosa mesa servida.
El país necesita, además de la renegociación de su deuda en papeles, reformas más profundas para recuperar el aparato productivo, incentivar las exportaciones y buscar alternativas para atraer inversión extranjera. Sentarse con China y los multilaterales para dar un respiro a las finanzas públicas.
“Las distorsiones económicas de los anteriores 10 años fueron tan graves, que tenemos mucho por hacer aún en materia de deuda (China, multilaterales, deuda interna) –escribe Pablo Lucio Paredes– y, además de otras reformas estructurales, la reestructuración completa de las finanzas públicas (bajar fuertemente gastos y rediseñar el sistema tributario), un profundo cambio en la seguridad social, y luchar contra la corrupción recuperando la confianza de los ciudadanos”.
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