El coronavirus llegó para cambiarlo todo. No solo en las relaciones sociales, sino en la economía, la política y la educación.
Desde el punto de vista social, la crisis actual que enfrenta la humanidad va a constituirse en un punto de quiebre de la sociedad como tal y los países tendrán que aprender de ella, para salir adelante. También nos deja mucho aprendizaje en lo relacionado a retomar o revisar los valores que tienen las personas y la sociedad en cuanto a su comportamiento. Esta crisis ha mostrado la fragilidad de la sociedad en cuanto a sus relaciones vitales.
Al momento existen dos generaciones afrontando esta pandemia: la una es la generación de quienes somos parte de los migrantes tecnológicos, la cual antes de que la tecnología llegue al nivel de globalización actual, tenía la costumbre de involucrarse con la sociedad de manera física, sabía conversar con las personas frente a frente, visitaba a sus familiares personalmente, viajaba para compartir con otras personas, en situaciones especiales compartía la mesa para conversar y estaba siempre pendiente de las relaciones personales, en ese sentido de proximidad física. Extrañábamos cuando no había ese sentido de proximidad y si no había la oportunidad de estar con una persona cerca, escribíamos cartas ansiando el momento de volver a verlas.
Las personas que nacieron con la nueva tecnología, los milenial y los centenial no han desarrollado esa habilidad de comunicarse personalmente y de manera física. Para ellos es muy normal la comunicación vía WhatsApp, vía Facebook o correo electrónico. Esta crisis ha hecho que los migrantes tecnológicos volvamos a sentir la añoranza de aquellos momentos en que la comunicación era más personal, mientras que las nuevas generaciones están aprendiendo a que no se puede confiar y depender únicamente de los medios tecnológicos, para acercarnos a las personas.
Por lo tanto, una vez que pase esta emergencia tenemos que reconsiderar volver a las costumbres anteriores en las cuales era importante el contacto físico con las personas, para sentir que estábamos con ellas realmente. Luego de esta crisis tendremos una sociedad más humana.
Por el lado económico es un hecho que esta pandemia va a desembocar en una crisis global más grande que la del 2009. Tendrá dimensiones como la crisis de la post guerra luego de la Segunda Guerra Mundial o incluso va a tener repercusiones parecidas a la gran recesión de los años 30.
Habrá un nuevo rompimiento de la sociedad global en cuanto a la ideología socio política, es decir habrá sociedades en las que el gobierno tendrá una presencia bastante fuerte, otras con una presencia estatal menos directa, pero en todo el mundo, el Estado tendrá que jugar un rol importante. Tendremos sociedades que decidan acercarse más a un modelo proteccionista o socialista, en el cual el Estado tendrá un mayor protagonismo para impulsar nuevamente la economía. En otros, el Gobierno tendrá que crear fondos emergentes para que las empresas, a través del mismo mercado, puedan reinvertir y reinventarse; y de esa manera resurja la economía.
El mercado será diferente en el corto y mediano plazo, luego del Covid-19, las empresas deberán reconsiderar el uso de los recursos a ellas asignados y reconsiderar los bienes y servicios que ofertan en el mercado, puesto que en momentos de crisis es cuando se debe ser más creativo y recursivo y decidir cuáles son los bienes y servicios que en este momento requiere la sociedad.
También están las industrias como la de turismo y de gastronomía que deberán buscar nuevas formas de comercializar sus productos. Se puede sacar un aprendizaje positivo de esta crisis y es que se ha visto que la tecnología ha avanzado tanto, que es posible confiar en ella para continuar con la mayoría de las actividades económicas. Los restaurantes para seguir con el negocio implementaron opciones de entrega a domicilio. Los productores agrícola y supermercados brindaron opciones de comercialización directa, de entrega a domicilio a los consumidores y seguirán ofreciendo nuevos servicios luego de la pandemia, no únicamente como una medida alternativa por la emergencia que estamos viviendo, sino que deberán considerarlo como un mecanismo que les permitirá subsistir durante la crisis, que se viene luego de la pandemia.
En lo relativo al sistema de la educación hemos aprendido que tanto para institutos como para universidades, si es posible ofertar la mayoría de carreras y programas de manera virtual con videoconferencias con igual calidad que con la modalidad presencial. Hemos perdido el miedo como sociedad a la modalidad de educación no presencial y la experiencia adquirida en este confinamiento será explotada por todas las instituciones de educación superior y también por los colegios con el fin de mantener su presencia y su aporte a la economía. Para reducir costos y servicios, una manera de hacerlo es volcarse a la modalidad en línea, lo cual permite lograr mayores resultados en cobertura de educación media y superior.
En el ámbito político está claro que todos los gobiernos tendrán una presencia más fuerte en la economía, en vista de que la política dejará de ser una negociación entre pesos y contrapesos y se transformará en un diálogo permanente de la sociedad. Para desempeñar un papel más protector se retornará al paternalismo del Estado y en ese sentido la política cambiará, puesto que no entrará en el debate si el Estado tiene o no que ser paternalista, sino que el debate será hasta qué punto el Estado debe respetar la autonomía del consumidor. Es decir, si el paternalismo del Estado se va a reflejar en una intromisión directa en las decisiones de producción de bienes y servicios o este paternalismo se verá reflejado en una inyección de recursos de la economía, para que sea el mismo mercado, el que pueda desenvolverse por sí solo.
Las medidas que ha tomado el mundo para detener la pandemia como son mayor restricción y menos contacto no seguirán una vez que se termine la emergencia. Recordemos que actualmente, ante la pandemia, tenemos dos tipos de reacción a nivel mundial, la de países como México, Estados Unidos y Brasil que sugiere a la población ser precavida, pero al mismo tiempo permite que la economía siga funcionando. En otros países como España, Italia o Ecuador, el Gobierno asume su papel paternalista, de manera absoluta, limitando la libertad de los individuos, para tomar decisiones propias y forzadas, como la de obligar a las personas a quedarse en casa.
Después de la crisis, ese primer grupo de países seguirán con esas políticas en las que se sugiere la población tomar ciertas precauciones, pero a la final deja en el poder del mercado la decisión final, consultándoles a los productores en función de sus autonomías o a las consumidores en respeto a su soberanía.
Mientras que el segundo grupo, que se ha mostrado más paternalista, tendrá que abrir la puerta poco a poco, para que las personas retomen sus actividades, lo cual implica que se dará prioridad a aquellos trabajadores cuyo trabajo es esencial para la producción de bienes de primera necesidad. Por lo tanto habrá empresas que no funcionarán rápidamente cuando termine la pandemia. Esas tendrán que pensar hacia dónde redirigir su producción.
A nivel global existe empatía porque todos los países estamos sufriendo por la misma causa y si se toman medidas como el cierre de fronteras es aceptado por todo el mundo, porque todos lo han hecho. Se ha despertado un sentido nacionalista o socialista, no entendiéndole al socialismo como un modelo sociopolítico, sino más bien el socialismo como un pensamiento de privilegiar a la sociedad y el bien común, antes que los intereses individuales. Hemos pasado de un pensamiento individualista a un pensamiento como comunidad.
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