La situación económica de Ecuador y Chile son y han sido diferentes. Nosotros tenemos aquí un problema de déficit fiscal muy grande, Chile no lo tiene; Ecuador ha acudido al Fondo Monetario Internacional (FMI); Chile no, porque no tiene los serios problemas del déficit fiscal ecuatoriano.
Los gobiernos predecesores de Sebastián Piñera administraron décadas de estabilidad económica y política; la herencia que Ecuador recibió del gobierno de Rafael Correa fue un déficit fiscal abultado, sumado a una gigantesca deuda sobre todo con China.
Esas realidades distintas y la violencia con denominadores comunes desatadas en las últimas protestas en Ecuador y Chile son una evidencia de la existencia de una corriente desestabilizadora en la región que, al parecer, tiene su origen en países fuertemente criticados por sus constantes violaciones a los Derechos Humanos, por sus crisis económicas y políticas permanentes, como son Venezuela y Cuba, hermanados en el Foro de Sao Paulo.
Siempre ha existido la idea, en la mayor parte de la gente, que ese espacio era usado por políticos de izquierda para exponer sus ideas como una antítesis al Fondo Monetario, los organismos multilaterales y las políticas neoliberales. Pero su fin, al parecer, ha sido otro, provocar pánico en la población con los ataques dirigidos a los sistemas de transporte y a la cadena alimenticia. Lo que se ha visto en Ecuador y Chile.
El deseo de esos regímenes dictatoriales, de Venezuela y Cuba, parece apuntar a regar sus realidades y sus crisis por el resto de la región, en Chile que ha vivido tres décadas de estabilidad política y económica.
¿Por qué? Dos Presidentes han sido sumamente críticos con el régimen de Nicolás Maduro. Piñera ha participado activamente y con firmeza en varios foros para denunciar la realidad de Venezuela. Fue la frontera colombo-venezolana para estar junto a Iván Duque y Juan Guaidó cuando se intentó pasar ayuda humanitaria. Lenín Moreno también se ha mostrado muy crítico con el chavismo.
Y es precisamente en los dos países donde más se han agitado las protestas en medio de las risas y bromas de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, con el cuento de las brisas y los huracanes que supuestamente iban a llegar.
Las realidades de Chile y Ecuador, sobre todo en la parte económica, son distintas. Correa dejó una economía complicada por el lado del déficit fiscal y de la deuda, la razón por la que el actual gobierno debió acudir al FMI. Una necesidad que el expresidente no tuvo porque contó con ingentes recursos provenientes del precio del petróleo, además de la deuda con China. Cuando un país es manejado responsablemente, como es el caso de Chile, no tiene por qué acudir al Fondo.
Pese a las diferencias hay una sintomatología en estas crisis tanto en Ecuador como en Chile. ¿Qué buscan los usurpadores de la paz, estas pandillas, estas turbas que salen a causar destrozos más que a protestar?
Por un lado hay un ataque dirigido a los sistemas de transporte. En Chile la violencia fue despiadada. Toda la infraestructura del Metro quedó destruida en la protesta por la subida del pasaje, que no fue importante. Unas 70 estaciones quedaron en escombros. Luego está el ataque dirigido a la cadena de abastecimiento de alimentos; unos 170 supermercados y negocios fueron saqueados.
En Ecuador, durante los días de las protestas el transporte público desapareció, pero también hubo un claro direccionamiento de atacar a los supermercados y las despensas, como una forma de provocar el desabastecimiento.
En los dos casos fue evidente la presencia de grupos de personas preparadas y entrenadas para, al menor problema, atacar el abastecimiento de víveres, el transporte público y destruir los bienes públicos y privados.
En Ecuador, el país fue testigo de cómo Correa, muy aplaudido por Maduro y Cabello, trató de aprovecharse de las circunstancias, de una protesta por la eliminación de los subsidios a los combustibles, para intentar pedir la renuncia al Presidente Lenín Moreno.
En el caso ecuatoriano felizmente se ha podido desactivar esa bomba con un diálogo que se desarrolla con normalidad para llegar a consensos en temas como la eliminación del subsidio a los combustibles.
El Chile, Piñera también ha comenzado a actuar en ese sentido para recuperar la paz, con la eliminación del incremento de las tarifas de Metro, que sí es caro en comparación con los Metros de otros países de América Latina. Ahí el pasaje cuesta un dólar cuando en otros países va de 35 centavos hasta 60 centavos.
Pero Piñera además ha anunciado el aumento del salario mínimo de 301.000 a 350.000 pesos ($482), la creación de un seguro catastrófico de enfermedades, el aumento del 20 por ciento en la pensión básica solidaria y la disminución de las horas de trabajo.
Hay mucha gente satisfecha con los anuncios, pero también hay otros grupos dispuestos a seguir con los desmanes. Por lo pronto, Piñera ha invitado acertadamente a Human Rights Watch Human y la ONU para que visten el país y conozcan de primera mano qué ocurrió durante las protestas. Qué paso con las muertes denunciadas, en qué circunstancias ocurrieron, quiénes fueron los responsables.
En Ecuador como en Chile hay una fuerte presencia de población venezolana, ¿qué tan real es que entre los violentos hubo o hay personas infiltradas por Venezuela y Cuba para desestabilizar a los gobiernos? Eso es algo que también debería ser investigado a fondo.
En el caso de Ecuador, fue evidente al menos que el expresidente Correa, aliado de Nicolás Maduro, ha estado en campaña permanente para desestabilizar al gobierno e intentó usar la protesta por el alza de los combustibles con ese fin. Muchos de sus coidearios ahora seguramente estarán arrepentidos de haberlo seguido en ese intento.
Yo creo que esto de los intentos de desestabilización va a terminar en la brisita de Maduro y Cabello, pero a los gobiernos de los países cuyas economías fueron golpeadas les corresponderá actuar con mayor firmeza, concretar más las sanciones contra esas huestes que han saqueado y destruido ciudades. Es necesario cortar de raíz estos intentos de injerencia de Cuba y Venezuela en las democracias de la región.
La brisita de Maduro y Cabello quedará en brisita porque la gente en Ecuador y Chile se da cuenta de que hay algo nocivo para nuestras sociedades y economías que proviene de países que están con hambruna, sin medicinas y sin libertades.
Maduro y Cabello son los perdedores al igual que Correa y su gente.
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