Más que un impasse diplomático, el cambio de visión gubernamental que se pudo evidenciar en el comunicado emitido por la Secretaria Nacional de Comunicación del Ecuador el 18 de octubre pasado representa un giro de 180 grados en las relaciones entre Ecuador y Venezuela. De una silenciosa y tibia complicidad, hemos pasado a la frontal y directa denuncia del gobierno de Maduro. ¡Ya era hora!
Sí, es cierto que a muchos nos ha dejado insatisfechos la forma. Que la gota que derramó el vaso haya sido una falta al presidente, y no las continuas violaciones a los Derechos Humanos de los venezolanos deja que desear. Tampoco fue muy agradable la redacción de la nota que anuncia la decisión. Inclusive hubiese esperado que una decisión de ese tipo fuese presentada por el Canciller Valencia. Pero en fin, se dio.
El gobierno de la República del Ecuador lo ha reconocido: El socialismo del siglo XXI es un fracaso. El gobierno de Maduro no ha cumplido sus obligaciones mínimas con el pueblo de Venezuela. Corrupto, nefasto, asesino, mentiroso, irresponsable, son algunos de los adjetivos utilizados por la Secretaria de Comunicación para describir al gobierno de Maduro. Si bien no comulgo con tener comunicación oficial manejada en éstos términos, debo decir que me enorgullece conocer el cambio de postura de mi gobierno respecto a la crítica situación de nuestros hermanos venezolanos y la responsabilidad del gobierno del país llanero.
Dicho reconocimiento, además de provocar la alegría de ecuatorianos y venezolanos, permite demostrar claridad en la política exterior ecuatoriana, fortalece nuestra imagen como parte de esa comunidad internacional ampliada que protege y fomenta los Derechos Humanos. Es valioso pues advierte que el Ecuador no será cómplice de abusos.
El siguiente paso tendría que ser igual de contundente. Ecuador debe definir la situación con claridad: no estamos resentidos, somos enemigos. Eso implica el rompimiento de relaciones, sencillamente porque en el enunciado de democracia en el que quiere inscribirse el gobierno de Lenin Moreno no es posible mantener relaciones estables con un gobierno como el de Maduro.
Inmediatamente después, nuestro país debería abanderar la lucha por una salida del régimen de Maduro.
Para lograr una salida, Ecuador podría adherirse al Grupo de Lima y apuntalar la activación del artículo 14 del Estatuto de Roma (estatuto) que pretende solicitar al Fiscal que forma parte del sistema de la Corte Penal Internacional, investigar delitos de competencia de la Corte, definidos taxativamente en el art. 5 del estatuto. Éste sería un proceso lento, pero con fundamentos legales sólidos.
Otra opción es acudir a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y solicitar asistencia internacional para buscar una salida negociada con el régimen de Maduro.
La última opción, que espero no sea considerada, es la militar. Sea con una intervención de los cascos azules de la ONU, o una operación norteamericana. Una opción militar traerá muerte, daños invalorables, y aun con planificación es impredecible. Basta recordar Vietnam.
Sin perjuicio de la opción que escoja el gobierno, Ecuador debe dar un mensaje claro a la comunidad internacional: No va más! Sería indolente de parte del gobierno que –habiendo reconocido la situación deplorable que viven los venezolanos- decida no hacer nada.
Las acciones hablan más que las palabras, y en éste caso, la huida de más de un millón de venezolanos es una señal contundente de que no existe un gobierno responsable en Venezuela. José Martí lo dijo ya: “Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran”.
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