La actual crisis sanitaria, económica, social y humanitaria provocada por el coronavirus ha puesto en el tapete el debate sobre el aparato burocrático que consume una nómina de alrededor de $10 mil millones anuales, la tercera parte del Presupuesto General del Estado. ¿Es sostenible? Hay visiones que consideran necesario tener un aparato estatal fuerte sobre todo en la parte sanitaria. Un sistema de salud o un frente social que no sea mirado como el patito feo a la hora de las asignaciones presupuestarias.
El coronavirus destapó esas falencias en todo el mundo. China, por ejemplo, demostró que es capaz de montar un hospital es tres días y aislar hasta 50 millones de personas con una simple orden del Partido Comunista, pero siguen las dudas sobre su papel en el desarrollo de esta crisis sanitaria mundial. De ese país salieron lo virus más letales del siglo. ¿Se prueba con curas ante posibles virus o se experimenta con nuevos potenciales virus sin medir riesgos?
Estados Unidos, la más grande potencia económica del mundo, quedó en la indefensión en materia sanitaria. Su mayor motor y ejemplo para el mundo del respeto al otro, donde las migraciones se juntaron, Nueva York, escondió cadáveres y vio morir a personas en buhardillas del tercer mundo, mientras CNN concentraba todo el peso de la crisis mundial en Guayaquil, gracias a las fake news de un grupo político con gran parte de sus líderes refugiados en Bélgica y México, que antes denostaban contra esa cadena, porque tenían su Telesur, y ahora la ponen como ejemplo de periodismo impoluto.
En Ecuador, los gobiernos a lo largo de la historia, debilitaron el sistema sanitario. El anterior usó al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social como su caja chica y la de los nuevos grupos políticos como el de Ramiro González que se paseaba por todos los foros con el expresidente Rafael Correa en una fiesta sin fin. Médicos cubanos fueron llamados no para fortalecer el sistema sanitario sino para armar una red de su aparato de propaganda. Una red que funcionó casi a la perfección en el paro de octubre de 2019 cuando la economía del país fue paralizada en el más grande intento de golpe de Estado auspiciado desde Bélgica, por unas medidas económicas que ahora habrían funcionado como una caja de oxígeno para las finanzas públicas.
Ecuador tiene un gran aparato burocrático, sin meter en el mismo saco al frente social, uno de los sectores más descuidados, pero cuántos planes, proyectos, programas heredados de los tiempos del despilfarro, de las farras honoris causa, siguen vigentes. Por qué hay instituciones mudas con el anterior Gobierno que hoy volvieron a ser revolucionarias con manifestaciones en la calle que no respetan las normas impuestas por las autoridades sanitarias con el fin de evitar la propagación del coronavirus, sin que el COE cantonal tenga un pronunciamiento al respecto. Un dato interesante sería saber cómo se movió el virus el 5 de mayo en las calles de Quito para conocer si se justifica el encierro de más de cuarenta días.
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