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¿Con qué institucionalidad enfrentamos el futuro?

Francisco Huerta Montalvo
Universidad Casa Grande
domingo, marzo 3, 2019
No quiero mostrarme desencantado pero tengo que sostenerme en la posibilidad de un nuevo futuro para mantener el optimismo porque hasta ahora  no veo un partido político cumpliendo roles, no veo colegios profesionales cumpliendo roles, no veo a nadie haciéndolo, sino apenas escarbando, superviviendo en la historia para tener un sitio dónde aferrarse, una gloria que nos haga subsistir
Tiempo de lectura: 3 minutos

El Día del Ejército es una fecha grande para la Patria. Tuve la oportunidad y el honor de participar por invitación de la II Zona Militar. Ya no estamos en tiempo de la rememoración histórica aunque siempre es obligatoria. No podemos ser ingratos con los héroes de nuestro pasado.

Tenemos recuerdos valiosísimos de la gesta de Sucre, pero también de los bravos de Yaguachi, grupo que salió de Guayaquil para combatir primero en el Pichincha para garantizar la libertad del Ecuador y también trabajaron luego en la defensa de la Patria –que apenas se estaba constituyendo- en Tarqui.

Luego de la firma del Protocolo de Río de Janeiro y tanta peripecia que hemos tenido en lo limítrofe, hasta los acuerdos de Brasilia que teóricamente cierran la frontera y definen la posibilidad de la paz hacia el futuro, hay que pensar en ese futuro en un momento lamentable del Ecuador.

¿Con qué institucionalidad podemos enfrentar el futuro? No tenemos universidades – al menos públicas- al nivel que correspondan, la más grande casa de estudios del país ahora está intervenida y con graves acusaciones de corrupción y violaciones a la ley; por supuesto, hay excepciones que confirman la regla pero no estamos contribuyendo como deberíamos a ese esfuerzo; con la propia iglesia que es otra institución respetable con todas las dificultades que conocemos y ni hablar de la justicia con niveles de corrupción y la amenaza del narcotráfico.

Es obligatorio en estos días de aniversario que empezamos a conmemorar y que se inician con los 200 años de la independencia de Guayaquil, hacer el esfuerzo de una década para llegar al 2030 con una propuesta en marcha de lo que debe ser el Ecuador a futuro, proceso   que tiene como garante a sus Fuerzas Armadas con un plan nuevo de desarrollo, un replanteamiento de la visión de lo que debe ser el país, una nueva narrativa con nuevas búsquedas…

No basta el pasado. Hermoso el descubrimiento del Amazonas, pero no lo tenemos; somos un país agrícola, pero más parecemos un país de agricultores; somos una isla de paz llena de violencia. Es decir, superar los grandes mitos nacionales y poner la mirada, la brújula y todos los mecanismos de comunicación al servicio del futuro. Eso es lo que merecen las generaciones que vienen, el resto podemos poner experiencia y buena voluntad mientras las FFAA velen por el sólido cumplimiento. El resto es politiquería, banalidad, la posibilidad de que estrellas de televisión pasen a ser alcaldes de nuestras ciudades.

No quiero mostrarme desencantado pero tengo que sostenerme en la posibilidad de un nuevo futuro para mantener el optimismo porque hasta ahora  no veo un partido político cumpliendo roles, no veo colegios profesionales cumpliendo roles, no veo a nadie haciéndolo, sino apenas escarbando, superviviendo en la historia para tener un sitio dónde aferrarse, una gloria que nos haga subsistir.

Una vez resueltos nuestros conflictos fronterizos, que de todos modos es parte del rol fundamental que la Constitución establece, las FFAA  no pueden ser un factor de desarrollo con las visiones del pasado con la industria bélica, la fábrica de municiones o la de uniformes y calzado.

Las FFAA tienen valores superiores de patriotismo y disciplina que, puesto al servicio de un nuevo proyecto de nación, pueden avanzar. Sin ese apoyo, sin esa constitución por delante no pasa nada,  por más esfuerzos que hagamos los sectores civiles interesados en un proyecto de esa naturaleza. Así que el rol es clave, básicamente por esta noción de patriotismo de la que son la reserva patrimonial del Ecuador.

Puede ser que no todos apreciemos con la misma singularidad los actos castrenses pero emociona escuchar el himno y ver la materialidad de nuestros soldados en una ceremonia militar y eso debiera ser parte del alma nacional cotidianamente.

Sin embargo, más allá de lo simbólico, en el esfuerzo cotidiano por una  nueva república no podemos avanzar sin metas y yo no veo claras las metas.  Ahora estamos tratando de sanar las heridas económicas de la década infame pero, ¿cómo viene la respuesta?, ¿será peor el remedio que la enfermedad?  ¿los ecuatorianos debemos tolerar otros pellizcones en el bolsillo? ¿hay una campaña para decirle a los ciudadanos el por qué se debe proceder de tal o cual manera? Creo que está faltando comunicación del gobierno con su pueblo y su pueblo no tiene una respuesta alternativa, una respuesta para el futuro.

 

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