El capitán de corbeta venezolano Rafael Acosta Arévalo fue detenido el viernes 21 de junio y dado por desaparecido durante una semana. El fue uno de los militares detenidos por su supuesta implicación en una conspiración contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El 22 de junio Waleska Pérez, esposa de Acosta Arévalo, denunció que el militar había sido detenido por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), a quienes responsabilizó por su integridad física.
Ese mismo día, cercanos a Nicolás Maduro aseguraron haber desactivado un intento de golpe de Estado previsto para los días 23 y 24 de junio y que incluía planes para el asesinato de los principales líderes del gobierno. El fiscall, Tarek William Saab, señaló a Acosta Arévalo como uno de los supuestos implicados y dijo que estaba siendo investigado junto a otros 13 civiles y militares.
En un comunicado, el chavismo aseguró que Acosta Arévalo estaba imputado por “graves actos de terrorismo, sedición y magnicidio en grado de frustración” y que la investigación “se ha realizado con respeto absoluto al debido proceso y a los derechos humanos”.
Waleska Pérez dijo a una televisora de Miami que cuando su esposo fue presentado el viernes 28 de junio ante los tribunales estaba sumamente golpeado, en silla de ruedas, no podía hablar. “Lo torturaron mucho -dijo-. Tanto que lo torturaron, que lo mataron”.
Su único delito, dijo, fue expresar su desacuerdo con el gobierno de Nicolás Maduro: “Él lo comentaba como lo comentamos todos los venezolanos. Las conversaciones que tuvimos él y yo son conversaciones que tiene día a día la gente: la libertad, las medicinas, la corrupción, el miedo que tenemos al narcotráfico, que queremos que nuestros hijos vivan en un país democrático…”.
Ante la reacción internacional por ese execrable crimen, con condenas de Estados Unidos, el Grupo de Lima y la Unión Europea, el sábado 29 de junio un alto dirigente chavista, Jorge Rodríguez, confirmó su muerte e informó que había solicitado al fiscal general, Tarek William Saab, una completa y exhaustiva investigación para esclarecer este lamentable suceso.
Pocas horas antes, Juan Guaidó había denunciado la muerte del militar. “Confirmamos el asesinato del capitán de corbeta Acosta Arévalo, habíamos denunciado el día martes su desaparición junto a otros 6 oficiales, y hoy se confirma su asesinato luego de haber sido torturado brutal y salvajemente”.
Ahora el chavismo ha entregado al sargento Estiben Zárate y el teniente Ascanio Antonio Tarascio, como cabezas de turco para lavarse las manos en un crimen de Estado.
Nada sorprende del chavismo, con los años se ha vuelto un experto en torturas y desapariciones, lo que sorprende es que lo hace pocos días después de haberse intentado lavar la cara con la visita de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, quien con su presencia al parecer avaló a Maduro para endurecer sus políticas represivas.
Nadie sabe para quién trabaja, ¿o sí?
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