El actor y músico Marcos Mundstock, conocido por su trabajo en el grupo humorístico Les Luthiers, murió a los 77 años, según confirmaron fuentes allegadas al ensamble. La noticia de su enfermedad, oficializada en mayo de 2019 , generó en muchos de los seguidores del grupo una enorme nostalgia por el singular trabajo que realizó durante medio siglo.
“Hijo de padres inmigrantes judíos askenazíes, Marcos nació el 25 de mayo de 1942 en la ciudad de Santa Fe. Algunos problemas económicos y la búsqueda de trabajo provocaron una mudanza familiar a Buenos Aires a los siete años. Cuando terminó el colegio secundario estudió ingeniería; nunca se llevó un título de esa carrera pero sí un grupo de amigos que conoció en el coro de la facultad. Aquello determinaría su futuro durante más de cincuenta años”, destaca el diario La Nación.
Mundstock era el rostro definitivo de Les Luthiers. Según La Nación de Argentina sus textos siempre fueron el marco de contención de cada cuadro escénico desarrollado por sus compañeros: el hombre de esmoquin que entra con una carpeta en la mano y la abre sobre un atril (o simplemente la sostiene en una mano). El que con cara de póquer desmenuza relatos y genera una especie de ping pong con el resto de sus compañeros, ya sea en diálogos desopilantes con Daniel Rabinovich -fallecido en 2015- o como partenaire de contrapuntos musicales generados por Jorge Maronna, Carlos López Puccio y Carlos Núñez Cortés (socios de las últimas tres décadas) o por Horacio Turano, Martín O’Connor y Tomás Mayer Wolf (que se sumaron en los últimos años).
“En ese proceso, alguna vez se lo pudo ver ingresando al escenario en silla de ruedas, para saludar al final de una función en la que no participó pero, de algún modo, estuvo. Porque no se lo vio con “ropa de calle” sino vestido de Les Luthiers, como ese soldado que espera con las botas puestas el momento en que lo vengan a buscar. Más allá de algunas actividades realizadas en cine o tevé, hablar de Marcos Mundstock es referirse específicamente a Les Luthiers”, reseña La Nación.
Cuando cumplieron cincuenta años de carrera, fueron condecorados con el premio Princesa de Asturias y estrenaron el show antológico Gran reserva . “Tenemos en el público la verificación de que lo que hacemos funciona. Cada carcajada es un tónico. Los días que me siento mal o estoy cansado, cuando empieza la función soy feliz durante dos horas”, dijo en una entrevista con La Nación.
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