Hoy es un día que puede ser trascendental para Ecuador (y no, no es porque sea San Valentín y tu vida pueda cambiar por recibir, o no, esa flor de regalo que tanto anhelas, o esa respuesta), sino porque hoy se vota en la Asamblea la incorporación de Ecuador en la Alianza del Pacífico. Bueno, no es ésto exactamente lo que se vota, pero su consecuencia sí puede ser ésta.
Empecemos por lo básico: la Alianza del Pacífico es el Tratado de integración regional en el que participan México, Colombia, Perú y Chile de pleno derecho, con incorporación de países como Australia, Nueva Zelanda o Corea del Sur como asociados, y que supone el más potente y decidido tratado de integración no sólo de América Latina, sino puede que del mundo. Desde su creación en el 2011 los países miembros ya han acordado reducir al 0% los aranceles para el 92% de las partidas. Impresionante. Además de decenas de proyectos de cooperación, de armonización normativa, de becas, etc…
La Alianza del Pacífico es la oportunidad histórica que tiene Ecuador para integrarse en el libre comercio mundial, para prosperar y dejar de ser un pequeño país bastante aislado. Es el camino natural para Ecuador para abrirse al mundo (es obvio que si están los países del Pacífico latinoamericano, si están Colombia, Perú y Chile, Ecuador tiene que estar allí).
No concibo ningún futuro próspero para Ecuador que no pase por ser parte de la Alianza del Pacífico, no es condición suficiente para solucionar los graves problemas de libertad económica (puesto 170 de 180 países en el mundo según el informe del 2019 del Heritage Institute) o de eficiencia o productividad, pero sí es condición necesaria para avanzar en la senda de la prosperidad.
Pero evidentemente para incorporarse al libre comercio es necesario liberalizar las normas en Ecuador. Si Ecuador quiere exportar al mundo, y para ello requiere firmar tratados de Libre Comercio, Ecuador debe permitir que el mundo importe a Ecuador, y esto no es una pérdida, todos los consumidores ecuatorianos ganarían muchísimo comprando los carros a mitad de precio de lo que lo compran ahora (que es el doble de lo que cuestan en Colombia, por ejemplo), o comprando celulares a precios internacionales, y no con sobre-precio.
Y una de las normas más absurdas restrictoras del Libre Comercio que tiene Ecuador, es el infame artículo 98 de la infame Ley de Comunicación, que dicen que en Ecuador no se puede importar ningún anuncio comercial.
Todo es abyecto en esta norma. Para empezar la Ley de Comunicación fue el instrumento de represión de la libertad de expresión del correísmo, y ese artículo en concreto se dispuso para beneficiar a los hermanos Alvarado, hoy notoriamente acusados de corrupción pues manejaban todos los negocios de Comunicación del Gobierno anterior de maneras que habrán de juzgar los tribunales en lo penal, y que los ciudadanos ya han juzgado en lo político y ético.
Bueno, pues es tan evidente que esa norma es un impedimento arbitrario y desproporcionado al Libre Comercio, que los futuros socios de Ecuador en la Alianza del Pacífico, le han pedido a Ecuador que lo elimine, en la votación sobre los vetos del Presidente a la Ley de Comunicación que se votan hoy. Es algo bastante simple, los posibles futuros socios de Ecuador en la Alianza del Pacífico saben que Ecuador tendrá que hacer muchas reformas para liberalizar su economía y permitir el libre comercio (recordemos que está en el puesto 170 de 180 países en el Índice de Libertad Económica, es casi imposible hacerlo peor), y esta norma es tan clamorosamente injusta que es evidente que hay que eliminarla, para que pueda haber libre comercio de servicios de publicidad también. Si Ecuador no es capaz ni de eliminar algo tan obvio y simple, ¿cómo pretende incorporarse a una Alianza de países libres que quieren comerciar en libertad?
Si no pasa la anulación del artículo 98 de la ley de Comunicación hoy en la Asamblea, puede que no pase la incorporación de Ecuador en la Alianza del Pacífico. Así de simple y así de trágico.
¿Y por qué no iba a pasarse una reforma tan necesaria, con tan evidentes ventajas y que es imprescindible para deshacer la estructura represora que armó el correísmo? Pues porque unos pocos, los lobbistas anti-libre mercado no quieren perder sus privilegios que tan pingües beneficios les otorga (más aún que los Alvarado ya no hacen negocios en esa industria pese a que el artículo se aprobó para privilegiarles a ellos).
El discurso, en este caso, se camufla en “la excepcionalidad cultural” y en “defender la producción audiovisual” que es “cultura nacional”.
En primer lugar se está hablando de publicidad, aunque el concepto “cultura” es tremendamente amplio, muy difícilmente se puede considerar que una cuña radiofónica promocionando unos grandes almacenes o una bebida de cola es “cultura”. Así que todo el argumento queda desenmascarado, se quiere defender un negocio, no una “cultura”.
(¿En qué afecta a la “cultura ecuatoriana” que los ecuatorianos oigan en la radio una cuña hecha en Colombia? ¿En qué afecta a la ecuatorianidad que los ecuatorianos vean en las televisiones los comerciales de marcas internacionales que se ven en el resto del mundo?).
Pero aunque se estuviese defendiendo la industria audiovisual nacional, tampoco sería legítimo. Se está diciendo a los ecuatorianos que en nombre de su “cultura” no pueden ver anuncios de otros lugares, o “cultura” extranjera. Que para defender la “cultura” lo que hay que hacer es censurar lo foráneo. Todo muy retrógrado.
Tan “cultura propia” es ver una película ecuatoriana, como una norteamericana, pues todos somos miembros de la cultura occidental.
Y es nauseabundo ese snobismo de los “creadores culturales” que andan diciendo a los ciudadanos lo que “les debería gustar” y reclamando millones y millones en subvenciones que les dan los políticos para que hagan películas que casi nadie ve, pero llaman “comprometidas” en lugar de hacer películas que a la gente les gusta, pero que llaman -con tono despreciativo- “comerciales”. ¿Y por qué pueden los productores audiovisuales permitirse producir películas que el público no ve? Porque sus ingresos no dependen de la taquilla, sino de la subvención. Así que no tienen que plantear proyectos que gusten al público, sino proyectos que gusten al político de turno que otorga la subvención. Por eso la “cultura” en general está cada vez más alejada del público y más politizada, porque esos son los incentivos de las subvenciones. (Y luego decenas de catedráticos y “gestores culturales” reflexionan sobre el alejamiento entre el “arte” y el “pueblo”, cuando simplemente ocurre que el arte está al servicio del poder, como lo ha estado históricamente tanto).
La industria audiovisual ecuatoriana -como la florícola o la camaronera- tiene capacidad de competir en libertad, porque a pesar de su aureola de glamour no tiene nada especial desde un punto de vista económico, es una industria más, y no debe gozar de privilegio o trato especial alguno, pues es muy injusto pagar con el dinero de los impuestos de todos los ciudadanos la producción de unos artistas cuyo trabajo no les interesa a los ciudadanos, y hacerlo todo en su nombre, pero a su costa. Es muy inmoral.
Por eso hoy es un día importante para Ecuador. Hay que elegir seguir siendo el país de las camarillas extractivistas del Estado, del aislacionismo por incapacidad de competir, en el que todos pagamos las ineficiencias de unos pocos, y los políticos por cálculos mezquinos y cortoplacistas van dando prebendas a quienes más poder tienen (en este caso poder mediático de un lobby); o pasar a ser un Ecuador con visión de futuro, comprometido con la libertad y la globalización, que compite y exporta lo mejor que tiene al resto del mundo.
Hoy es 14 de febrero, millones de personas celebran el día de San Valentín en todo el mundo regalando flores ecuatorianas o chocolate de cacao ecuatoriano. Es bellísimo comprobar cómo Ecuador puede ofrecer lo mejor de esta tierra al mundo y hacer felices a tantos en el mundo, y en Ecuador con empleos y beneficios. Si tan solo nos diesen un poco de libertad para poder seguir exportando, importando y prosperando.
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