La dimensión del despilfarro de los recursos públicos en el anterior Gobierno impresiona por el monto, por el modus operandi y hasta por sus resultados. Impresiona, además, el cinismo. En cinco obras se hallaron sobreprecios por $2.450 millones, según una auditoria realizada por empresas contratadas por la ONU. Solo para dimensionar el despilfarro, si no la corrupción, en 2018 el déficit fiscal del Ecuador alcanzó los $3.352 millones, el 3,06% del Producto Interno Bruto (PIB); con lo pagado en sobreprecios el déficit habría cerrado en menos de $1.000 millones y hasta en mucho menos, porque no es solo dilapidación de los recursos públicos, sino pérdida del costo de oportunidad: todo lo que se pudo hacer y no se hizo en ese momento.
Los proyectos de la Refinería Estatal de Esmeraldas, la Refinería del Pacífico, la Terminal Marítimo Monteverde, el Poliducto Pascuales-Cuenca y la Planta de Gas Natural Bajoalto, que se quisieron vender como el gran ejemplo del cambio de la matriz energética, son ahora los más grandes ejemplos del mal manejo de los recursos públicos que pertenecen a todos los ecuatorianos, no a un gobierno de turno. Pero el expresidente creía que todo el país se podía manejar como su hacienda, sin respetar proceso de contratación pública alguno.
Casi todos los contratos para la famosa repotenciación de la Refinería de Esmeraldas fue contratada a dedo y pese a que su presupuesto inicial fue de $754 millones, la cuenta final alcanzó los $2.230 millones. ¿Dónde está ese dinero se preguntaba el expresidente en su cuenta de Twitter? La memoria no es corta. ¿Cuántos de sus exfuncionarios fueron y son juzgados por esos contratos?
No fue en la casa de quien fuera su gerente de Petroecuador, Marco Calvopiña, que la Fiscalía halló fajos de billetes escondidos hasta en el cielo raso de los techos, en cajones con doble fondo, en sobres de papel y hasta en tarros. ¿No fue Calvopiña quien puso en la gerencia de Refinación de la estatal a Carlos Pareja Yanuzzelli, quien después fue su ministro de Hidrocarburos y el que después delató a Jorge Glas hoy preso por su relación con los sobornos de la brasileña Odebrecht, al igual que a su contralor de lujo, Carlos Pólit?
En la famosa Refinería del Pacífico, solo en obras, terrenos, vías y campamentos se habría pagado un sobreprecio del 23%. Y el jefe de los sectores estratégicos, que respondía solo al expresidente, no tuvo ningún empacho en contratar a la misma empresa que realizaba las supuestas obras para hacer la fiscalización de las mismas. Fueron $1.500 millones echados a la basura en uno de los mayores elefantes blancos contemporáneos, impulsados por los dos mayores fraudes de la política, el chavismo y el correísmo, su espejo.
En el caso del poliducto Pascuales-Cuenca, el presupuesto inicial fue de $250 millones, pero la factura llegó $623 millones, pese a sus errores de ingeniería y el riesgo del colapso de las tuberías. Para la terminal Monteverde se presupuestó $210 millones, pero el costo final fue de $371 millones con pilotes colocados en el puente de acceso fijados en el mar sin protección contra la corrosión.
El resultado de esas obras pomposas está ahí en las 2.500 fojas entregadas a la Fiscalía y la Contraloría y que pueden dar luces para ir tras ese dinero. ¿De dónde salen tantos medios digitales correístas y quién financia las campañas tan agresivas en las redes sociales donde el expresidente delira que aún sigue siendo el jefe de todo el Estado? ¿Ya se ha investigado cómo se financia esa Fundación de Pensamiento Político Eloy Alfaro? Una ONG, esas tan denigradas en el gobierno del ahora expresidente.
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