El escritor italiano Andrea Camilleri, uno de los máximos exponentes de la novela negra en el mundo, falleció este miércoles en el hospital romano del Santo Spirito a los 93 años de edad tras ser ingresado por un paro cardíaco, informaron fuentes médicas.
Camilleri fue ingresado en la mañana del pasado 17 de junio tras sufrir un paro cardíaco en su casa de Roma, por lo que tuvo que ser sometido a reanimación
“La oscuridad no se puede combatir. No hay nada que hacer. Hay que agarrarse a la memoria, repasar”, dijo a El País en una de sus últimas entrevistas. “En la mano, el cigarrillo que le acompañó siempre (hasta que le Philip Morris finiquitó la maldita producción y tuvo que cambiar de marca). Y sobre los ojos, que fueron apagándose lentamente en los últimos años, siempre unas gafas enormes con unos cristales que le permitían descifrar algo de luz y formas en su ceguera consumada ya por el glaucoma”, reseñó ese diario.
El escritor italiano fue el padre del comisario Montalbano y fue autor de 104 libros, traducidos a 120 lenguas, y de los que se han vendido más de 35 millones de ejemplares en todo el mundo.”Si pudiera, me gustaría terminar mi carrera sentado en una plaza contando historias”, dijo en varias ocasiones.
También fue guionista televisivo y dramaturgo. Comenzó a escribir a los 53 años con su novela Il corso delle cose. En la década de los ochenta publicó dos obras más, sin demasiada repercusión, pero en 1994, cuando dio a luz la primera entrega de Montalbano, La forma del agua, se convirtió en un héroe contemporáneo de los lectores italianos. Hasta hoy es el escritor que contaba con más seguidores en toda Europa.
Siciliano como su maestro, Lenoardo Sciascia, nació en Porto Empedocle, en el sureste de la isla y ha sido autor de El carrusel de las confusiones (Salamandra), El sobrino del emperador (Destino) y la La moneda de Akragas (Gatopardo). “De vez en cuando pienso en la muerte. Pero no es ninguna novedad, llevo pensando en la muerte toda la vida. Lo que me duele de morir es perder los afectos, perder a la gente que quiero. El resto es un enorme punto de interrogación”, dijo a El Mundo en una entrevista publicada en mayo del año pasado, en la que aún se confesaba comunista y ateo.
Camilleri retrató a la perfección la sociedad siciliana, con un lenguaje plagado además de expresiones propias del dialecto siciliano. Hasta el punto de que el propio Leonardo Sciascia, también siciliano y a quien le dio a leer sus primeros libros, le reprochó que nadie le iba a entender. “Qué le vamos a hacer, Leonardo, yo sólo sé escribir así. Seré un escritor de minorías, de 500 lectores, no me importa”, le respondió Camilleri.
El cocinero de Alcyon, su última novela y la entrega número 27 de la saga de su inolvidable inspector Salvo Montalbano, encabeza desde hace días la lista de libros más vendidos en Italia. “Muchas cosas del carácter de Montalbano formaban parte del carácter de mi padre. Mi padre era un hombre con una gran valentía individual, con una idea de la justicia muy fuerte y muy personal -dijo en la entrevista con El Mundo-. Montalbano tiene un sentido fuertísimo de la justicia, de una justicia que no siempre concuerda con la justicia de los tribunales sino que es una justicia personal . Montalbano es un hombre que mantiene su palabra”
Pero también confesaba estar harto de él. “Me fastidia que se hable sólo de Montalbano. Al final siempre es Montalbano, Montalbano, Montalbano. Me tiene harto. He sentido muchísimas veces la tentación de matarlo. Pero, ¿cómo voy a liquidar a Montalbano? Me ha dado celebridad, éxito, dinero… Yo no quiero a Montalbano, no me es simpático, a lo más que llego es a soportarlo. Pero no puedo matarlo. Cada vez que se publica un nuevo Montalbano no solo logra un gran éxito, sino que hace que se vendan de nuevo mis novelas de hace 20, 30 años. ¿Qué puedo hacer?”
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